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Otro bochorno

  • Calamidad El Unicaja pierde ante el modesto Orleans y ahora puede caer hasta la tercera posición en la última jornada Moral Si se trataba de coger ánimo para Vitoria, los de Aíto se dieron un tiro en el pie

Si se trataba de coger moral y mostrar progresos antes de viajar a Vitoria, el Unicaja se pegó un tiro en el pie. Si Aíto y sus hombre quisieron engañar al Caja Laboral, quizá lo consiguieron, porque perdieron ante el equipo más modesto de la Euroliga, el Orleans. Y bien, además, por 16 puntos (72-88), nada menos. El domingo se sabrá. Lo que no quita para que en el Carpena se viviera otro bochorno, uno más. Demasiados esta temporada. La música de viento suena más que los aplausos en las despedidas y es un síntoma. El discurso de las lesiones puede valer para justificar algunas cosas, no todas. Y Martín Bertrán no pitaba ayer.

Hay días que no apetece demasiado ponerse la ropa y salir de casa, días de oficina sin más historia. Los 5.700 fieles que acudieron ayer al Martín Carpena. Tampoco pedían demasiado. Una victoria aseada y poco más, cargarse de razones para creer en un triunfo en Vitoria. Llegaba el Orleans, equipo contra natura en los planes expansionistas de la Euroliga. Presupuesto modestísimo, ciudad pequeña. Pero, dignos, han combatido casi todos los partidos y ayer celebraron un triunfo bastante prestigioso para ellos. Tanto como desdoro produce en el Unicaja.

Se trataba de vencer, fortificar el segundo puesto y seguir aspirando al primero. Ninguno de los propósitos se cumplió. La victoria del Olympiacos en la pista del Efes Pilsen en la prórroga hace imposible ser líderes. Ahora el objetivo pasa a ser amarrar el segundo puesto del grupo y no caer hasta el tercero, el suelo del equipo. Para ello, basta ganar en Vilnius, con el Lietuvos jugándose su permanencia en la competición, en la próxima jornada o que el Partizan pierda en la pista del Olympiacos, ya con el primer puesto matemático asegurado.

Las cuentas, no obstante, valen de muy poco con este equipo, que durante 25 minutos fue digno (45-31 dominaba poco después del descanso) y que en 15 fue infame. En 16 minutos encajó 57 puntos, un ilusionado rival se vino arriba y una nueva victoria se escapó del Carpena, una práctica demasiado frecuente.

La trascendencia del resultado no es enorme, pero sí apreciable. La diferencia entre ser segundo y tercero no es nimia pensando en el futuro, en el Top 16. Pero cualquier análisis no se sostiene si se ve un equipo como el de los últimos 15 minutos de ayer. Entonces habría que pensar mejor en sumar las victorias necesarias para salvarse del descenso de la ACB que en cotas superiores.

Se admite, claro, que la importancia del partido del próximo domingo es superior. Pero lo de ayer es difícilmente justificable. Dominó el Unicaja desde el minuto 4, cuando Dean encadenó un par de canastas para dar ventaja (13-8). Desde ahí, parecía un trámite el duelo (21-14 tras el primer cuarto). Printezis emergía como la mayor referencia anotadora y, en tercera marcha, el Unicaja dominaba con rentas de entre cinco y 10 puntos a favor. El Orleans se mostraba inocente, pero intenso.

Tras el descanso, con Archibald en la pista con unos minutos para coger el ritmo, otra racha de Printezis permitía pensar ya en un triunfo sin demasiadas complicaciones (45-31), pero ahí desconectó el Unicaja y el partido se convirtió en un museo del horror. Nada más iniciarse el último cuarto, Curti anotó desde ocho metros largos un triple cuando se acababa la posesión para dar la primera ventaja al Orleans (57-59). Fue la puntilla para un equipo en el que varios jugadores, casi todos, dimitieron de un último esfuerzo. Si se lo ahorraron para dejarlo en Vitoria sólo ellos lo saben. Pero también deberían ser conscientes de que ayer abochornaron. Igual que da prestigio ganar en Estambul, ensucia el nombre perder contra el Orleans en casa. Pero parece que no importa demasiado.

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