Málaga

Melomics libera la música de corsés

  • Inteligencia artificial. El primer ordenador capaz de componer música tiene un hermano mayor que también interpreta y hace la música adaptable al estado de cada individuo en cada momento

IAMUS, el primer ordenador del mundo dotado de creatividad para componer música y autor del primer álbum de música clásica surgido de la inteligencia artificial, tiene ahora un hermano mayor: Melomics 109. Instalado en el nodo de súper computación de la Universidad de Málaga, el equipo no solo compone, sino que también interpreta sus propias creaciones. Música a partir de algoritmos se ha hecho desde los años 60 del siglo XX pero siempre copiando a compositores humanos. Esta es la primera vez que la inteligencia artificial ha sido capaz de componer generando estilos musicales propios y después interpretar su creación, reduciendo el papel humano al de oyente. Sin embargo, no se trata de un oyente cualquiera, sino de uno cualificado al que se le ofrece la posibilidad de editar su propia música.

"El ordenador no compone como el ser humano, sino en formatos editables. Es como sentarse junto al compositor y preguntarle cómo ha hecho esa música para poder editarla, adaptarla y pensar nueva aplicaciones", explica Francisco Vico, catedrático de la Universidad de Málaga y responsable del grupo de Biomimética que ha alumbrado primero a Iamus y después a Melomics 109. A partir de ahí han surgido nuevas aplicaciones. Ahora, por ejemplo, es posible disponer en el teléfono móvil de música para dormir con la singularidad de que en cada momento se adapta al ritmo vital del oyente. Cada pieza consta de múltiples fragmentos de apenas segundos de duración que a través de combinaciones se adaptan al estado de calma o excitación de quien lo escucha para conducirle hasta el sueño.

La Asociación Americana del Dolor Crónico ha incorporado otra aplicación (Emtcp) desarrollada por este equipo que utiliza la música con fines terapéuticos para reducir la percepción del dolor. "Esto es posible porque miles de fragmentos musicales se combinan en función del estado del paciente y del dolor que sufre en cada momento". Uno de los horizontes que se marca el grupo es el Ipod 2.0, una serie de reproductores de música que proporcionen música adecuada a cada situación y a cada problema. "Imaginemos lo que sería ir a la farmacia y pedir música contra el estrés", sugiere.

El grupo, además trabaja en la creación de animaciones de ordenador que, combinadas con la música, también tienen por finalidad amortiguar la percepción del sufrimiento físico.

El grupo empezó a trabajar hace más de un año en la experimentación clínica, con el objetivo de proporcionar a datos científicos contrastados sobre el efecto de la música en los pacientes. En este sentido, ha podido constatar como la sensación de dolor se reduce hasta tres veces en los niños sometidos a pruebas de alergología en el Hospital Materno de Málaga. A partir de septiembre se desarrollarán pruebas similares con niños enfermos de cáncer para determinar si la música creada por Melomics 109 es capaz de reducir la ansiedad durante pruebas dolorosas, al tiempo que otro miembro del grupo está probando en Italia el efecto de esta música surgida de la inteligencia artificial en enfermas de cáncer de mama.

La música es capaz de desatar determinados mecanismos neuronales que bloquean o minimizan las señales de alerta de dolor que recibe el cerebro. No obstante, el equipo científico tiene la necesidad de acudir a la experimentación clínica para "demostrar la validez de nuestra tecnología".

Este trabajo, que replica en la música los procesos embrionarios y evolutivos de la biología, comenzó formalmente en 2010, un año después de que Francisco Vico invirtiera su tiempo personal en explorar este campo. A partir de esa primera investigación básica, el grupo logró fondos por importe de 1,3 millones de euros del extinto Ministerio de Innovación y Ciencia. Esta financiación pública ha mantenido la actividad científica hasta junio de este año. A partir de ahora, se plantea acudir a las convocatorias de fondos europeos para recabar recursos para seguir experimentando los usos terapéuticos de la música.

Durante estos cuatro años, en los que se han iniciado cuatro tesis doctorales en el grupo -tres de ellas ya concluidas- los investigadores han creado también la spin-off Melomics con la finalidad de explorar y explotar comercialmente la tecnología.

El asunto no es fácil desde el momento en que Vico y su equipo parten del convencimiento de que la música no es patrimonio de ninguna industria, de ahí que la música creada por sus criaturas sea accesible y gratuita, a través del repositorio de la empresa Melomics. "No podemos doblegarnos a los modelos antiguos. La gente tiene que tener la música a su alcance, decidir qué escucha y cómo. La música no es tener una lista de reproducción, la música no es Lady Gaga, no es lo que la industria quiere que sea y los que nos dedicamos a las TIC tenemos que ser conscientes de que tenemos la posibilidad de cambiar el mundo", afirma.

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