Violencia de género

La mujer asesinada pidió un sistema de teleasistencia que le fue denegado

  • El agresor esperó a su ex pareja en la calle Villafuerte de El Palo donde le agredió con un cuchillo y un hacha · El Gobierno dice que al documento tramitado por el Ayuntamiento le faltaban datos · Un juzgado lo condenó en julio por amenazas y maltrato

"La estaba esperando. Ha venido a matarla y con un hacha se ha ensañado con ella en el suelo". Así relató ayer un testigo la muerte de la primera víctima mortal por violencia de género en Málaga. Susana María Galeote tenía 37 años, una hija de apenas 4 años y estaba en trámites de separación de su ex pareja. Meses antes de que ocurriera el fatídico suceso, la mujer había solicitado el servicio de teleasistencia móvil para víctimas de violencia de género, que, sin embargo, le había sido denegado, según señaló ayer la directora del área de Igualdad de Oportunidades de la Mujer del Ayuntamiento de Málaga, Gema del Corral. Además, su presunto agresor tenía en vigor una orden de alejamiento y hacía sólo siete meses que había sido condenado por maltrato y amenazas, aunque la sentencia había sido suspendida durante dos años a cambio de que siguiera un curso de igualdad de género.

La condena a J. R. C. tuvo lugar el 9 de julio del año pasado. El Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Málaga le impuso ocho meses de cárcel y 16 de alejamiento por dos delitos de amenazas y otros seis meses de cárcel y 16 de alejamiento por un delito de maltrato simple. Pero J. R. C. nunca pisó la cárcel porque se conformó con los hechos, aceptó la condena y el juzgado la dejó en suspenso a condición de que siguiera un curso de sensibilización en igualdad de género.

La causa, según informó ayer tarde el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), tuvo entrada en el Juzgado de lo Penal 13 de Málaga que inició la ejecución de la pena el 27 de julio pasado. El 8 de noviembre pasado fue aprobado el plan que remitieron, los servicios sociales penitenciarios en el que figuraba el contenido del curso de igualdad que le permitía a J. R. C. no tener que cumplir la condena a condición también de no reincidir en dos años .

Mientras la maquinaria judicial seguía su ritmo, la víctima trató de protegerse con un sistema de teleasistencia, un servicio que gestionan los ayuntamientos en virtud de un convenio de colaboración con el Ministerio de Igualdad y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). Sin embargo, es una comisión de seguimiento, dependiente de estas dos últimas entidades, la que decide si este recurso se concede o no, según explicó Del Corral. Así recalcó que desconocen la razón por la que se denegó este servicio a la mujer, ya que "esta comisión de seguimiento no tiene por qué motivar la denegación". Asimismo, indicó que la Policía Nacional consideró hace unos meses en un informe de valoración que el nivel de riesgo de la víctima era bajo. No obstante, fuentes policiales confirmaron este proceso e indicaron que "no había otro elemento para elevar el riesgo"

La mujer, que había sido atendida por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), acudió al Ayuntamiento malagueño para solicitar la teleasistencia móvil, ya que cumplía con el requisito exigido: tener en vigor una orden de protección. La petición se tramitó el 22 de julio de 2010, recibiendo la denegación el 4 de agosto, según explicó la directora del área de Igualdad de Oportunidades de la Mujer.

Sin embargo, el delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente, aclaró ayer por la noche que la solicitud del servicio de teleasistencia móvil no llegó a tramitarse por defectos de forma. Lorente explicó que los servicios sociales del Ayuntamiento solicitaron la prestación de este servicio para la mujer asesinada, pero que nunca llegó a tramitarse porque la comisión de la empresa encargada de tramitar y prestar el servicio de teleasistencia móvil en Málaga, Eulen, detectó que en la documentación presentada por el Consistorio malagueño faltaban algunos datos y devolvió la solicitud al Ayuntamiento para que completara los trámites.

Finalmente, según la versión del delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, los servicios sociales del Ayuntamiento no presentaron la documentación con los datos requeridos, por lo que la solicitud nunca llegó a tramitarse y, en contra de lo defendido desde el Consistorio malagueño, no pudo haber denegación de un servicio no solicitado.

Lorente también consideró una "imprudencia seria y grave" vincular este "homicidio a la existencia o no de un teléfono de teleasistencia, que no podría haber evitado" la muerte de esta mujer cuando el agresor la esperaba con un hacha y un cuchillo en la puerta de su casa.

El servicio de teleasistencia, dirigido a las víctimas de violencia de género que tengan una orden de protección y no convivan con la persona que las ha sometido a maltrato, se basa en la utilización de un teléfono móvil que, ante situaciones de emergencia o para asesorarse e informarse, permite a estas mujeres en situación de riesgo entrar en contacto con un centro atendido por personal especializado, sólo con apretar un botón y en la modalidad de manos libres.

El trágico suceso ocurrió sobre las 9:30 de ayer en la calle Villafuerte, en la barriada malagueña de Miraflores El Palo. La mujer había dejado a su hija en el colegio y acababa de comprar algunas cosas en una tienda. Se dirigía a su vivienda, ubicada en la calle Caballero Platín. A pocos metros de la puerta de su casa, cuando se disponía a bajar una escaleras se vio sorprendida por su ex pareja, un hombre de 41 años, quien con un hacha y un cuchillo comenzó a agredirla. "Le ha dado más de una veintena de hachazos y puñaladas. Prácticamente la ha degollado", aseveró Enrique, uno de los testigos del suceso.

Poco pudieron hacer los vecinos allí presentes. "La vimos pasar con varias bolsas. Instantes después escuchamos gritos y salimos corriendo para ver qué pasaba. La imagen era escalofriante. Se ensañó con ella. La herida del cuello era impresionante", relata Enrique. Fue él junto a un trabajador de Limasa los primeros en llegar al lugar y quienes posteriormente retuvieron al agresor hasta la llegada de la Policía. "Comenzamos a increparlo para que dejase a la mujer. Pero ya era tarde. No nos dio tiempo", relató.

Tras asestar diversas puñaladas, el agresor, que residía en Antequera, tiró las armas -un hacha y un cuchillo- junto al cuerpo de la mujer y huyó corriendo por una de las calles. Tanto Enrique como el trabajador de Limasa corrieron para retenerlo, según relata el testigo. A pocos metros, junto a unos contenedores dieron con el agresor, quien "sin oponer resistencia, se puso de rodillas y nos dijo que llamásemos a la Policía", comentó el testigo.

Transcurrieron unos 15 minutos hasta que llegaron agentes de la Policía Local y del Cuerpo Nacional de la Policía, según indicaron los propios vecinos. Durante ese tiempo el agresor se mostró "tranquilo". "Los rodeamos varios vecinos para que no pudiese escaparse. Le preguntábamos que si se había dado cuenta de lo que había hecho. No contestaba. Se nos quedaba mirando sin hablar", narra Enrique. Minutos después agentes del Cuerpo Nacional de Policía procedieron a la detención del hombre, se lo llevaron esposado a las dependencias policiales como presunto autor de un delito de asesinato y quebrantamiento de una orden de alejamiento.

Por su parte, los servicios sanitarios que se desplazaron al lugar sólo pudieron confirmar el fallecimiento de la mujer, según señalaron desde el Centro de Emergencias 112 Andalucía. Posteriormente, la autoridad judicial autorizó el levantamiento del cadáver y los servicios funerarios trasladaron el cuerpo al Instituto Anatómico Forense para que varios peritos realicen la autopsia.

La víctima había alquilado un piso en un edificio de la barriada de El Palo hace poco más de mes en el que vivía con su hija. "La hemos visto bajar un par de veces las escaleras junto a su hija, pero nunca hemos hablado con ella", comentan dos vecinas que viven en el mismo bloque de la víctima. El resto de los vecinos consultados comentan lo mismo. Prácticamente nadie conocía a la joven ni que su vida peligraba. "Si hubiésemos sabido lo de la orden de alejamiento habríamos estado vigilantes para intentar evitar esto", lamentó un vecino, que añadió que tampoco conocía al agresor.

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