Málaga

La odisea de los erasmus malagueños en Italia por el coronavirus

  • El viaje de regreso de estos malagueños del país transalpino

  • Sólo una de ellos se plantea cancelar el programa de movilidad

Andrés Camino

Andrés Camino / M. H. (Roma)

Cuando llegaron a Italia con un par de maletas de veinte kilos, algunos libros, mucha ilusión y las aplicaciones de mapas y el traductor en el teléfono móvil nunca esperarían que el que les prometieron que iba a ser el mejor año de sus vidas, por mucho cliché que parezca, acabaría convirtiéndose en una odisea por tierra, mar o aire de vuelta a casa. Decretado el estado de emergencia en el país transalpino, este ha sido el viaje de vuelta (o la estadía en su caso) de los malagueños de Erasmus en distintas ciudades italianas. Pese a todo, sólo una de ellas se plantea renunciar al programa de movilidad.

Curro Marfil

Curro Marfil a la derecha de la imagen Curro Marfil a la derecha de la imagen

Curro Marfil a la derecha de la imagen / M. H. (Milán)

Curro Marfil, marbellí fue el primero en volver y el que lo tuvo más fácil también. Curro cursaba su programa de estudios en Milán, zona con más contagiados de Italia, cuando empezó a escuchar que la Lombardía corría el riesgo de echar el cierre. En ese momento, hace ya veinte días, cogió un vuelo directo a Málaga. En el momento que llegó a Málaga, llamó al teléfono habilitado por la Consejería de Salud y, al no haber presentado ningún síntoma "ni una décima de fiebre en estos veinte días", puntualiza; le recomendaron extremar la higiene, seguir las medidas y hacer vida normal.

A Curro le llamaron desde la Universidad de Málaga y le propusieron cancelar su Erasmus y hacer el resto de la carrera aquí, "pero no me lo planteo, ahora estoy dando las clases online, tengo la residencia pagada y cosas allí todavía y en España estamos llegando a una situación similar a la que hay en Italia", comenta el estudiante. Piensa volver a Milán cuando la situación sea estable, "aunque sea a final de mayo".

María Segura

María Segura María Segura

María Segura

Padua puede parecer un lugar paradisíaco en el que estudiar uno de los años de Farmacia. Eso debió pensar María Segura antes de tener que coger un autobús a Eslovenia con lo que le dio tiempo a meter en una maleta grande junto a sus amigas. Padua es una provincia muy cercana a Lombardía, zona cero y una de las 14 que el presidente, Giuseppe Conte decretó cerrar completamente este lunes. El sábado por la noche, cuando se filtró el que iba a ser el comunicado del primer ministro, ella y sus amigas decidieron salir del país. Tenían un vuelo el lunes a Budapest para celebrare el final de exámenes, pero no se quisieron arriesgar a que se lo cancelasen. Hicieron una maleta grande y la misma madrugada del sábado al domingo cogieron un autobús a Eslovenia y de ahí otro a Budapest. A la entrada a Hungría les tomaron la temperatura como medida preventiva.

El viernes regresó a España en un vuelo directo desde la capital húngara. No tuvo ningún tipo de control en ninguno de los aeropuertos que pisó. María tiene pensado seguir con su Erasmus. “Llevamos dos meses escuchando hablar del coronavirus en Italia y hasta ahora no había afectado a nuestra vida normal”, asegura María. Puede seguir sus clases online y la noticia desde su universidad es que el 3 de abril pueda reincorporarse con normalidad, pero "como está la situación en España no sé si podré volver porque nuestro país sea un foco vírico", duda la estudiante. La vuelta es una incógnita. Cuando vuelva a España piensa hacer una cuarentena voluntaria. 

Andrés Camino

Andrés Camino Andrés Camino

Andrés Camino / M. H. (Roma)

Entre los elementos disuasorios para elegir Roma como destino para un Erasmus, Andrés Camino pudo valorar la dificultad para y el precio del alojamiento en la capital italiana, pero nunca imaginó las dificultades a las que se iba a ver expuesto para acabar saliendo de la ciudad por mar. Su viaje comenzó el martes, cuando se prohíben los vuelos entre España e Italia. Él y sus amigos fueron directos al consulado para preguntar cómo volver y no encontraron ninguna respuesta. Les dijeron que cuando la aerolínea les cancelase el vuelo que tenían domingo, les informarían por la web del consulado o del ministerio de exteriores. Hasta el jueves no hubo actualización.

Lo primero que pensaron fue en coger un vuelo a otra capital europea para utilizarla de puente, hicieron una maleta rápidamente y cogieron un taxi al aeropuerto, "los vuelos estaban entre los 300 y los 700 euros, no era una opción", relata Andrés. Encontraron un ferry a Barcelona que tardaba 24 horas en hacer el recorrido, así que cogieron dos trenes de cercanías y llegaron al puerto. Allí había varios grupos de españoles de viaje de fin de curso intentando volver. En el control de seguridad del puerto y cuatro de estos estudiantes de fin de curso tenían fiebre, lo que retrasó el embarque cerca de dos horas.

Una vez llegaron a Barcelona no fueron sometidos a ningún control de temperatura ni de ningún otro tipo. De allí cogieron un taxi directo al aeropuerto y tomaron el primer vuelo a Málaga. "Vamos a hacer cuarentena voluntaria en nuestras casas, porque no tenemos síntomas y no nos hacen las pruebas", afirma Andrés, que tiene un vuelo de vuelta a Roma a mitad de abril para continuar con su estadía.

Juan Ruiz

Juan Ruiz Erasmus Italia Juan Ruiz Erasmus Italia

Juan Ruiz Erasmus Italia / M. H. (Roma)

No todos los estudiantes erasmus han optado por volver a España. Juan Ruiz se ha mantenido firme en su decisión de quedarse en Roma pese al coronavirus. Este malagueños cuenta que hasta el martes “habían turistas y buses turísticos por la ciudad, pese a que las calles estaban vacías”. Ha decidido quedarse porque es más seguro que exponerse a varios aeropuertos, además de que en Italia “las medidas son más contundentes y está más contenido”, argumenta Juan.

Oportunidades no le han faltado para volver, “muchos amigos han vuelto en ferry o en avión por medios de otros países”, cuenta Juan. También recibió el viernes un correo electrónico del Ministerio de Exterior por medio de su universidad de recibo por el que le ofrecía la posibilidad de ser repatriado en un avión de Roma a Madrid, “pero nos causa más inseguridad pensar qué haremos cuando lleguemos a Madrid, que ahora mismo es un foco de coronavirus”.

Jaime Jiménez

Jaime Jiménez se encontraba en Viena el fin de semana cuando se enteró que Italia pensaba cerrar sus fronteras. Todos sus amigos decidieron no volver a Italia, él viajo a Pescara, donde está haciendo su Erasmus. "No quería dejar a mi hermana Lola (que también está haciendo el Erasmus en Génova) sola si cerraban el país, sólo iba a venir a España si ella también podía salir", precisa Jaime. Lo primero que hizo cuando llegó a Pescara fue llamar al consulado español en Nápoles, "desde allí me recomendaron que saliera del país lo antes posible, por tierra o mar, que eran las vías que seguían abiertas", narra Jaime. Optó por volar a Bruselas, previamente tuvo que documentar que volaría de regreso a España. "Ahora vuelvo a Santander, donde tengo familia y haré cuarentena en casa", finaliza Jaime.

Lola Jiménez

Lola Jiménez Lola Jiménez

Lola Jiménez / M. H. (Génova)

Si Jaime optó por volar a Bruselas es porque su hermana Lola previamente salió de Italia vía ferroviaria. Como Jaime, Lola estaba fuera de Génova los días previos a que la situación se complicara en el país transalpino. Cuando volvió el lunes "nos encontramos que iban a cerrar los vuelos con España y vimos la gravedad", cuenta Lola.  Hicieron una maleta grande mientras buscaban autobuses a Barcelona. "Estaban todos cancelados, así que pensamos en ir a otro país, el destino más cercano era Francia y cogimos un tren a Niza", relata. Ya en la ciudad gala pudo volar a Madrid y de ahí a Jerez. Espera volver el 13 de abril y aprovechar el billete que tenía para volver a Génova después de Semana Santa.

Patricia Salado 

Patricia Salado y sus compañeras María Jesús y Natalia en Bolonia. Patricia Salado y sus compañeras María Jesús y Natalia en Bolonia.

Patricia Salado y sus compañeras María Jesús y Natalia en Bolonia.

Desde su cuarentena voluntaria, la estudiante de Pedagogía Patricia Salado aún está asimilando su ajetreada vuelta a casa desde Bolonia, donde comenzó un Erasmus a principios de febrero. “Teníamos muchísima ilusión por conocer Italia, por viajar a distintas ciudades y la gente hacía su vida con normalidad, no se veía en la calle ningún miedo, pero pocos días después cerraron los colegios y la universidad, se desabastecieron los supermercados y se formó una alucinante, parecía una película”, explica Patricia.

El lunes 9 de marzo lo recordará durante mucho tiempo. Comía con sus compañeras María Jesús y Natalia cuando sus teléfonos comenzaron a sonar. Eran sus familiares desde España. Había saltado la noticia de la cancelación de vuelos y había que volver a casa de forma apresurada.

“Entramos en pánico, una llorando, la otra hablando con su madre, yo intentando mantener la cabeza fría”, relata la estudiantes de la UMA. Vieron un vuelo que salía a las 16:30 con llegada a Málaga y escala en Francia y pensaron en cogerlo, a pesar de que supusiera regresar con lo puesto por lo ajustado del tiempo. Pero se calmaron y encontraron otro a Sevilla cuatro horas después.

Una compañera pagó por él 500 euros, María Jesús y ella, 220. En cuestión de minutos variaba el precio. “Tuvimos que bajar al supermercado a comprar maletas grandes y llamar a dos taxis porque íbamos con 12 maletas”, comenta Patricia. Y subraya que en el aeropuerto se pusieron “muy estrictos” preguntando sus lugares de destino y tomándole la temperatura. “El avión estaba lleno de Erasmus que salíamos huyendo de Italia”, dice.

Le resultó extraño que a su llegada no le tomaran la temperatura ni tuvieran ninguna medida especial con el vuelo recién llegado de Bolonia. “Una persona cuando bajamos del avión nos dio un papel con instrucciones, que si no teníamos síntoma que nos fuésemos a casa y si teníamos uno nos quedásemos en casa 14 días y si eran más de uno se llamara al 112”, comenta la Erasmus. Después de un mes sin verlos, ella se hubiera ido con su familia, pero por responsabilidad decidió quedarse sola en casa.

“Ahora tenemos una papeleta importante con la universidad, tenemos que cambiar la matrícula, nos preocupa el curso aunque en principio la UMA no nos ha puesto problemas”, dice la joven, que ya no tiene previsto volver a Bolonia para terminar su Erasmus. De toda su historia, la experiencia más desagradable la tuvo con la ausencia de actuación por parte de la embajada.

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