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Bioalgarrobo: Una apuesta real por la agricultura ecológica

  • La filosofía medioambiental de esta empresa no sólo se practica en sus cultivos, sino que se extiende por las instalaciones y procesos de producción

Placas solares que le permiten el autoabastecimiento de energía a Bioalgarrobo.

Placas solares que le permiten el autoabastecimiento de energía a Bioalgarrobo. / M. H.

Hace dieciocho años cuando Juan Carlos Varela y sus socios idearon la puesta en marcha de Bioalgarrobo como empresa dedicada a la agricultura, seguramente no sabían que llegarían tan lejos. O quizás sí. Tenían claro que había que dar un valor añadido a sus cultivos y que podía pasar por el ecologismo, pero afinaron tanto en sus proyecciones que no se quedaron solamente con la renuncia a los pesticidas.

A lo largo de estos años además de emplear abonos naturales, han llegado a criar insectos que combaten plagas evitando pesticidas; a rescatar productos autóctonos que se estaban perdiendo como la batata y a generar otros nuevos como la pitaya. Sus embalajes son biodegradables y sus etiquetas tatuadas para evitar plásticos.

10 millones de euros es la facturación que ha alcanzado Bioalgarrobo en 2019

Pero además, sus instalaciones son un claro ejemplo de ecologismo: las placas fotovoltaicas le permiten un autoconsumo energético y tienen un sistema de frío industrial con gas no tóxico que además de mantener el producto en óptimas condiciones, en caso de accidente evita cualquier tipo de contaminación medioambiental. Es por ello, que Bioalgarrobo ha conseguido el reconocimiento al Mérito Medioambiental en los galardones provinciales que entrega la Junta de Andalucía con motivo del 28 de febrero.

Casi dos décadas antes, ocho amigos empezaban a imaginar lo que sería poco después Bioalgarrobo. Entre 2002 y 2003 crearon una sociedad civil que facturó 170.000 euros con siete u ocho trabajadores. En 2007 ya se convirtieron en limitada y llegaron a los 1,2 millones de euros y una docena de empleados.

Cultivos ecológicos en Bioalgarrobo. Cultivos ecológicos en Bioalgarrobo.

Cultivos ecológicos en Bioalgarrobo. / M. H.

“No sabíamos a dónde podíamos llegar, pero sí queríamos hacer una agricultura diferente, queríamos una agricultura rentable porque ésta no lo era”, relata el impulsor de la idea, Juan Carlos Varela. “Apostamos entonces por una agricultura ecológica que no sólo consistiese en no usar insecticidas ni abonos nitrogenados de origen químico, sino que mirase de verdad por el medio ambiente. Hoy existen muchas herramientas y está al alcance de todos, hace quince años era mucho más difícil”, asegura el gerente de Bioalgarrobo.

Desde entonces han conseguido que su producción y comercialización sea íntegramente con productos ecológicos y sometidos a un estricto seguimiento durante todo su proceso con técnicos especializados, análisis e inspecciones de los órganos certificadores de ecológico.

Interior de la nave de Bioalgarrobo. Interior de la nave de Bioalgarrobo.

Interior de la nave de Bioalgarrobo. / M. H.

“En Bioalgarrobo tenemos un gran compromiso con el medio ambiente. Por ello, hemos diseñado unas instalaciones con total autoconsumo, mediante placas fotovoltaicas, que generan energía suficiente para poder poner en marcha y trabajar nuestros productos. Contamos con embalajes reciclables o biodegradables para un menor impacto medioambiental. Un sistema de frío industrial instalado con un gas no tóxico y respetuoso con el entorno para evitar cualquier tipo de contaminación medioambiental en caso de accidente”, explica.

“Hacer estas innovaciones no es tan difícil si se quiere, y camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, manifiesta satisfecho del éxito conseguido. Actualmente trabajan con 150 agricultores, 50 empleados, 300 hectáreas de cultivo y una facturación de 10 millones de euros.

Esta producción ecológica supone para el consumidor la adquisición de piezas más saludables y de mayor calidad. En Europa, “donde hay mucha más concienciación, y por tanto demanda”, tienen un amplio mercado desde 2007. En Alemania abastecen por ejemplo a dos grandes cadenas de supermercados por todo el país, otra en Francia, también en Inglaterra y Holanda, desde donde continúan por otros países nórdicos.

Además de la innovación en tecnología también la hacen en los cultivos. A los tradiciones, hay que sumar el hakkaido, el kumquat, o diferentes variedades de melón o col. “Cuando empezamos con la papaya y la fruta de la pasión se la quedó todo el mercado europeo. Ahora estamos con la pitaya y el boniato que antes se comía en la Axarquía, que lo están demandando muchísimo también”, resalta el gerente de Bioalgarrobo cuya meta sigue estando por llegar.

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