Del censo al alma de la población pigmea

Ciencia social. Veintiséis grupos científicos de tres continentes unen su trabajo para hacer el primer censo de pigmeos como primer paso para reclamar la protección de su cultura

Del censo al alma de la población pigmea
Del censo al alma de la población pigmea

MÁS de 900.000 pigmeos ocupan 178 millones de hectáreas que se extienden a lo largo de nueve países del África Central. Se considera que componen el principal grupo activo de cazadores recolectores del mundo. Sin embargo, su pervivencia está comprometida porque su espacio ancestral ha despertado las ansias de quienes pretenden aprovecharse de su potencial minero, agrícola y maderero. El catedrático de la Universidad de Málaga Mario Vargas alerta de las alternativas a la que se ve forzada esta minoría desfavorecida e ignorada: "Se plantea desplazarlos, sedentarizarlos y hasta confinarlos como se hizo en el siglo XIX con los indios americanos", subraya.

Veintiséis investigadores de Europa, Estados Unidos, Canadá, Japón y Camerún, entre los que figuran antropólogos, biólogos especializados en conservación y biogeógrafos han reunido los resultados del trabajo realizado durante la última década para componer el primer censo de población pigmea. El fabuloso compendio de información, reunido sobre el terreno por cada uno de los equipos, ha sido compilado por el grupo de Biogeografía, Diversidad y Conservación de la Universidad de Málaga y John Fa, investigador de la Universidad de Manchester que desde hace varios años colabora con el equipo malagueño. El trabajo ha dado lugar a un artículo publicado en la revista científica Plos One, en el que se fija la población pigmea en 920.000 personas.

Establecer este censo no es un asunto menor. El equipo considera que es el primer paso para poder darle visibilidad al pueblo pigmeo y forzar el respeto a su cultura y modos de vida. Mario Vargas matiza que el equipo internacional y multidisciplinar comparte, por encima del interés antropológico, "el interés humano por hacer la tierra un lugar más habitable y tener datos científicos es un paso importante para que se pueda proteger esta población".

Hasta ahora no existían datos censales precisos de los pigmeos. "La mayoría de los grupos son seminómadas por razones sociales y nutricionales dentro de territorios específicos a los que se encuentran ligados a través de clanes y relaciones matrimoniales. Ello hace de la determinación del número y distribución de los pigmeos un objetivo realmente ambicioso porque establecer cuántos cazadores-recolectivos indígenas subsisten y dónde viven es el primer paso para apoyarlos", indica la Universidad de Málaga (UMA) a través de una nota de prensa difundida. "Regresas a una aldea pasados seis meses y ya no están las mismas familias", explica Mario Vargas.

Además, "muchos ya han perdido sus tierras y medios de vida y se enfrenta a la desaparición de sus tradiciones culturales. Es crucial obtener información sobre sus localizaciones y tamaños poblacionales como primer paso para reconocer sus derechos y desarrollar estrategias que garanticen la seguridad de sus tierras y su cultura. Si se quiere evitar que más de 900.000 personas sean empujadas hacia la extinción cultural, será necesario además involucrar a todos los países del área en el apoyo de los derechos de los pigmeos".

Los datos recogidos sobre el terreno de forma independiente por cada equipo por cada equipo ha generado la mayor base de datos existente sobre la localización de los campamentos de pigmeos en el África Central. La compilación realizada en Málaga con métodos bioestadísticos propios permite ahora comprender y predecir las causas de su distribución geográfica.

La Universidad de Málaga recuerda en la información divulgada ayer que los pigmeos se identifican íntimamente con el bosque y dependen en gran medida de los recursos que le proporciona, de ahí que se pueda analizar su distribución en función de las áreas que tienen importancia ecológica para ellos. Desde este punto de vista se pone de relieve que preservar el bosque tropical significa garantizar la subsistencia y la cultura de la población pigmea.

El fin del trabajo es, por tanto, preservar "un pueblo indígena que se enfrenta a una creciente marginación y discriminación, amenazado por la deforestación, la explotación industrial de su medio, los desplazamientos forzosos y las campañas en pro de su sedentarización".

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