Festival Cine Málaga

Àlex Lora: "Las redes sociales nos están llevando hacia un mundo efímero"

El cineasta Àlex Lora, momentos antes de la entrevista.

El cineasta Àlex Lora, momentos antes de la entrevista. / Javier Albiñana

Creció en la filmoteca de Barcelona descubriendo a los grandes como Truffaut, Godard o Rosellini. Y pensó que, si ellos podían hacer películas, él también podía hacer cine. Àlex Lora se estrena como director de largometrajes en la Sección Oficial de la 26 edición del Festival de Málaga con Unicorns, una cinta sobre las contradicciones de los tiempos modernos, las distintas interpretaciones del amor y el falso escaparate de las redes sociales. 

Protagonizada por Greta Fernández, la película pone en jaque mate a toda una nueva de generación que deberá replantearse si realmente es feliz viviendo en un mundo de apariencias y constante búsqueda de la aceptación. Describir los problemas de las nuevas generaciones sin juzgar ni caer en moralismos es siempre una tarea complicada, pero que Lora cumple con éxito en esta aproximación poética a las realidades de la juventud.

-¿Por qué Unicorns?

-A la productora Valérie se le ocurrió lo de unicornios medio en broma, pero para mí empezó a tener mucho sentido. Por un lado, unicornio es un ser mitológico, irreal, que vive en un mundo imaginario, en las nubes...que es lo que le pasa al personaje de Isa y a mucha gente que vive en ese limbo de las redes sociales. Luego, por otro lado, ese deseo de trascender, de ser únicos, me parecía interesante. Y, por último, el término unicornio, en el ámbito sexual, se emplea para invitar a una tercera persona a una relación, por lo que guardaba también relación con el tema del poliamor.

-Poliamor, redes sociales, búsqueda continua de la aprobación... ¿con esta película pretendía retratar a las nuevas generaciones?

-La verdad es que no. Al ser de una generación más “viejuna” me parecía feo y abusivo meterle caña a generaciones posteriores. Yo quería que fuese la historia de Isa y, a partir de ahí, quien quiera puede encontrase reflejado. Ya sea de la generación Z, de los millenials, o de los boomers, porque hay muchos padres que encontrarán espejos en los que reflejarse y cosas sobre las que reflexionar. Es muy fácil echar pelotas fuera y decir que la culpa es de los demás. Y, aunque Isa tiene que asumir la responsabilidad sobre sus actos, existen también otros factores externos y presiones sociales, sobre todo, de cara a la mujer, que dificultan el camino.

-En la película se ve claramente cómo las redes sociales nos afectan a la hora de relacionarnos en la vida real, ¿nos estamos convirtiendo en borregos en dirección a un mundo superficial e hipócrita?

-Es uno de los peligros. Yo quiero pensar que tienen tanto cosas positivas como negativas, pero sí que creo que nos llevan hacia un mundo efímero, de mucha velocidad y, a veces, epidérmico. Aunque también es consecuencia de la globalización que nos da esa infinidad de posibilidades, pero que son inabarcables. Cuando era pequeño, no había móviles y solo existían tres canales. Ahora hay millones de inputs, y es positivo, pero, por otro lado, hay ciertos riesgos porque te pueden llevar a la parálisis. A veces eliges una cosa y, en lugar de disfrutarla, te estás sintiendo insatisfecho porque no has podido hacer ninguna de las demás. Te puede pasar como a Isa que lo quiere todo y, al final, se queda sin nada.

-¿Tener tanta variedad nos condena entonces a una constante insatisfacción?

-Si no eres lo suficientemente maduro, seguramente sí. En el fondo, lo que a mí me interesaba tratar era la incapacidad emocional. Siendo una persona con una discapacidad, lo obvio sería hacer películas o documentales sobre personas con una discapacidad, pero pensaba que era más interesante tratar el tema de una persona que, viviendo en una aparente normalidad, se movían en parámetros totalmente disfuncionales. Y, si tienes esa incapacidad emocional e inmadurez, creo que las redes sociales son un arma arrojadiza.

-El poliamor y las relaciones abiertas son también una constante en la película, ¿cree que el público está preparado para ver en pantalla, y aceptar, una forma de amar tan radicalmente opuesta a lo que estamos acostumbrados?

-Quiero pensar que sí, sobre todo en las generaciones jóvenes. Creo que el sexo no es ya ningún tabú. Existen distintas fórmulas y cada cual puede tener el tipo de relación que desee. Aunque eso no significa que crea que la monogamia ni casarse sea un sistema obsoleto. Pero sí pienso es que hay que reflexionar sobre las relaciones porque es importante negociar y encontrar compromisos.

-¿Y cómo fue la búsqueda de Isa?

-La descubrí en un concurso de cortos. Y, sin darme cuenta, cuando más tarde escribía este personaje me venían a veces imágenes de Greta. Pero me daba miedo que, al ser un personaje egoísta, inmaduro y, a veces, problemático, lo rechazase porque pensase que era una tía que iba a caer mal. Sin embargo, todo fue muy bien. Greta es un animal interpretativo. No sé si se hereda o qué pasa, pero lo que hace es una barbaridad.

-¿Considera entonces que hacen falta más papeles rompedores y polémicos como este para redefinir la figura de la mujer?

-Creo que sí, que hay que aceptar que las mujeres pueden ser desagradables, egoístas e inmaduras. Porque aceptarlo y mostrarlo es una forma de humanizarlo y de acabar con los prejuicios que, por desgracia, pesan mucho más sobre las mujeres en nuestra sociedad.

-En la película, a Isa le achacan que le hace falta encontrar su propia voz. ¿Tiene usted clara su voz como cineasta?

-Pues la verdad es que este proyecto es muy diferente a lo que he hecho siempre y no creo que muestre mi propia voz, pero sí que tiene elementos que son míos. Es mi primer largometraje de ficción, un proyecto al que le tengo un cariño especial, pero creo que se puede ir más allá.

-Queda camino por recorrer entonces...

-Mi intención es continuar. Para hacer documentales “no necesito a nadie”, pero para hacer ficciones sí. Y me gustaría seguir probando cosas. Yo creo que mi voz en esta película todavía no está y me gustaría seguir intentando mostrarla de una manera que me sienta más cómodo.

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