¿Por qué a la Catedral de Málaga se la conoce como 'La Manquita'?

La historia detrás de la torre que nunca se construyó y convirtió a la catedral en un símbolo de la ciudad

Una joya del Renacimiento andaluz que conquistó a los malagueños con su belleza... y su imperfección

De proyecto ambicioso a emblema inacabado: así nació el mito de La Manquita

La Catedral de Málaga se impone en el centro de la ciudad. / Javier Albiñana

La Catedral de Málaga, oficialmente llamada Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación, es uno de los monumentos más emblemáticos de la capital de la Costa del Sol. Su silueta domina el centro histórico y su historia está profundamente ligada a la propia evolución de la ciudad desde la Reconquista. Sin embargo, pocos edificios simbolizan tan bien la mezcla de historia, arte y curiosidad popular como esta catedral, conocida cariñosamente por los malagueños como La Manquita.

El origen de la catedral se remonta a 1487, año en el que las tropas de los Reyes Católicos conquistaron Málaga. Tras la toma de la ciudad, los monarcas ordenaron levantar un templo cristiano sobre la antigua mezquita aljama, en el corazón de la medina musulmana. Aquella decisión marcó el inicio de una obra que se prolongaría durante siglos y que pasaría por distintas fases constructivas, reflejando los cambios de estilo artístico y de poder político de la época.

La primera piedra se colocó en 1528, y el proyecto original corrió a cargo del arquitecto burgalés Diego de Siloé, uno de los grandes exponentes del Renacimiento español. En sus inicios, la construcción combinaba elementos góticos con innovaciones renacentistas, visibles sobre todo en los pilares con semicolumnas de capiteles corintios que aún pueden admirarse en la cabecera del templo. A lo largo del siglo XVI participaron otros maestros, como Andrés de Vandelvira, pero el proyecto nunca avanzó con la rapidez deseada.

Tres siglos de construcción y una torre ausente

Durante el siglo XVII, las obras apenas progresaron. Solo se completó el coro y parte de la nave central. No fue hasta el siglo XVIII cuando se retomó la construcción con nuevos planes arquitectónicos. Entonces se levantaron los grandes pilares del cuerpo principal, las cúpulas semiesféricas y la imponente fachada principal que hoy da a la plaza del Obispo.

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La catedral fue consagrada al culto en 1768, aunque todavía estaba incompleta. Faltaban varios elementos ornamentales, el tejado definitivo y, sobre todo, una de las dos torres proyectadas. De hecho, ese detalle —la ausencia de la torre sur— sería el origen del apodo popular que aún la acompaña.

La historia cuenta que los fondos destinados a completar la obra se desviaron a otros fines, lo que impidió su finalización. Existen varias versiones sobre el destino de aquel dinero: algunos historiadores sostienen que Carlos III lo destinó a apoyar la independencia de Estados Unidos, mientras otros creen que se empleó en mejorar los caminos de Vélez-Málaga y Antequera, fundamentales para el comercio interior de la provincia. Sea cual fuere la causa, el resultado fue el mismo: la torre sur nunca se construyó y la catedral quedó “manca”, dando lugar a su nombre más popular, La Manquita.

Una joya renacentista-barroca en el corazón de Málaga

A pesar de su inacabada construcción, la Catedral de Málaga es considerada una de las obras más notables del Renacimiento andaluz. Su estructura combina elementos de distintas épocas y estilos, fruto de sus largas y discontinuas fases de edificación. La fachada principal presenta un estilo barroco tardío, mientras que el interior mantiene el equilibrio y la elegancia propias del Renacimiento español.

Con 84 metros de altura, la torre norte es la segunda más alta de Andalucía, solo superada por la Giralda de Sevilla. Desde ella se puede contemplar una vista privilegiada del casco antiguo y del puerto, uniendo visualmente la historia y el presente de la ciudad.

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A lo largo del tiempo, la catedral ha sido objeto de diferentes intervenciones de restauración. En 2009 se acometieron obras urgentes en las cubiertas, y en 2011 se redactó el Plan Director de la Catedral de Málaga. Posteriormente, en 2015, se realizó una nueva restauración debido a los problemas de filtraciones de agua. Aunque se ha debatido en varias ocasiones la posibilidad de completar la torre faltante, la mayoría de los malagueños consideran que su singularidad reside precisamente en su imperfección.

La Manquita, símbolo de identidad malagueña

Más allá de su valor artístico, la catedral se ha convertido en un símbolo emocional para la ciudad de Málaga. Su apodo, La Manquita, refleja el carácter ingenioso y afectuoso de los malagueños, capaces de transformar una carencia arquitectónica en un rasgo de identidad propio.

Hoy, La Manquita no solo representa una joya del patrimonio histórico, sino también un testimonio de la historia viva de Málaga, que ha sabido conservar su esencia a través de los siglos. Inacabada, sí, pero majestuosa y única, esta catedral continúa siendo una de las imágenes más reconocibles del skyline malagueño, un emblema que combina arte, historia y sentimiento popular en un mismo monumento.

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