La familia de la víctima de Benalmádena, que murió estrangulada, ve su crimen machista “un error judicial”
El hijo mayor relató que su padre le había atacado con puño americano a él y a su madre, a la que después estranguló
La familia de la mujer asesinada en Benalmádena: "Tenía miedo y quería incluso cambiar la cerradura de la casa"

La familia de la mujer asesinada con 48 años a manos, presuntamente, de su ex pareja delante de sus tres hijos menores de edad está convencida de que el crimen machista responde a un “error judicial”, puesto que el juzgado le denegó a la víctima una orden de protección tras la denuncia que presentó. “Ha fallado el sistema; ella sentía miedo”, aseveró ayer en declaraciones a este periódico Daniel Ríos, primo de la fallecida y portavoz de la familia, que está “conmocionada y dolida”.
Lina, como así conocían en su entorno más cercano a la fallecida, era “muy reservada” y le costaba compartir “todo lo que estaba sufriendo”. Su intención, cree, era evitar “hacerle daño a su madre y a su hermana”, que le recriminaban con frecuencia “que no les contara nada”. Pero tanto la Policía como el juzgado que se ocupó de enjuiciar el caso sí tenía conocimiento de los episodios violentos protagonizados, supuestamente, por su ex marido, con el que había mantenido una relación de 11 años.
La víctima denunció amenazas a finales de enero en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Málaga. Tras ello, se celebró un juicio rápido. La orden de alejamiento le fue denegada “en base a la valoración de riesgo recogido en en el fichero Viogen, que consideró que el caso revestía un riesgo medio”, según la información aportada por el Tribunal Superior de Justicia (TSJA).
"Esto no ha ocurrido sólo por una amenaza"
No había sido, advierte el representante de la familia, un caso aislado. “Se sabía cómo era el agresor. Esto no ha ocurrido sólo por una amenaza, sino que había una conducta violenta;era el modus operandi de este individuo”, remacha el primo de la fallecida. Según su testimonio, también la abuela de los niños había llegado a ser “agredida” y el hijo mayor que Lina tuvo fruto de otra relación “no convivía con ellos por temor”.
Los allegados de la víctima argumentan que, si no se le concedió la protección, fue por el hecho de que el presunto autor alegara “ausencia de lugar para poder re
Amenazas, coacciones y vejaciones
En la denuncia, Lina aseguró haber sufrido amenazas, coacciones y vejaciones leves por parte de su presunto agresor, pero especificó que no había sido maltratada físicamente, sino que “únicamente le levantó la mano sin llegar a golpearla”, según el relato del TSJA.
Aunque la víctima solicitó la adopción de una medida de alejamiento respecto de su ex pareja,el juez no la autorizó al considerar que “no concurrían en el caso los presupuestos exigidos en la Ley de Enjuiciamiento Criminal”. “La valoración del riesgo para la mujer era medio ya que las circunstancias del caso “no eran de riesgo alto”, apunta el Tribunal Superior de Justicia.
Los investigadores consideraron que los hechos denunciados eran constitutivos de “delitos de amenazas, coacciones y de un delito leve de vejaciones”. Y ello “no requirió la apertura de diligencias previas o de un proceso sumarial”.
“Estamos impactados; era muy educado con las mujeres"
“Nos hemos quedado impactados”. Ésta fue la reacción de compañeros de trabajo del detenido como presunto autor del crimen de su mujer en Benalmádena. El supuesto homicida, que realizaba en el turno de noche tareas de limpieza en los exteriores de un hotel, era considerado en su entorno laboral como una persona “muy educada” con las mujeres y responsable con las tareas que le encomendaban. Solía hablar “bien” de sus cuatro hijos y mostraba cierta preocupación para llevar dinero a su casa. “Trabajaba mucho por la noche, echaba horas extra. Aquí nadie se lo esperaba”, explicaba uno de los empleados. Siguen sin dar crédito a que al sospechoso “se le haya ido así la cabeza”. La familia de Lina recalca que, en realidad, era un lobo con piel de cordero. “Cuando llegó a Benalmádena pueblo ayudaba a la gente a pintar sus casas; se ofrecía a hacer recados. Era un dandi”, describe Daniel Ríos, primo de la fallecida y portavoz familiar.
Los hijos de la pareja, con apoyo psicológico, siguen en shock tras haber sido testigos de cómo su padre asesinó, según las pesquisas, a su madre. El relato del hijo mayor, de 11 años, aportado aquella madrugada a la Policía Local resultó clave para identificar al sospechoso del crimen. Fue él quien, “valientemente”, según la familia, contó lo sucedido “para desmentir la coartada del padre”, que llamó al 112 advirtiendo de un incendio en la vivienda. El niño alertó también a su abuela:“Mi padre ha matado a mi madre y le ha prendido fuego”.
Según su versión, el padre le había agredido con un puño americano con terminaciones puntiagudas cuando él y sus hermanos intentaban auxiliar a su madre, que estaba siendo golpeada y, después, supuestamente, la estranguló. Todo apunta a que Lina murió por asfixia, según los primeros resultados de la autopsia.
El cadáver estaba carbonizado, lo que dificulta la identificación de algunas de las lesiones que sufrió, entre otras zonas, en el cuello. Las pesquisas, no obstante, apuntan a que también había sido atacada con el arma. Asimismo, la Policía trata de confirmar si usó algún acelerante de incendios. La hipótesis que se maneja es que prendió fuego a la casa en un intento por borrar todos los vestigios que pudieran relacionarle con el crimen. Lina podría haber perecido estrangulada poco antes de que el fuego abrasara su cuerpo.
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