Colores para guiar la mano del neurocirujano

El Carlos Haya usa una técnica que emplea fluorescencias para extirpar un tumor sin dañar partes sanas ni dejar restos malignos

Herruzo, Benavides, Pérez Rielo, Arráez y Acha, ayer, en el congreso de la SEOM.
Herruzo, Benavides, Pérez Rielo, Arráez y Acha, ayer, en el congreso de la SEOM.

A la hora de extirpar un tumor cerebral es fundamental conocer sus límites. Quitar de menos puede suponer dejar células malignas que reproduzcan el cáncer y quitar de más, que el paciente pierda alguna función.

Desde hace cinco años, el Hospital Carlos Haya emplea una técnica que mediante fluorescencias guía la mano del neurocirujano. El tejido sano se ve en azul y el tumor, en rojo. Así puede apurar al máximo con el bisturí y extraer estrictamente el tejido canceroso. El jefe de Neurocirugía del centro sanitario, Miguel Ángel Arráez, explicó que la técnica permite que el cirujano ni se pase ni se quede corto.

Para ello, al paciente se le administra una sustancia que es metabolizada por las células tumorales. Luego, utilizando un microscopio quirúrgico que emite luz ultravioleta, el neurocirujano ve en azul lo sano y en rojo el tejido enfermo. De esa forma puede saber hasta dónde extirpar. La técnica se denomina resección guiada por fluorescencia.

El Carlos Haya fue el primer hospital español en utilizarla y ahora es uno de los ocho que la emplean. Antes, los neurocirujanos utilizaban los microscopios habituales de luz blanca halógena de modo que a la hora de meter el bisturí no tenían más guía que su propia vista. "El paciente toma un compuesto, las células tumorales lo metabolizan y emiten fluorescencia", detalló Arráez.

Además, añadió que "esta técnica prolonga la supervivencia y disminuye el daño de la cirugía". Desde que se puso en marcha, ya han sido operados con resección guiada por fluorescencia unos 200 pacientes.

La técnica se utiliza para un tumor muy específico del sistema nervioso central. Las intervenciones duran unas cuatro horas. El neurocirujano del Carlos Haya puntualizó que es una técnica que exige una tecnología muy concreta: "Se necesita un microscopio especial, muy caro, que emite una luz ultravioleta que detecta la fluorescencia".

El neurocirujano explicó la técnica durante la presentación de un libro sobre tumores del sistema nervioso central en niños y adultos que ha sido editado por cuatro profesionales del Carlos Haya. El propio Arráez; el jefe de Oncología Médica, Manuel Benavides; el director de Oncología Clínica, Ismael Herruzo; y el jefe de Oncología Pediátrica, Tomás Acha. En su elaboración han participado 126 especialistas de 17 especialidades. El libro es el fruto de tres años de trabajo y es un compendio de la patología oncológica del sistema nervioso central.

El gerente del hospital malagueño, Antonio Pérez Rielo, resaltó el enfoque multidisciplinar del texto que en definitiva recoge la labor en equipo que a diario hacen los profesionales para tratar a los pacientes. La presentación del texto se hizo dentro del XIII Congreso de Oncología Médica (SEOM) que ayer concluyó en el Palacio de Ferias.

El libro aborda también los tumores pediátricos del sistema nervioso central. Acha precisó que son los segundos más habituales después de la leucemia y representan el 19% del total. "Son pocos, pero cuantitativamente son muy importantes porque son los hombres y mujeres del mañana", indicó. Herruzo, por su parte, destacó que esta segunda edición -la primera fue en 2003- resume los avances en el campo de la imagen que permiten más precisión, menos toxicidad y mayor eficacia. El libro ha salido en el plazo previsto. Dicen los profesionales que por la perseverancia de Benavides que así se ganó el mote del "editor del frac".

stats