Málaga

De Paraguay a Málaga: el reencuentro de una madre y su hijo 18 años después

  • Voluntarios de la asociación Avates recaudan los 1.200 euros de un billete de avión para cumplir el sueño de una mujer con cáncer y sin recursos

El reencuentro entre Milta y su hijo Jonathan

El reencuentro entre Milta y su hijo Jonathan

Cuando Milta dejó en 2003 a su hijo Jonathan, con solo 8 años, en Paraguay y puso rumbo a España para buscar nuevas oportunidades y poder afrontar el pago de sus estudios lo hizo, quizá, sin imaginar que volvería a verlo convertido ya en un hombre a punto de titularse como fisioterapeuta. Ambos se han reencontrado en el aeropuerto de Málaga casi una década después para saldar la cuenta de todos los abrazos y besos que dejaron pendientes. Porque ni los mensajes ni las videollamadas en las que se refugiaron durante tanto tiempo lograron romper la barrera de los casi 5.000 kilómetros que los separaban. “He sufrido y llorado mucho”, reconoce Milta.

La Asociación de Voluntarias de Andalucía para la Participación e Intervención Social (Avates) ha sido la responsable de hacer su “sueño realidad” asumiendo el coste del billete de avión, unos 1.200 euros. “Pepi Moya –la fundadora– me ha traído a mi hijo. Ha conseguido en unos meses lo que yo no he podido en años. Había sido imposible”, expresa la mujer, que es viuda y vive en un piso compartido en Fuengirola con escasos recursos económicos.

Hasta hace dos años, la mujer trabajaba como interna en una casa cuidando a personas mayores, pero la vida tenía preparado para ella otro destino. A Milta le diagnosticaron un cáncer del que todavía se recupera y, de hecho, el día en el que Jonathan aterrizó en España tuvo que regresar con él al hospital para seguir recibiendo la sesión de quimioterapia que le correspondía.

La asociación de voluntarias, que nació en marzo de 2020 en pleno confinamiento elaborando para sanitarios trajes de protección (EPI) deshechables con bolsas de basura, se ha volcado con Milta desde que conocieron su caso. “Le ayudamos con la comida y las compañeras nos turnamos para que nunca esté sola. Me contó que su ilusión era ver a su hijo pequeño y pensé: ‘a este niño hay que traerlo’. Nos ha costado mucho trabajo”, explica la presidenta del colectivo, formado por unas 150 personas que se dejan la piel en echar una mano a todo aquel que le pide ayuda. Organizaron colectas, una excursión y hasta rifaron un horno para recaudar el dinero que les permitiría costear el viaje de Jonathan a Málaga, donde estará junto a su madre durante tres meses.

Trajes de protección elaborados con bolsas de basura Trajes de protección elaborados con bolsas de basura

Trajes de protección elaborados con bolsas de basura

Pero no ha sido la única iniciativa solidaria que Pepi Moya ha capitaneado en este año y medio de pandemia. Sus EPIS, asegura, han cruzado el charco. Los voluntarios han enviado gorros, patucos, buzos y hasta delantales a países como Honduras, Cuba y Mali. “Ahora estamos haciendo compresas reutilizables que nos han pedido”, detalla, al tiempo que recuerda los difíciles momentos que atravesaron mientras duraron las restricciones de movilidad impuestas para frenar los contagios de Covid-19. “Empezamos con bolsas de basura y, después, seguimos con telas homologadas. Éramos 40 mujeres trabajando de noche y de día. Había familias enteras cosiendo, algunas a mano porque no tenían máquina. Llegamos a entregar entre 2.000 y 2.500 equipos a la semana”, afirma Pepi.

Los voluntarios ahora están inmersos en la campaña de Navidad que han impulsado para recaudar regalos que repartirán a niños necesitados. También ofrecerán bufandas, pañuelos, taleguitas, bolsos y jabón –elaborados por ellos mismos– a los mayores que acuden, entre otros, al comedor de Santo Domingo.Actúan, en palabras de la presidenta de la asociación, “desde el corazón”. Pero para seguir respondiendo al llamamiento de tantísimas personas sin recursos, necesitan, de forma urgente, que se les ceda un local para almacenar y distribuir, por ejemplo, los alimentos que donan a ONG como las Hermanitas de los Pobres o Cáritas. “Todo lo que nos han pedido lo estamos consiguiendo, pero esto se nos empieza a complicar”, sostiene.

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