Semana Santa

Pansard llama a la unidad entre cofrades en su pregón de Semana Santa

Pansard durante su pregón de la Semana Santa de Málaga, en el escenario del Cervantes.

Pansard durante su pregón de la Semana Santa de Málaga, en el escenario del Cervantes. / Carlos Guerrero

Augusto Pansard pregonó la Semana Santa de Málaga 2024 en un Teatro Cervantes rendido en aplausos. El pregón, que duró algo más de hora y media, comenzó con un canto a la ciudad que le acogió poco después de ver la vida tras nacer en tierras sevillanas. Declaró a este mismo periódico que para él Málaga lo es todo, y así lo demostró. “Ser de ti era mi preciado atributo. Ser tuyo”, confesaba.

Luego trazó un recorrido que le llevó a adentrarse en los recuerdos, en sus devociones, en los titulares de las hermandades e, incluso, en los diferentes aspectos que dan identidad y colorido a la Semana Santa malagueña. También se hizo presente un llamamiento a la unidad entre los cofrades o la actualidad a través del líquido anticera o la petición hacia el Obispo de replantear la jornada del Sábado Santo.

“Imaginar que, imaginar que... el chorrito, esa ducha a golpe de manguera y jabón, se compadece y deja de sentir atracción por nuestra túnica nazarena, imaginar las sillas siempre llenas... imaginar... bueno, mejorquedar despiertos, vaya a ser que de imaginar tanto hasta soñemos que el Sr. Obispo... se replantea el Sábado Santo”, decía.

Recordó sus inicios cofrades, uno de ellos cuando bajaba desde la Victoria con claves en sus manos para el Señor de la Sentencia, y a esos cofrades que lucharon en tiempos difíciles para tener la Semana Santa que hoy Málaga disfruta. “Que no falte la memoria para Jesús Saborido, Paco Piédrola y Waldo Fernández que entre otros tantos y otras tantas nos pusieron en la puerta esta Semana Santa para seguir creciendo hasta como hoy en día la conocemos. Honor a ellos, y todo mi respeto y sé que también el vuestro. Que, si hoy hacemos este camino, es porque primero, ellos fueron sus peregrinos”, continuaba el pregonero. Tiempos de tinglaos, túnicas viejas y desgastadas o algún que otro repinte frente al desperfecto como el mismo Augusto reconocía. Realizó también un alegato a favor para que los reconocimientos a esos cofrades se hagan en vida.

La figura de la mujer también estuvo presente en un alegato a favor de su participación en cualquiera de los puestos de una procesión, sobre todo, en los varales. “Que siendo hijos de Dios ya somos todos iguales”, decía. Adela Utrera o Paloma Sánchez fueron alguno de los nombres resaltados por Augusto. 

El pregón se desarrolló en un escenario presidido por un gran pictograma o alegoría que integraba las raíces cofrades de Augusto Pansard. La cruz de la Virgen de la Piedad, un rosario y dos palmas que se entrelazaban. Como complemento a la alegoría se sumaron sombras, siluetas y colores ilustrativos del pregón. La escenografía se complementó con elementos naturales a modo de calvario, escenario de la pasión y muerte de Cristo. Entre los elementos, dispuestos en el friso del escenario, se encontraban unas rosas amarillas en clara alusión a la Virgen del Amparo.

Augusto Pansard fue presentado por el pregonero de la Semana Santa del año 2023, Francisco Jiménez Valverde. Breve y muy aclamada fue la presentación de Jiménez Valverde, quien empleo, al igual que en su pregón, el lirismo para hacer un recorrido por la vida personal y cofrade del pregonero. Incluso, citó algunos de los pregones ya pronunciados por el abogado y docente.

El acto lo abrió la Banda de Música de Zamarrilla, que celebra este año su XXV aniversario fundacional y que acompaña cada tarde de Viernes Santo a la imagen de la Piedad, hermandad de la que es primer teniente de hermano mayor Augusto. Interpretó las marchas Jesús de la Sentencia de Perfecto Artola, María Santísima del Amparo de José Antonio Molero (que dirigió la marcha con motivo del veinticinco aniversario de la misma), En los brazos de una Madre de Adolfo Gálvez y Zamarrilla de Carlos Moreno, todas ellas marchas ligadas a las hermandades del pregonero.

Devociones

Como si fuese la calle Gaona en la mañana del Domingo de Ramos, niños vestidos de hebreos y nazarenos con sus palmas comenzaron a desfilar tras el gran lienzo donde se reflejaba el pictograma mientras Augusto fue desgranando un canto sincero a su primera devoción, el Señor de la Entrada en Jerusalén de la Cofradía de Pollinica, a la que llegó con a penas seis años. “Yo guardo con mimo esa hora en la que mi vida se cruzó con Él”, pronunciaba visiblemente emocionado.

“No es que se hiciera mi compañero de camino, es que se hizo el camino mismo. A Su lado me sentía el rey del mundo, y la gloria, la gloria era ese minuto fecundo de aquella mirada primera en aquel domingo deprimavera cuando yo, vestido con mi túnica y faraona, rendía mi palma, el mejor tesoro que yo nunca tuviera. La lucía como la mejor de las banderas, orgulloso, llenito de alegría y de esa insolencia que me permitía la inocencia que también yo estrenaba aquel día”, le decía en un diálogo de tú a tú.

Un recorrido por el Señor de la Pollinica que terminó en sus “brazos de padre abiertos para cuando todo se acabe”. Además, también habló de la Virgen del Amparo, a la que el reconoció como una madre. “Es la chiquilla que ocupa el centro de mi vida sin remedio, Ella se llama María pero yo la llamo Amparo”, concluyó.

Luego, la túnica nazarena se hizo presente cuando Augusto describió la “sensación única que es vestir la túnica”. La túnica nazarena, su “refugio”, que le sirvió para conectar con las vivencias del pregonero con la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos. “Penitencia era ir a tus pies lamentando una sentencia y no poder ver tu carita de Reina, penitencia era no respirar el mismo aire que te peina, ni arder a tu vera como cualquier gotita de cera que se derrite de pena”, expresaba al contar sus vivencia en el submarino de la Virgen del Rosario.

El escenario también se transformó en capilla del Molinillo. La silueta de la Piedad y niños y adultos que se acercan en una escena cotidiana que se vive cada día en aquel rincón del barrio. Augusto relató la que es la gran devoción del Molinillo. “Dios quiso dormir junto a su Madre donde el cielo se abre a sus gentes, habitantes que les quieren como no se puede querer a nadie. El Molinillo. Allí, donde día a día, agarraditos a tu reja, te recitan esa letanía de quejas, para que les protejas de la pobreza, del paro, de la enfermedad, implorando esa Piedad, que regalas a quien a ti se acerca”, expresaba. Devoción callada alejada de palios, coronas, vivas o candelerías tal y como él mismo relató. 

Unión y llamamiento a ser cofrades

Otro alegato hizo a favor de la libertad de expresión y el debate dentro de las cofradías frente a aquellos que imponen su criterio e intentan dividir a los cofrades dejando “heridos” por el camino, la mayoría de ocasiones desde dentro de las cofradías o a través de las redes sociales. “Somos cofrades, debemos unirnos, unirnos para curar esas heridas que a veces nos hacemos desde dentro. Debemos unirnos y juntos seguir nuestro camino”, insistía.

“Unidos frente a desencuentros, muchas veces artificiosos o con escaso fundamento que hacen parecer que estamos enfrentados o divididos. A veces son rencillas, dimes y diretes, gotitas de agua con poco recorrido que por no secarlas a tiempo se hacen mar con demasiados barcos hundidos. Pero hay que entender que aun en la diversidad debemos estar unidos”, haciendo referencia a los desencuentros entre cofrades.

También pidió unidad frente a los que se acercan a la hermandades para sacar rédito de ellas: “Unirnos también frente a los que durante todo el año nos dan patadas en los tobillos, pero acuden prestos a buscar un toque con el martillo de cualquiera de los tronos. Unirnos frente a quienes, sin conocernos, nos acusan de ostentosos, de soberbios o manirrotos, se confiesan no creyentes, pero no pierden la ocasión de salir en cualquier foto si con ello, si con ello gana unos cuantos votos, aunque sea para su comunidad de vecinos.”

Finalizó con un llamamiento a ser cofrades, sin complejos ni miedos, y de ser reconocibles ante los demás como tal. “Salid, salid a la calle, y yo con vosotros, y hacedlo sin miedo. Levantad el dedo y decid que sois cofrades y a quien no le agrade, decidlo otra vez de nuevo. Que no os callen, que eso no es un sortilegio que deba ser escondido, sino un privilegio digno de ser vivido”, terminó el pregonero.

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