Opinión | Territorio Comanche

Humo innecesario

  • En el Guadalmedina se ha dado un paso necesario, imprescindible desde el punto de vista técnico y ambiental

  • Sin él no se podría avanzar para decidir si queremos cauce abierto o embovedado

Recreación del parque  fluvial proyectado en el cauce del Guadalmedina.

Recreación del parque fluvial proyectado en el cauce del Guadalmedina.

EL deseo de pasar página ante estos años críticos que estamos viviendo, la necesidad de contar buenas noticias y de plantear actuaciones en positivo, no debe suponer que algunos temas se vayan de las manos y pierdan su esencia. Los medios de comunicación tienen mucho que decir en este aspecto. Me refiero al reciente acuerdo entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga para transformar el cauce del río Guadalmedina, una actuación dotada con 7,6 millones, que prevé un nuevo parque forestal y retirar 3.500 toneladas de residuos para hacer “un río más seguro, sostenible y lleno de vida”, según exponen. Y esa es una gran noticia. No es un acuerdo histórico, no es la solución definitiva, no es la integración urbana del río, ni nada de eso; sin embargo, sí es un proyecto necesario, incluso diría que imprescindible para llegar a esa futura integración del río en la ciudad bajo cualquiera de las opciones posibles.

En julio de 2012 el proyecto dirigido por el arquitecto José Seguí resultó ganador del Concurso de ideas sobre la integración del río en la ciudad, organizado por la Fundación Ciedes. Proponía una solución abierta, lejos del embovedado, y cuyo presupuesto rondaba los 150 millones de euros. Más río, más ciudad, era el lema. El proyecto se dividía en seis fases que incluirían la instalación de un parque de energías renovables, un parque de las ciencias, un centro cívico en La Palmilla, la urbanización y el ajardinamiento de la zona fluvial y la instalación de elementos de ocio y hostelería. El equipo de Seguí utilizaba las riberas del río como espacios de transición y descartaba el embovedado del cauce, anulando los muros del Guadalmedina. Otro de los puntos destacados de ese proyecto eran la gestión más eficaz del embalse del Limonero y la instalación, junto al puerto, de lo que denominaban la “Torre del río”, una pasarela que ejerciera el papel de mirador desde la que se recogería una visión global de la ciudad, el puerto y el río. El concurso, que no era vinculante, y bien que se encargó el alcalde en recordarlo tras el fallo del jurado, serviría como inspiración del plan definitivo para integrar el río en la ciudad de Málaga. Y efectivamente, parece que así ha sido.

Por tanto, y empezando por el final, la integración urbana del río NO se ha resuelto. Repitámoslo una y cien veces. He facilitado unas cifras a modo ilustrativo; la propuesta de Seguí, con bastante similitud, de hace 10 años tuvo un presupuesto de 150 millones de euros y esta actual de 7,6. Sin embargo, y dicho esto, se ha dado un importante paso. Necesario, me atrevería a decir que imprescindible, desde el punto de vista técnico y ambiental. Sin el que no podría llevarse a cabo la siguiente actuación consistente en decidir si queremos cauce abierto o embovedado, aguas abajo del puente de Armiñán, porque parece que la opción de los puentes-plaza no ha cuajado entre la ciudadanía. Pero el hecho de que no se vaya a dar solución aún a la integración urbana del cauce, no puede desmerecer, por varios motivos, lo que sí se va a hacer, el proyecto que se va a ejecutar, y que sin lugar a duda satisface a quienes defendemos la solución verde sobre la gris.

Para que el cauce pueda tener uso ciudadano son necesarias actuaciones previas, y la primera, la restauración hidrológico forestal

Para que el cauce pueda tener uso ciudadano son necesarias actuaciones previas, y la primera de todas, por puros motivos de seguridad, es la restauración hidrológico forestal de cuencas vertientes aguas debajo de Limonero, esas que incluso muchos malagueños desconocen al considerar que los caudales que aporta el río Guadalmedina están completamente controlados con la Presa del Limonero. Se trata de desarrollar las medidas necesarias para disminuir el máximo caudal que puede albergar el Guadalmedina y, con ello, rebajar el riesgo de inundaciones para la ciudad. Porque si en la actualidad el cauce puede evacuar un caudal de 600 m3/seg. este se vería superado en unos 300 m3/seg. si coincidiese en el tiempo la denominada “avenida de proyecto” o máxima avenida posible, que supondría la necesidad de abrir el aliviadero de la presa del Limonero, más unos 400 m3/seg. que generarían estos arroyos que vierten al río aguas abajo de la presa. Es imprescindible así, por motivos de seguridad, completar la reforestación de estas cuencas del Guadalmedina y realizar diques de contención que controlen no solo el agua de los arroyos, sino también los acarreos para frenar las aportaciones de tierra, de materiales, al cauce principal en momentos de fuertes precipitaciones. De modo que si bien se trata de unas pequeñas cuencas, tienen un desnivel muy serio, con fuertes pendientes, muy desprotegidas desde el punto de vista de la cubierta vegetal, y con mucho suelo desnudo, lo que, considerando el carácter torrencial de nuestro régimen pluviométrico y la proximidad de una ciudad, eleva exponencialmente la peligrosidad de estas. Por este motivo, se ha de garantizar que el agua torrencial llegue al cauce principal del río lo más limpia posible y lo más lenta posible. A partir de ahí, se puede acometer la renaturalización del cauce, la revegetación con especies de ribera y la adecuación al uso ciudadano. Al uso público del mismo, mediante la habilitación de pasillos de tierra elevados sobre el cauce, o bermas en las que se plantarán especies arbóreas para dar sombra, retirando la vegetación del cauce para facilitar la evacuación de las aguas de la presa y de los arroyos, y de alguna forma, retomando la idea de vía o corredor verde, tan frecuente en los últimos tiempos como opción verde de restauración en muchos ámbitos.

En definitiva, una propuesta sostenible, con todo lo que eso supone en cuanto a incremento de las capturas de CO2 por parte de vegetación y suelos, puesta en marcha de soluciones basadas en la naturaleza en el marco de una economía circular, e incluso la posibilidad de garantizar un cierto caudal ecológico y, por tanto, la consolidación de un pequeño humedal. Posteriormente, decidirán qué hacer en el tramo de cauce aguas abajo del Puente de Armiñan y hasta la desembocadura, y el ayuntamiento ahora sí que tendrá que hacer sus deberes puesto que se trata de actuaciones en tramo urbano, pero sí soy de los que considera que hemos de estar de enhorabuena por esta importante actuación.

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