La farola

El hogar del autor de 'El Principito' en Málaga

La Fonda, donde estuvo Saint-Exupéry en Churriana, es el edificio en segunda fila a la izquierda, junto al camión rojo.

La Fonda, donde estuvo Saint-Exupéry en Churriana, es el edificio en segunda fila a la izquierda, junto al camión rojo. / Javier Albiñana

Es uno de los libros más vendidos en los dos últimos siglos. Una obra poco extensa, que tiene múltiples lecturas y ha pasado a la historia como la más conocida de su peculiar autor: Antoine de Saint-Exupéry. El Principito, la vida vista con una sensibilidad poco utilizada por el común de los humanos. Lo escribió un año antes de morir en la costa mediterránea francesa. Saint-Exupéry, un escritor que se ganó la vida como aviador de principios del siglo XX por todo el mundo. Uno de sus primeros trabajos, fue la ruta aérea entre Toulouse y Senegal, con paradas en Barcelona, Málaga, Tetuán y el Sáhara español. Fue entonces, mediada la década de los años 20 del pasado siglo cuando el célebre escritor tuvo un hogar pasajero pero recurrente en el barrio malagueño de Churriana, en una fonda que cuando él la conoció ya llevaba medio siglo de funcionamiento: La Fonda del Sol.

Aún hoy es un restaurante que está en un sitio privilegiado para ver el movimiento de los aviones en lo que hoy es uno de los aeropuertos más importantes de la península ibérica y que, en los años en los que aterrizó y despegó en él Saint-Exupéry era un reciente y modesto aeropuerto. El Aeromuseo de Málaga es un sitio perfecto para comprender lo complicado de la aviación de esa época, que vivía un momento de desarrollo pero en la que la mayoría de los aviones superaban con esfuerzo a los 120 kilómetros por hora en unas condiciones de estabilidad y seguridad que poco tienen que ver con la de los aviones de hoy en día. En cualquier caso, esta fonda que aún sigue como restaurante en Churriana fue el hogar del escritor durante los años en los que el transporte de correos entre Francia y África era su principal trabajo. En esa época, además, escribió su primera obra de calado: El Aviador (1926). Es el primer relato del autor en el que describe las sensaciones al volar con detalles de calado en los que se apunta su calidad literaria y que sirven para ponerse en la piel de un joven veinteañero acostumbrado a surcar el cielo en aquellos años, detalles como el ruido y las sensaciones tan específicas y diferentes a todo lo demás en esa época se pueden palpar en esa obra.

Natural de Lyon, Saint-Exupéry perdió a su padre a los cuatro años, tenía cuatro hermanos y su madre le pudo dar una esmerada educación, aunque en el colegio no destaca y es etiquetado de soñador y estudiante común. A los 12 años ya sentía atracción por los aviones y vuela por primera vez después de engañar a uno de los pilotos del aeródromo en el que iba a ver los aviones en sus vacaciones de verano. Dijo que su madre le había dado permiso para ello. Todo sale bien, pero no será hasta años después cuando Antoine desarrolle su faceta de aviador. Vivió la I Guerra Mundial viendo como su madre ejercía de enfermera y perdió por una enfermedad a un hermano menor que él cuando tenía 17 años, algo que le afectó profundamente.

Un estudiante que soñaba con volar y final trágico

Trató de ingresar tres veces en la escuela naval francesa y estudió Arquitectura en la Escuela de Bellas Artes, aunque con 21 años comenzó como mecánico sus dos años de servicio militar. Para entonces ya había tomado algunas clases de aviación civil y cuando consigue validar su licencia, el instructor deja constancia de que es alguien con facilidad para sumirse en su mundo interior y despistarse, aunque es un buen piloto. En 1923, aún durante el servicio militar y ya en una división aérea se fractura el cráneo en su primer accidente aéreo. Esto da al traste con su intención de ingresar en el Ejército del Aire Francés por presiones familiares y después de varios años en trabajos que no le llenan se enrola como aviador aeropostal en la ruta Toulouse -Dakar que es la que le hace conocer y pernoctar en Málaga. En Churriana no pasó desapercibido como uno más de los huéspedes y con el tiempo, el barrio malagueño ha dedicado un tótem de madera al célebre viajero.

Correo del Sur, (1929) su primera novela sirve para comprender su trabajo de mejor y más extenso modo que con El Aviador. Después, en la década de los 30, Saint-Exupéry empieza en Argentina como encargado de Aeropostas Argentinas, y teje la red de conexiones aéreas de ese país. Pocos años después, se dedica al periodismo (escribe sobre Vietnam, Moscú o España justo antes de la Guerra Civil), la escritura y a volar raids de largas distancias, lo que le supone algún accidente grave. En el 39 es movilizado por el Ejército del Aire Francés y acaba instalándose en Nueva York cuando Francia y Alemania firman la paz. En 1944 después de ser rechazado como piloto de combate, consigue entrar en una escuadrón de reconocimiento y el 31 de julio de 1944 su avión despega de Córcega sin armamento y con seis horas de combustible y nunca regresó. En 1998, se encontró cerca de una isla deshabitada en Marsella una cadena de plata con su nombre y el de su esposa; en 2004 se recuperaría una pequeña parte de la aeronave en las proximidades del lugar.

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