Unicaja

Motor Brizuela

  • El escolta se erige en líder del Unicaja y las dos últimas victorias están marcadas por una exhibición suya

  • Tiene contrato hasta el 2023

Brizuela celebra una de las canastas frente a la Penya.

Brizuela celebra una de las canastas frente a la Penya. / acb photo

Se ha insistido, y con razón, en el desequilibrio existente entre el juego exterior y el interior del Unicaja. El verdadero potencial, donde el equipo malagueño marca las diferencias, es el perímetro. Una suma de talento que no ha acabado por dar el resultado esperado en los cajistas, lejos de los objetivos mínimos establecidos en agosto. Ha habido durante la campaña una competencia, salvo en los periodos donde las lesiones han dañado fuertemente, alta ahí.

Y en la recta final del curso queda claro e que lleva el peso del equipo en sus hombros. Se trata de Darío Brizuela, que está en uno de los puntos álgidos de su carrera. El vasco es el buque insignia y da muestras de ello cada vez que salta a pista, con especial incidencia en las últimas semanas. Había dudas de si podía trasladar su versión devastadora del Estudiantes al Unicaja y el escolta está demostrando que ha subido ese peldaño.

Su paso adelante en un momento crítico para el conjunto malagueño debe destacarse. Tiene carácter competitivo. Las dos últimas victorias de los de Fotis Katsikaris están marcadas por dos exhibiciones anotadoras de Brizuela, por encima de los 30 puntos frente al Bilbao Básket y el Joventut. Las mejores versiones del Unicaja han tenido una relación directa con el nivel sobre el parqué del vasco. Su trascendencia para el entrenador está fuera de discusión.

Tiene jerarquía para crear y anotar. No es baladí que sea el mejor asistente del equipo después de los bases (Jaime Fernández, Alberto Díaz y Mekel), con 3.2 pases de canasta por partido. Frente a la Penya, prórroga incluida, dio seis asistencias, cerca de su tope de verde, que sigue en ocho. Es el máximo anotador (14.5 puntos por partido) y el más valorado (12.8). Y el segundo que más juega, 23, por detrás de Alberto (24).

No ha ocultado Katsikaris la fe que tiene en el crecimiento del escolta. Con Luis Casimiro ya era uno de los líderes, pero con el griego está dando pasos para ser un jugador de otro calibre. Asentado en la ciudad con su pareja, está en el hábitat ideal con 26 años para lo que le está ocurriendo dentro de la pista. El Unicaja lo tiene atado hasta 2023, es decir, dos años más. Hay que ver qué ocurre de aquí en adelante, pero es uno de los jugadores que más cartel tiene de la plantilla. Por cierto, el sábado estuvo su agente Quique Villalobos en el Carpena, que también lleva los asuntos de Jaime Fernández y Francis Alonso.

La rendija es muy pequeña, pero su rendimiento puede meterle en el debate por estar en los Juegos Olímpicos. Quizá sea el único cajista con alguna opción. No obstante, la competencia en el perímetro es muy, muy alta.

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