Málaga

Faustino Oro, prodigio del ajedrez a los 10 años: "Juego porque me divierte"

Faustino Oro, prodigio del ajedrez.

Faustino Oro, prodigio del ajedrez. / Javier Albiñana

Faustino Oro es un joven ajedrecista argentino que a sus escasos diez años ha dejado boquiabiertos a expertos y aficionados. Con ocho ya había alcanzado el título de mejor jugador sub-10 del mundo y tales son las habilidades del pequeño genio que ya lo llaman "el Messi del ajedrez", habiendo superado los logros de leyendas como Bobby Fischer, Gari Kaspárov o Magnus Carlsen. 

Durante su visita a Málaga, Oro se ha pasado este miércoles por La Térmica, donde ha sido partícipe de un coloquio. Aunque el chico, un "simpático manojillo de nervios", no ha apartado la vista de su tablero de ajedrez, al que estaba deseando echar mano. 

Si algo demuestra la historia de Faustino, o Fausti, como cariñosamente lo llaman en casa, es que el talento puede florecer en los momentos más inesperados. Su incursión en el mundo del ajedrez comenzó en 2020, durante el confinamiento, cuando contaba con solo seis añitos.

Mientras el mundo se enfrentaba a la pandemia, Faustino luchaba contra el aburrimiento. Siendo un entusiasta del fútbol y admirador de Messi, su afición por el deporte a menudo causaba molestias a su madre, quien tenía que trabajar en medio de sus "entrenamientos" improvisados en la sala de estar. Fue entonces cuando su padre le enseñó algunos movimientos básicos de este juego milenario, despertando así la chispa del interés en el muchachito.

"Sinceramente, al principio pensaba que el ajedrez era aburrido", admite, recordando sus primeras impresiones sobre el juego. Sin embargo, pronto descubrió que era su vocación: "Lo que más me gusta es la táctica, ¡y divertirme por supuesto! Es un juego que me divierte mucho".

Para aquellos que sienten temor de adentrarse en el mundo del ajedrez por su dificultad, Fausti ofrece palabras de aliento: "Diviértanse", dice. "Es lo que yo hago, juego porque me divierte. Y si pierdes, pierdes. Yo también pierdo. A veces se gana y a veces se pierde", ha expresado.

A pesar de su amor por el ajedrez, Faustino también disfruta de otras aficiones como el fútbol: "Me gustaría dedicarme al ajedrez de mayor, aunque otra cosa que me también me encanta y practico es el fútbol, sobre todo con mis amigos, porque a ellos no les gusta el ajedrez".

Su talento y dedicación lo han llevado a competir en numerosos torneos internacionales, desde Arabia Saudí hasta Brasil, pasando por Uzbekistán, Uruguay y por su puesto; Argentina y España. Su próximo desafío tendrá lugar el 26 de marzo en Alicante, donde espera demostrar una vez más sus habilidades frente al tablero durante el Open Internacional.

Detrás de este pequeño prodigio, hay una familia que ha sacrificado mucho para apoyar su sueño. Alejandro Oro, padre de Faustino, ha relatado el arduo proceso de mudanza desde Argentina a España, específicamente a Barcelona, en busca de mejores oportunidades para su hijo. Dejaron atrás una vida cómoda y estable, con puestos ejecutivos en empresas, para enfrentarse al reto de comenzar de cero en un país nuevo.

La decisión de mudarse fue motivada por el deseo de brindar a Fausti las mejores oportunidades para desarrollar su talento en el ajedrez. Para Oro y su esposa, el bienestar y el futuro de su hijo son "prioridad absoluta", incluso si eso significa renunciar a su propia comodidad y estabilidad: "Como padres, tenemos el instinto de tratar de dar las mejores oportunidades a nuestros hijos. En nuestro caso, si es esto a lo que Fausti se quiere dedicar, queremos que tenga chance de competir con los mejores jugadores del planeta, y en Europa hay mucha más competencia que en Latinoamérica en general".

"No importa a lo que tengamos que renunciar. Yo ya he hecho muchas cosas a lo largo de vida, ahora le toca a él. Para nosotros es imprescindible darle esa posibilidad, y después ya el tiempo dirá hasta donde puede llegar. Pero sería muy triste no haberlo intentado al menos", ha expresado Oro.

Oro ha explicado que Fausti es "bastante dedicado" y que pasa el 90% del tiempo que está despierto inmerso en el ajedrez. Además de sus clases de 12 horas semanales con profesores especializados, emplea una cantidad interminable de horas a ver vídeos, aprender estrategias nuevas y a entrenar. A esto hay que sumarle todas las partidas a las que juega por pura diversión: "Los últimos siete días jugó unas 200 partidas, eso son más de 20 horas", cuenta el padre.

A pesar de su temprano éxito, sus padres se esfuerzan por mantener un equilibrio entre su pasión por el ajedrez y una infancia normal, asistiendo al colegio y socializando con otros niños. Según detalla Oro: "Otros padres lo habrían sacado del colegio, pero para nosotros es muy importante que también tenga una infancia como la de cualquier niño de su edad y que pase tiempo con sus amigos".

La determinación de Faustino y el apoyo incondicional de su familia lo han llevado a lograr su primera norma de Maestro Internacional en el torneo de Comodoro Rivadavia. Ahora, con la mirada puesta en el futuro, el pequeño genio se prepara para perseguir su segunda norma: "El nivel ajedrecístico ya lo tiene, pero para conseguir la segunda norma necesita estar preparado emocionalmente, porque el ajedrez es un juego de toma de decisiones, y son muchos los factores que pueden influirte durante partida en la que se respira un aire de tanta incertidumbre", ha explicado Oro.

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