Sergio Scariolo: "Veo al Unicaja con todas las características de un equipo grande"
El seleccionador español recuerda en Málaga Hoy cómo fue aquel título de Zaragoza en 2005, del que se cumplen 20 años, y también reflexiona sobre el baloncesto actual
Sobre excels, cargas y exitismo

Sergio Scariolo (Brescia, 1961) fue el primer entrenador que ganó un título nacional con el Unicaja, aquella Copa de Zaragoza de 2005. Se cumplen en unos días 20 años de aquella gesta y el seleccionador español recuerda con Málaga Hoy cómo fueron aquellos fríos días de Zaragoza que acabaron de manera arrebatadora y responde sobre numerosos temas de actualidad antes de ofrecer la lista de convocados para la ventana de partidos internacionales tras el torneo copero. Estará en Las Palmas como analista de Movistar, faceta que lleva desarrollando esta temporada.
Pregunta.-Nos hacemos mayores, Sergio. 20 años de aquel título de Zaragoza. ¿Qué recuerdos le vienen a la cabeza?
Respuesta.-Bueno, como un momento importante en mi trayectoria, en la historia del club. Un momento muy bonito a nivel emocional, con la afición, con la ciudad. Realmente con muchos momentos, desde la clasificación a los partidos, a la celebración. En fin, hay muchos flashes, imágenes de esos días.
P.-Siempre cuenta la anécdota de aquel avión mosquito que tuvo que volverse tras el despegue.
R.-Sí, sí. La verdad es que empezó con mal pie. Porque tuvimos un poco de miedo. Luego fuimos corriendo a coger un avión a Madrid. Corriendo, literalmente. En fin, que fue todo un poco como no deseas que sea una preparación para jugar una competición tan importante, llegando a las 3 de la mañana del día del partido. Pero bueno, a veces esta clase de cosas también genera un tipo de emoción o de unión, también dentro de los problemas que se van creando, y juntan más aún a las personas.
P.-Resume un poco el espíritu de aquella Copa, ¿no?. Entraron octavos, en la última jornada...
R. -Sí, realmente habíamos empezado ya en las últimas semanas de Liga una franca mejora, un crecimiento importante. Que, por supuesto, todavía tenía que consolidarse con más victorias y más jornadas de Liga. Pero que ya se veía. Es cierto que teníamos un lastre que acumulábamos y que no pudimos llegar más allá del octavo puesto. Tuvimos, digamos, en cierto sentido, una suerte de que nos tocó la cabeza de serie más dulce. En cierto sentido, por supuesto, que el Etosa Alicante en esos años estaba haciéndolo muy bien. Jugaba muy bien a baloncesto, tenía una plantilla muy experimentada. De hecho, nos llevó al límite (0-2) en los play off de ese año en cuartos de final. Pero es cierto que fue un impacto asequible. Un partido que jugamos, ganamos con cierta solvencia. Y que nos metió luego en semifinales sin haber tenido ni que enseñar demasiado ni que esforzar exageradamente a los jugadores que teníamos que reservar.
P.-La semifinal con Valencia fue aquella que Rakocevic y Montecchia estaban dominando, aquella zona 1-3-1...
R.-Sí, sí. Hubo un poco de todo. Ahí sí hubo que sacar todo lo que habíamos intentado proteger y habíamos preparado para la Copa y mantenido guardado. Nos ayudó un poco a desbloquearnos. Y sobre todo parar un poquito a estos dos bestias, Montecchia y Rakocevic, que nos estaban realmente creando muchísimos problemas. Y ahí fue un poco la idea de poner delante como un muro de tres o cuatro jugadores para que tuviesen que pensar en hacer otras cosas y funcionó. Pero por otro lado también tuvimos a Walter [Herrmann], que tuvo un partido impresionante, y al final conseguimos llegar a la final.
P.-Aquella final la recordamos jugando con gran aplomo contra Real Madrid, casi 40 minutos arriba, que no pesó en ningún momento el escenario de una final.
R.-También es cierto que llegábamos un poco, no digo de rebote, pero llegábamos sin mucho favor de pronósticos, sin mucha expectativa. Es cierto que habíamos empezado a jugar bien, pero la semifinal había sido un partido remontado con mucho mérito, pero cuando juegas contra el Real Madrid siempre estás en una posición en la que los que se supone que tienen que ganar son ellos. Y sí, es cierto que estábamos nosotros bien en todos los sentidos, físicamente, mentalmente, tácticamente y fue un partido que fácil no porque estuvieron siempre ahí, nos llegaban siempre cuando intentábamos irnos. A pesar de Louis Bullock, que fue el que se resistió más a entregar la cuchara, llegamos a la meta. Creo que ganamos con mérito, con mucho mérito.
P.-¿Es lo más difícil de un equipo empezar a ganar? Todos le damos más valor a la Liga del año posterior, pero ¿sin esa Copa igual no viene esa Liga?
R.-Bueno, no sé. Yo creo que lo más difícil es seguir ganando. Sobre todo competiciones de máximo nivel. Es decir, que tú puedes ganar una competición por un encadenamiento de acontecimientos o de circunstancias, bien tuyas, bien de los demás... Pero ir sumando y mantenerte yo creo que es más complicado. Realmente es más complicado. Sobre todo cuando hablamos de Liga, de Euroligas, de competiciones que te ponen ahí unos equipos poderosísimos y además en el momento en que no hay excusa, no hay que uno está bien, que uno no está bien, que uno ha empezado tarde, que uno ha empezado pronto... Esa dimensión, que es la dimensión definitiva de la grandeza de un equipo, probablemente entre todas, todas requieren esfuerzo y todas requieren mérito, sea la más complicada.
P.-De aquel equipo hay cuatro jugadores trabajando en el club de alguna u otra forma, hay entrenadores, cargos directivos de máximo nivel, hay padres de jugadores, de hasta un número uno del draft... Digamos que era un equipo que tenía mucho baloncesto.
R.-Sí, sí, sí. Por supuesto, había un nivel alto de cociente intelectual baloncestístico, de tradición, de pasión por el juego, de hambre. Había muchos componentes que se fusionaron en el primer gran éxito, digamos, de ese grupo. Porque sí que veníamos de una temporada que se había terminado de una manera hasta épica, la anterior, pero fue, por supuesto, el primer momento realmente trascendente del ciclo de ese equipo.
P.-Hoy se ven como normal las rotaciones, reparto de minutos, pero no eran frecuentes entonces, aunque ya en aquel equipo se veían posiciones como Cabezas y Pepe en el base o Herrmann y Risacher de aleros que no se tenía claro cuál era el titular. ¿Adivinaba ya que el juego iba por ahí, que ya había que tener plantillas profundas y largas para ser competitivos?
R.-Sí, desde luego lo que tenía claro es que teníamos que tener a 10 jugadores casi exactamente competitivos. Casi, porque exactamente nunca se consigue. Sí. Porque ahora ya diez es un número corto, ¿no? Sobre todo cuando se juega una Liga y Euroliga. Honestamente, a ese nivel de desgaste, de frecuencia de partido y de obstáculos físicos, de desgaste, de número de viajes... Sí que diez hace casi reír ahora mismo. En aquel entonces pocos equipos tenían esos 10 jugadores y era un poco la dimensión a la que se aspiraba para hacer crecer el club. De decir, vamos a mirar más hacia los que están arriba, pero haciendo las cosas de otra forma. No fichando de repente al crack de turno, sino estructurando una base sólida para cubrir la espalda también cuando vienen las lesiones o los bajones de forma...
P.-¿Cuánto ha cambiado el baloncesto en estos 20 años? ¿Es sobre todo la vertiente física, la velocidad, la rapidez?
R.-Sí, yo creo que todo viene de ahí. Luego, por supuesto, también la parte técnica, la parte táctica un poco… La parte táctica yo creo que tiene más que ver con la evolución tecnológica, a través de la velocidad de información, del volumen de información que puedes tener a nivel de imágenes, a nivel de estadística avanzada... Ha adquirido también una dimensión muy diferente, pero quizá un poco menos, ¿no? Sin embargo, a nivel físico, atlético, es donde el juego ha evolucionado más. Y, por supuesto, la ejecución de los gestos técnicos, que parece que no hayan evolucionado tanto, hay que parametrarlo en una velocidad de ejecución necesaria, por el tipo de oposición defensiva que los jugadores tienen, totalmente superior. Es decir, solo repetir los mismos gestos que hace 20 años a una velocidad bastante más baja y con físicos bastante menos poderosos delante se podían llevar a cabo, solo repetirlos ahora es un logro, es una gesta. Porque ahora mismo es necesario multiplicar la velocidad de ejecución y tener que sortear cuerpos y capacidad de movimiento y de tamaño muy superior, digamos, de movimiento dentro del tamaño. No es que haya gente de 2.30 ahora, entonces también había 2.10, pero los de 2.10 ahora se mueven como los de 2 metros de entonces. Es un poco así.
P.-¿Y la gestión del grupo ha cambiado mucho también? ¿La forma de acercarse al jugador?
R.-Pues es evidente que la comunicación en general entre las personas ha cambiado. Entonces, por supuesto, también la gestión y en buena parte comunicación también ha cambiado. Hoy mismo tienes que saber encajar dentro de la forma de relacionarse y de comunicar de las personas de hoy, de las personas jóvenes de hoy, sobre todo, y eso desde luego ha cambiado. Por otro lado ha cambiado, efectivamente, como decíamos antes, el concepto de jugador importante, jugador trascendente, número de jugadores. Es decir, que ahora mismo cualquier equipo casi se tiene que relacionar con jugadores que juegan poco, jugadores que casi no juegan, jugadores que deberían de jugar menos. Bueno, hay unas problemáticas que evidentemente la multiplicación de partidos ha conllevado y el desgaste físico, que ha crecido tanto. Obviamente eso también es algo que es un cambio que se ha producido en estos años.
P.-¿Y su evolución como entrenador, Sergio? ¿Con 43 años tenía más energía? ¿Ahora tiene una experiencia, una visión panorámica que igual no tenía entonces?
R.-Sí, yo creo que he mejorado bastante mi capacidad de entender las cosas y de transmitirlas. Lo que veo intacto es el afán de conocimiento, de estudio, de observación, de captación de cosas en otros equipos, de otros entrenadores. En ese sentido creo que he cambiado poco, pero sí que en la parte más de gestión, de comunicación, etcétera, sí que he ido evolucionando y mantengo un deseo también de seguir creciendo. Me gusta que haya pocas cosas que me sorprendan realmente en las que veo, pero también es cierto que muy de vez en cuando algo sí que me sorprende y me llama la atención. También valoro positivamente cuando pasa porque es mantener esa humildad y esa apertura mental para incorporar algún detalle, no claramente cambiar radicalmente tu filosofía. Para mí siempre ha sido intentar anticipar un poco la tendencia del juego más que tener yo unas ideas fijas y entender que todo el mundo se acoplará. Era más un poco intentar entender hacia dónde va el juego y anticiparse un poco, pero algún detallito sí que lo vas incorporando, modificando.
P.-Un poco de ciencia ficción. ¿Cómo ve en 20 años el baloncesto?
R.-Pues bueno, la tendencia es una eliminación progresiva de las posiciones. Una versatilización del jugador, una indefinición, una capacidad de hacer un poco de todo y con una capacidad difusa de poder ser fuente de generación del juego. Honestamente, no veo una reducción del peso del tiro de tres puntos, quizás nos digo yo que tenga que ir a más, pero evidentemente hay una subida de la importancia del tiro de tres puntos dentro del juego. Todo se basa sobre lo que las defensas de hoy te dejan, porque seguramente si te dejan mates, que te permiten tirar de medio metro o de meterla para abajo... Eso no cambiará nunca. A partir de ahí, todo lo demás cada vez es más complicado. Desde luego tienes que encontrar sitios y posiciones para poder tener algún tiro con porcentajes altos que te permitan sumar una cantidad de anotación que te permita ganar los partidos. Y por supuesto, cuando hablamos de porcentajes, hablamos de porcentajes reales, es decir, según el peso del tiro. Y obviamente eso es indudable, es incontrovertible. Así que al final tú tienes que, como decía antes, ser un buen notario de cuál es la evolución del juego, seguirlo o, mejor aún, anticiparte.
P.-Le vemos en su tarea de analista con Movistar, estará en la Copa de hecho. ¿Le gusta?
R.-Sí, me gusta porque me permite, no es que si no lo hiciera me desentendería porque lo seguiría igualmente, pero es obvio que el análisis de los equipos, de los jugadores, desde un punto de vista visual y estadístico, es algo que me está enriqueciendo muchísimo, sea a nivel nacional o a nivel internacional. Así que si no lo hiciera probablemente miraría los partidos de una manera más relajada, pero me faltaría un poco esa dimensión de estudio, y esa parte sí, desde luego me gusta mucho.
P.-Parece una Copa abierta. O sea, que no sería sorpresa que ganaran varios equipos, aunque siempre exista esa jerarquía.
R.-Bueno, yo creo que la foto de la clasificación ahora mismo es una foto muy real. Hay un equipo que ha estado con mucha continuidad desde el inicio, que es Unicaja, hay otro que quizá ha dicho las cosas más interesantes y originales, en cierto sentido, que ha sido el Valencia, y hay el Ferrari que se ha ido poniendo a punto y que probablemente llegará a un buen punto de maduración y de crecimiento, que es el Madrid. Evidentemente también Tenerife, también Barcelona, por momentos pueden seguramente ganar partidos sin considerarse sorpresas, pero yo creo que evidentemente esos tres equipos de forma distinta han dicho algo más que el resto, con un punto más de mérito para Tenerife, que yo creo tiene en conjunto el roster menos poderoso de los que están muy arriba, pero que ha conseguido, creo, alcanzar una cuota de resultados muy, muy alta.
P.-¿Cómo está viendo al Unicaja desde fuera?
R.-Lo veo bien, lo veo bien. La veo bien en esa sensación de solidez, de continuidad, de consolidación, de confianza en sí mismo, de no imprescindibilidad de jugadores, de sensación de que en cualquier momento pueden remontar y ganar un partido porque tienen esa confianza que les permite no bajar, no perder la fe hasta el final y tener recursos, incluso que no habían salido durante el resto del partido, pero a lo mejor en los últimos minutos sí que marcan diferencia. Es decir, toda característica de un equipo grande, de un equipo con una mentalidad importante.
P.¿Cómo valora esa continuidad del grupo?
R.Desde luego esa posibilidad de tener un núcleo duro junto y de que la gente se lleve bien y que se lleve bien profesionalmente, también fuera del campo, es un plus cuando no puedes traer, por supuesto, jugadores con sueldos de dos o tres millones de euros. No hay duda de que ese punto de compenetración, de colaboración en la cancha, es evidente también ahora y es evidente en estos años. El trabajo hecho para mantener unido el equipo, para hacer que jugadores, que obviamente entiendo que son cotizados por equipos que incluso pueden, en un momento determinado, ofrecer cantidades económicas superiores, es un esfuerzo, un trabajo que hay que valorar. Por otro lado, también creo que la sensación de que el conjunto sea un resultado superior a la suma de las individualidades y de los jugadores tomados cada uno por su cuenta, también es evidente, yo creo, en ese equipo como fue en aquel también. Lo veo con mucho respeto precisamente por el sentido de trabajo que hay, por el sentido de construcción, por el sentido de equipo, por el sentido de respeto de los roles internos de la cúpula que está detrás del grupo de los jugadores y por la imagen también que da el grupo de los jugadores a la hora de disciplina, de corrección, de compañerismo, es yo creo una realidad que quizá no presenta nombres, aunque algunos ya están emergiendo al máximo nivel pero nombres que representan por sí solos la especialidad de ese equipo, la especialidad de ese proyecto, sino que por su conjunto está destacando y que realmente todo el mundo considera como un candidato para poder conseguir grandes cosas y un rival que no quieren los rivales desde luego encontrar en la fase final de la Copa o de la Liga.
P.-¿Cómo está viendo a los internacionales del equipo?
R.-Son jugadores capacitados para complementar muy bien cualquier equipo. Obviamente el buque insignia es Alberto Díaz, que ha tenido momentos de incluso protagonismo individual muy marcado y muy destacado y muy meritorio en las últimas competiciones con la selección, pero también en un momento dado puede ser Yankuba, Jony o Tyson. Han sabido formar parte de los equipos, sobre todo los que han permitido de clasificarse para esos campeonatos y también han aportado en la fase preparatoria de esos campeonatos y me parece siempre positivo que haya un alma local, un alma nacional como eran Berni o Carlos. Ahora se trata más a nivel español porque la evolución un poco de la formación de los equipos un poco de las normas de elegibilidad tira cada vez más hacia fuera, hacia lejos respecto a las realidades locales iniciales pero que mantienen una identificación y una capacidad de identificar con una columna vertebral del lugar del país, en este caso a los equipos que demuestran cohesión al margen de su talento, que demuestran capacidad de estar bien juntos en una cancha.
P.-En clave selección vemos a algunos jóvenes con minutos no residuales que van a estar en la Copa, como Mario Saint-Supéry, Hugo González, lástima de la lesión de De Larrea... que se les está viendo sacar la cabeza durante la temporada.
R.-Sí, es una dimensión inicial de un crecimiento que tiene que llevarlos a jugar no solo minutos decisivos de partidos decisivos, sino también acciones decisivas en partidos importantes y en momentos decisivos de los partidos. Es decir, que es una progresión y que se ha empezado. Es evidente que se ha empezado. Lo que marcará la diferencia es justo cuando llegarán a ser los jugadores que tendrán la pelota en la mano cuando estás 80-80 a 3 minutos del final y te juegas tú la posesión para generar la ventaja importante. Eso todavía está delante de ellos y tiene sentido que no estén ahí todavía. Pero es lo que necesitamos. No jugadores de alto nivel de clase media, sino jugadores con esa capacidad decisiva de hacer cosas de altísima dificultad. Yo creo que llegarán seguramente antes de los que los han precedido, pero que todavía no están ahí. Hay que darles tiempo, paciencia y no pensar que solo porque uno juega en determinado partido bastantes buenos minutos está hecho. Que es meritorio y que estoy extremadamente agradecido a sus entrenadores. No agradecido, sino complacido y aprecio mucho. Pero hay una progresión que va en esa dirección y esperemos que vayan dando pasos adelante.
P.-¿Cómo ve el caso de Saint-Supéry en Manresa?
R.-Justo de esta manera. Es un momento de muchos saltos, algún bajo, una capacidad de estar en campo importante y que ahora se tendrá que completar con una mejora definitiva de la capacidad de tomar decisiones en cancha, que permitirá poder confiar en momentos cruciales de partido, que ya puntualmente lo ha hecho, pero que por supuesto será lo que cambiará su dimensión. Siempre hay porcentaje entre acierto y errores, no digo ahora meter canastas o no, digo la toma de decisiones buena respecto a la toma de decisiones menos buenas.
P.-¿Le caben en algún escenario para el Eurobásket o es demasiado pronto?
R.-Bueno, veremos. Todavía hay mucha competición. Yo creo que hay una línea clara, pero también es cierto que no hay que despreciar o faltar al respeto a los que en este momento están en un momento más alto de madurez, incluso de rendimiento. Así que hay que tener una visión colectiva, por supuesto tomar algún riesgo, pero a la vez ser justos y ver las cosas con los ojos de la realidad, no con los ojos del sueño de querer ver ya a un equipo de 12 niños de 20 años preparados para competir y ganar. Hay que ver las cosas como son, no como poéticamente nos gustaría que fueran.
P.-¿Cómo ve a los chavales de la NCAA desde la distancia?
R.-Bueno, con el filtro de uno que conoce el baloncesto americano, el baloncesto en sí. Así que con interés, pero con un interés selectivo. No me impresionan los números, sino las acciones. Me interesa mucho más cualitativamente ver qué hacen los jugadores que cuánto hacen. Muchas veces sumar números, sobre todo en la NCAA, que es una competición tan variada de conferencia a conferencia y con tanta diferencia de nivel, de oposición, de forma de jugar... Tenemos una sección de nuestro cuerpo técnico con tres entrenadores que semanalmente están siguiendo un grupo de unos 20 jugadores. Y, por supuesto, nos mantienen al día. Yo, personalmente, todas las semanas veo imágenes y un informe porque quiero saber exactamente en qué punto están y, sobre todo, intentar hacer el ejercicio más difícil y que es encajarlos dentro del baloncesto internacional, el baloncesto FIBA y de nuestro equipo. Que eso, no por sumar estadísticas, sea ese paso.
P.-Hablábamos de jugadores jóvenes, pero también vemos entrenadores nuevos en esta Copa, como Diego Ocampo o Dani Miret, que han estado en estructura FEB en algún momento. ¿Hay también nuevas ideas en los banquillos?
R.-Sí, sí, desde luego. Bueno, sobre todo siempre dentro de una capacidad de adaptación y de realismo porque siempre hay que tener un ojo bien puesto a lo que es la realidad y lo que hacen. Pero también con ese desparpajo, con esta capacidad de tomar algún riesgo, con ese punto de confianza extra en los jóvenes por convicción o por vocación, siempre tienen un poquito más. Y estamos hablando de dos excelentes entrenadores y de dos entrenadores que, junto a otros, no sólo ellos, están aportando desde luego cosas muy positivas a la Liga. Obviamente, Diego es primer entrenador en la República Checa. Si no, estaríamos encantados de volver a tenerlo como ya estuvo en nuestra estructura. Dani lo está y lo recuperaremos este año, tras un año de pausa por el primer año con todo lo que conlleva como primer entrenador. Pero son valores importantes en el baloncesto, muy importantes en el baloncesto.
P.-Realmente, ha trabajado también con Ibon, con Chus Mateo, Txus Vidorreta... Más de la mitad de los entrenadores en Gran Canaria.
R.-Con Dani y con Diego no he trabajado directamente, aunque han estado en estructura FEB. Los demás sí que han sido ayudantes, han trabajado directamente y la verdad es que guardo un recuerdo muy bueno de todos. Y no solo de lo que ha sido la colaboración en sí, sino también de lo que me han sabido aportar en momentos dados y de ellos he podido aprender en muchos momentos de nuestra colaboración.
P.-¿Cómo fue esa colaboración con Ibon?
R.-Yo lo tuve de ayudante en Vitoria, en su ciudad, lo recuperamos porque estaba en Valencia, llevaba unas temporadas en Valencia y cuando volví al Baskonia el propio club sabía que tenía que dar un salto de calidad a nivel de ayudantes, entrenadores. Ya lo habían vivido en la primera etapa, que había sido incluso un momento de discusión interna porque la creación de esa figura, el segundo ayudante por entonces, estamos hablando del 97, profesional, había llevado su discusión interna, su diálogo interno y ahora obviamente volviendo necesitaba una figura de alto nivel. Es mi forma de trabajar y porque me gusta promocionar también los jóvenes entrenadores que van hacia arriba y que se lo merecen y la verdad que fue una recomendación de Alfredo Salazar, que me recomendó antes de buscar fuera, entre comillas, de poder considerar la candidatura de Ibon y fue algo casi inmediato, fue realmente darme cuenta de que estaba delante de un excelente profesional, de un joven con un entusiasmo, una energía realmente muy buena. Y fue un año difícil, fue el año justo posiblemente uno de los años más difíciles de la historia del Baskonia, con problemas económicos muy gordos y aun así fuimos capaces de competir. Ahora mismo se ve que no se da por descontado poder llegar en un playoff, no se da por descontado llegar a competir en Euroliga también, en una Copa... En fin, que a pesar de las dificultades creo que Ibon me ayudó muchísimo en llevar el barco al final, al puerto y con sus características que ahora obviamente potenciadas por una experiencia madurada en muchos equipos y también por su afán de aprender, de su curiosidad por mejorar, por ampliar. Su visión se refleja yo creo en una excelente conducción de equipo, sea desde un punto de vista técnico-táctico, sea desde un punto de vista de la gestión del grupo humano. Mantuvimos siempre un contacto no solo profesional sino personal, muy amistoso. De hecho, habíamos encontrado el periodo para que pudiese venir a Bolonia a seguir durante una semana los entrenamientos de Virtus pero me llamó un día diciéndome que se había producido un contratiempo entre comillas, obviamente, la llamada del Unicaja. Me preguntó algo también, recuerdo un poco de todo y le comenté que no tenía que tener ninguna duda, que era una gran oportunidad y que siempre íbamos a tener tiempo de quedar, de vernos no en Bolonia ya sino, como ha pasado, en Málaga o en Marbella. Fue en su momento una gran decisión por parte del club, obviamente, por parte de Ibon y un matrimonio que está funcionando realmente fenomenal.
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