Día Contra la Violencia de Género

Plantar cara a la violencia

  • Tres mujeres relatan sus historias de supervivencia frente al maltrato machista

  • En lo que va de año 39 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas

Rodríguez, Avilés y Gómez.

Rodríguez, Avilés y Gómez. / Javier Albiñana (Málaga)

No pierde su mirada cálida, su calma cuando relata, con una valentía sorprendente, las violaciones diarias, las palizas, las humillaciones a las que le sometió su ex marido desde 2005 a 2008. La primera bofetada, esa que le cruzó la cara y el alma, llegó a los pocos meses de iniciar su relación, cuando ella le recriminó que llegaba tarde a casa, que salía demasiado con sus amigos. No se arrepintió de lo que había hecho, todo lo contrario. "Empezó a hacerlo con más ganas, me hablaba mal, discutía, todo le parecía mal", relata Gema Rodríguez, de 37 años. Sin embargo, no pensó en dejarlo. Sobre el porqué se ha hecho mil veces la pregunta. No dependía económicamente de él, pero sí de manera emocional, comenta.

Le quemó la cara con ácido, le abrió en canal un pecho con un cuchillo porque decía que iba provocando, la dejó una noche entera en una terraza y la amenazó con tirarla de la tercera planta si gritaba. "Para él el maltrato era una forma de educar a la mujer", dice y asegura que "se crecía con cada golpe". Gema presentó 30 denuncias pero la orden de alejamiento no llegó hasta la 31, cuando pasó tres días ingresada en la UCI después de que su marido le desgarrase el útero tras darle una paliza y hacerle perder a su hijo. Le costó 15 abortos poder llevar un embarazo a término cuando supo y pudo rehacerse.

Cuando él la perdió definitivamente le pidió perdón en televisión y le mandó más mensajes que en todos los años de relación. No había marcha atrás después de encontrar una salida. Su ex marido nunca fue a la cárcel por las agresiones reiteradas a Gema, esas que le han marcado ya para toda la vida aunque no guarde demasiado rencor. "Son experiencias que pasan", comenta y asegura que no contaba muchas de las cosas a su familia "para no mezclarla". Animada por su pareja actual decidió publicar un libro con sus diarios y en 2013 vio la luz África en la piel, del que se han vendido 23.000 copias y se han hecho cinco ediciones. También ha fundado dos asociaciones, Nada es imposible, para luchar contra la exclusión social, y Nunca Sol@s, para ayudar a víctimas de violencia de género.

Belén Avilés tenía 17 años cuando conoció al que pocos meses después se convertiría en su marido. Él quiso que se quedara embarazada siendo aún una adolescente para que sus padres no se opusieran a la relación. Los insultos fueron los primeros en aparecer. El trato vejatorio, los gritos de gorda y asquerosa desde la ventana, las burlas, la humillación. "Primero recapacitaba, intentaba cambiar y teníamos una buena racha, pero cuando nació el niño empeoró, se iba de fiesta, salía con otras mujeres, incluso metió a una en nuestra cama mientras que yo estaba en el hospital recién parida", cuenta Belén. Una noche la llevó a la fuerza a casa y le dio un tortazo que aún tiene clavado en el recuerdo. Le abrió la muñeca a puñetazos otro día, el sacó un cuchillo delante de su hijo de tres años, le causó hematomas en las costillas porque ella se opuso a que ligara por internet. Otro día, ella cogió el mando de la televisión y él le agarró del cuello con tanta fuerza que casi la dejó sin respiración. Aún así, Belén considera que "la violencia física fue más esporádica". La psicológica la fue degradando tanto que era ella la que se arrodillaba para pedirle perdón "porque sentía que yo había provocado su reacción, me decía que era mi culpa y yo me lo creía".

Belén estuvo 7 años conviviendo con su maltratador y asegura que no llegó a sentir miedo. "No vi el peligro, creí que todo sucedía por mi culpa, cuando salí de aquello y lo analicé desde fuera fue cuando supe dónde había estado metida y la suerte que tuve de escapar de ahí", comenta. Pero no fue ella la que presentó la denuncia. Un amigo vio el último hematoma que le había ocasionado su marido. Se lo contó a su hermana y junto a otra pareja, los más cercanos a Belén, fueron a poner la denuncia. Fue una noche de 2008. A la mañana siguiente se celebró el juicio rápido y se decretó una orden de alejamiento. Él no entró en la cárcel pero quedó apartado de su vida, aunque luego quiso volver con ella. "Le dije que no y fue el momento más feliz de mi vida", reconoce esta joven de 32 años. "Con él me sentí muy humillada, me decía que era fea, que era horrible, que nadie me iba a querer", relata. Pero después, a pesar del miedo a las muestras de cariño de otros, pudo sanar sus heridas y encontró un amor que la protege y que ha evitado, en alguna ocasión, que su ex marido vuelva a agredirla.

Josefa Gómez, de 46 años, también sufrió violencia de género. Tuvo que abrirse camino sola desde muy joven, salir de su casa y marcharse al extranjero. "Aún no estoy preparada para contarlo", dice y son sus canciones -es cantautora y compositora- las que relatan el drama por ella, las que le ayudan a sacar toda la frustración que se acumula por dentro y las que lanzan un grito de superación a las que aún no han dado el paso de intentar dejar atrás una realidad que las asfixia. En Josefa hay una visión positiva, un mensaje de esperanza, de fuerza, de lucha. "Mis canciones hablan de abrirse camino, de nadar contracorriente, todo ello desde el prisma de una mujer", comenta. "Cuesta tanto salir que parece que es imposible", asegura y reconoce que "hay secuelas que te duran para siempre". En su caso, las pesadillas.

"Algunas veces ocurre que como tienes un ejemplo de vida erróneo, te acostumbras a una realidad perjudicial y, sin darte cuenta, te puedes ver metida en una situación similar, en la que se repiten los roles", comenta. Pero ella no quiere quedarse en el drama, en la autocompasión, sino que anima a buscar las fortalezas, las capacidades que cada mujer tiene para salir de una relación destructiva, de un hogar que se convierte en foco de tortura. Eso se lo enseñaron en Berlín y fue la música la que le ayudó a ella a salir adelante. "Si yo pude salir, tú puedes", decían las voces de víctimas de maltrato puestas sobre fotografías tan explícitas como espeluznantes. Pertenecen a una muestra que en estos días se puede ver en la sede provincial del Instituto Andaluz de la Mujer. Para ellas hubo salida y hoy dan la cara contra el maltrato. Otras 39 mujeres en este 2016 no han tenido esa suerte.

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