La biblioteca de La Palmilla se queda vacía de niños

El nuevo reglamento para las bibliotecas públicas municipales, publicado en el BOP el 3 de mayo, obliga a los menores de 14 años a estar acompañados de un adulto

La directora del área está estudiando alternativas para atender las peculiaridades de distritos como Palma-Palmilla

María del Mar García y Gema Cortés en la puerta de la biblioteca pública.
María del Mar García y Gema Cortés en la puerta de la biblioteca pública. / Javier Albiñana

Los tres hijos de María del Mar García han sido fieles usuarios de la biblioteca municipal Alberto Jiménez Fraud, a 20 metros de su casa en el distrito Palma-Palmilla. La pequeña, de 8 años, esperaba todas las tardes a que dieran las cinco para acudir a la sala infantil y hacer allí los deberes o leer cuando tenía tiempo. Su madre la llevaba y la recogía, pero durante las dos horas y media de apertura Ainhara trabajaba sin la supervisión directa de su progenitora. Ahora ha dejado de ir.

El 3 de mayo se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia un nuevo reglamento para todas las bibliotecas públicas municipales y los menores de 14 años han de estar acompañados de un adulto. Lo que supone una medida lógica en muchos otros barrios, en La Palmilla ha provocado que se vacíe de niños.

“A mi hija le encantaba venir, cogía sus libros, leía aquí y en casa, hacía sus deberes, manualidades y ni un viernes se perdía el cuentacuentos y las actividades”, explica María del Mar. Ella trabaja de noche y duerme algunas horas por la mañana. Mientras Ainhara estaba en la biblioteca y sus hijos mayores estudiando, aprovechaba para hacer las múltiples tareas de casa.

No tengo tiempo de estar allí con ella dos horas y media, vivimos justo al lado y ella estaba acostumbrada a estar aquí sola, era su rutina”, comenta. “La sala infantil está vacía porque ningún adulto se queda aquí dos horas”, agrega.

Un lugar con acceso a un ordenador y a internet

La biblioteca también supone tener acceso a un ordenador y a internet, algo de lo que no se dispone en todas las casas del barrio. Así lo subraya Gema Cortés, madre de cinco hijos. El mayor, que actualmente ya tiene 19 años, ya iba a la biblioteca con 3. “Yo lo traía y lo recogía, venía al cuentacuentos y estaba con las monitoras mientras yo trabajaba”, recuerda. El testigo ha pasado a sus hermanas menores. “Necesitan una biblioteca, que vengan aquí y se sienten un rato, que se apasionen por la lectura”, considera Gema.

“Es bueno que en una Palmilla donde todo es malo supuestamente también haya niños que quieran estudiar, salir adelante, leer, informarse y si nos cortan lo bueno que tenemos, pues estamos apañados”, protesta Gema. “Les gusta aprender, son lectores, les gusta llevarse libros prestados y decir que no pueden ir sin adultos es cerrarles las puertas”, agrega Gema.

La biblioteca se encuentra en la calle Doctor Gálvez Moll, junto al colegio.
La biblioteca se encuentra en la calle Doctor Gálvez Moll, junto al colegio. / Javier Albiñana

“En mi casa hemos sido usuarios de siempre de la biblioteca pero aquí hay muchos niños que están en la calle y la biblioteca los recoge, les ofrece otra alternativa”, señala María del Mar. “En el barrio hay niños un poco más sueltos, otros con más dirección de los padres y otros que, aunque no tengan tanta vigilancia por parte de las familias, acudían a la biblioteca y fomentaban el lema de que la educación es la llave”, apunta Gema.

Aprender pautas de conducta y buenos hábitos

Para estas madres, el que los niños usaran la biblioteca suponía establecer unas pautas de conducta, unas normas, un aprendizaje a saber estar en un sitio como este, a fomentar buenos hábitos de convivencia. “Da pena que esto se quede como está y podría mejorarse con algo tan simple como una biblioteca de la que no se prive a los niños, veo muy absurda la medida”, agrega Gema, que tiene a sus cinco hijos escolarizados. La de 15 quiere estudiar diseño gráfico y la de 14 veterinaria. La pequeña de María del Mar quiere “ayudar a la gente y ser policía”.

Mi hija ha llorado muchísimo porque no tiene quién la lleve, sus hermanos mayores están en sus estudios y su padre trabajando”, lamenta María del Mar y apunta que antes “echaban una mano a los niños para que hiciesen sus deberes, hacían una especie de apoyo escolar, a la bibliotecaria Matilde le encantaban los niños y tenía mucha paciencia con ellos”.

Bibliotecas Públicas Municipales estudia alternativas

En el negociado de Bibliotecas Públicas Municipales conocen bien las particularidades del barrio y saben que los niños han dejado de acudir por no llevar la compañía de un adulto. “La directora del área, Susana Martín Fernández, está estudiando alternativas para esa biblioteca, ya que en otros sitios no se ha presentado este problema”, indica Emilia García, jefa de negociado.

“Quiere dar respuesta a esa peculiaridad, tiene muchísimo interés en que la biblioteca esté abierta a todos”, agrega. Tener a monitores o personal cualificado que pueda atender a estos menores en horario de tarde es una solución que apuntan desde el área.

Lo que sí tienen claro es que los bibliotecarios “son personas que tienen que estar pendientes de todos los usuarios, atendiendo a todo el público, dando préstamos, no se les puede pedir que se responsabilice de un menor, eso cualquiera lo entiende”, agrega Emilia García. Y añade que ha sido con la llegada del nuevo curso cuando se ha notado el bajón en la asistencia de niños en el aula infantil. La solución tendrá que esperar a la entrada del nuevo año.

El cuentacuentos se ha trasladado a los colegios

Cientacuentos Cuentapies llevaba 21 años realizando talleres todos los viernes por la tarde en esta biblioteca. A raíz del nuevo reglamento vio como sus seguidores incondicionales mermaban y la actividad se ha trasladado a los colegios del barrio. “Esta actividad ha salido de la biblioteca y se está haciendo en los centros escolares, es el distrito el que la subvenciona”, indica Emilia García, jefa de negociado de Bibliotecas Públicas Municipales. “Al no poder ir sin compañía acudían pocos niños”, agrega. Igualmente subraya que “actividades para niños en la barriada se hacen durante todo el año, principalmente concertadas con colegios porque lo hacemos por la mañana”. Al tiempo que subraya que “no es que no tenga oferta cultural esta biblioteca, al contrario, es una de las que más sesiones tiene de actividades subvencionada por el área de Cultura, sabemos que es peculiar y atiende a usuarios con necesidades peculiares, por eso nos volcamos en ella en función de lo que nos permiten los presupuestos”. Las madres insisten en que todo el apoyo es poco para muchos niños que tienen pocos recursos y que no cuentan con espacios adecuados para el estudio. “Eso de tener supervisión trae muchos inconvenientes, deberían dejar que La Palmilla tenga algo bueno para compartir entre ellos”, dicen.

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