Málaga

Grygorii Khomenko: "Ucrania tiene que pensar en liberar el territorio, no en ganar la guerra"

Grygorii Khomenko con la bandera de Ucrania de fondo frente Delegación del Gobierno Junta de Andalucía en Málaga.

Grygorii Khomenko con la bandera de Ucrania de fondo frente Delegación del Gobierno Junta de Andalucía en Málaga. / JAVIER ALBIÑANA (Málaga)

Grygorii Khomenko (1959, Ucrania) es doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Universidad Estatal Ucraniana Dragomanov de Kiev (en la que sigue trabajando online). También fue vicerrector de Investigación y Relaciones Externas de la Academia Diplomática de Ucrania o Representante Permanente Adjunto de Ucrania ante las Organizaciones Internacionales, entre otros cargos. En la actualidad, se encuentra realizando una estancia en el Departamento de Investigación y Análisis del Centro de Estudios Iberoamericanos y Transatlánticos de la FGUMA, donde aborda la cooperación interregional de América Latina y el Caribe con la Unión Europea.

¿Cómo valora la respuesta española ante la guerra entre Ucrania y Rusia? 

Estamos muy agradecidos por el apoyo que España ha proporcionado a Ucrania, sobre todo por el armamento que nos han brindado para defender nuestro espacio aéreo. Otro ejemplo diplomático positivo es la cumbre de líderes de la Comunidad Política Europea y la UE que se celebró a comienzos de octubre en Granada en el marco de la Presidencia española de la Unión Europea. La invitación del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a nuestro presidente, Volodimir Zelenski, hizo que tuviera la oportunidad de contar los efectos de la guerra a los representantes de primera mano. Nos encontramos inmersos en una situación muy, muy grave. En un conflicto muy difícil de resolver porque hace muchos años, muchos siglos, que tenemos relaciones pero también tensiones de distinto tipo con nuestra vecina Rusia. Para mí es muy difícil tratar este tema. Mi corazón se rompe cuando hablo de él. En Ucrania vivíamos muy bien, había paz, prosperidad. Ahora mucha gente está sufriendo. Resido en España junto a mi mujer y mi hija por este mismo motivo. 

¿Cree que desde aquí tenemos una idea correcta de lo que está ocurriendo? 

Suelo leer más documentos y artículos académicos sobre relaciones internacionales aplicadas a mis investigaciones que medios de comunicación españoles, pero de vez en cuando lo hago y desde mi perspectiva personal diría que sí, también me parece que explican muy bien la posición de la UE respecto a la guerra. Lo que no pienso que sea tan atinado son las estimaciones que hacen algunos científicos. Es normal que haya diferentes posiciones, pero creo que no se trata de señalar quien va a ganar o quien va a perder el conflicto. Es muy difícil combatir contra Rusia. Posee armamento nuclear. No es posible pensar que sufrirá una derrota como en su día le ocurrió a la Alemania nazi pese a ser una potencia. Nuestro objetivo, como ucranianos, es que los soldados rusos no estén allí, liberar el territorio. Queremos vivir como lo hacíamos antes de la guerra. Tener soberanía e independencia. Eso es todo. 

El profesor Khomenko durante la entrevista. El profesor Khomenko durante la entrevista.

El profesor Khomenko durante la entrevista. / JAVIER ALBIÑANA (Málaga)

Pasando ahora a su campo de estudio. ¿Cree que Europa, y en concreto España, mantiene la suficiente interlocución con Iberoamérica? Existen lazos históricos muy fuertes y a veces da la sensación de que no se hace uso de ellos.

Hay un diálogo muy bueno. Se realizan bastantes cumbres entre España y los países de América Latina y Caribe, y se sigue trabajando por expandir esas relaciones. España, a través de la Presidencia Europea, tiene planteado firmar muy pronto un acuerdo que vincule a la UE con Mercosur, un bloque económico formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Alianzas de este tipo son un éxito. Suponen una convivencia entre esferas muy diferentes y muy ricas. Más del 60% de la biodiversidad del planeta está concentrada en América Latina, recursos naturales muy potentes que suponen un gran potencial para elaborar energía verde, como el 30% del agua dulce del todo el mundo, abundancia de commodities (insumos) para transformación energética... Son sólo unas cuantas razones para entender la importancia de que exista una buena relación entre ambas regiones. Europa, además, es un reflejo de las ventajas de la democracia a largo plazo. Hay países latinos que tienen democracias muy jóvenes, de apenas 40 o 50 años, que necesitan seguir teniendo referentes que las guíen. 

Algunos de esos países, sin embargo, siguen sumidos en dictaduras, como Venezuela, o han visto reverdecerse el populismo en los últimos años: México utiliza a menudo un discurso antiimperialista contra España, Argentina está al filo de la navaja entre el peronismo y el libertarismo. ¿Hasta qué punto son posibles relaciones diplomáticas fuertes o proyectos de cooperación con actores de estas características? 

No soy experto en política interior, pero es evidente que existen países, sobre todo con gobiernos de izquierdas, como Venezuela o Cuba, además de otros regímenes, con los que mantener relaciones fluidas resulta muy complejo. Es por esto que pienso que Europa tiene que balancear y mantener los gobiernos democráticos. Hay muchos casos recientes de éxito en la cooperación, como el envío de ayuda de la UE durante el Covid. En realidad, el curso de los países democráticos americanos no depende de los regímenes. Países como Venezuela, aunque sí tienen cierta influencia, no son determinantes en la región. Al final, es un proceso complejo que resulta interesante estudiar y que no se reduce a América Latina. En Europa tenemos el caso de Hungría, que tiene un discurso populista. 

¿Y entre EE.UU y América Latina? 

EE.UU hace muchos esfuerzos por tener relaciones fructíferas, como el tratado de libre comercio USMCA, similar al antiguo NAFTA, con México y Canadá. No obstante, se distingue de otros actores por preferir los diálogos bilaterales. Prioriza las relaciones a un mismo nivel sobre las supranacionales. Tampoco hay que olvidar que en el pasado intentó construir un proyecto entre dos bloques, norte y sur, para tener relaciones más estrechas y que fracasó por reticencias de países como Brasil, que optó por hacer frente a sus desafíos desde el Estado. 

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