Málaga

"Nos convertimos en el invernadero de Alemania"

  • Los jóvenes ven la emigración como la salida laboral más viable

Adrián Ramírez tiene 21 años y está en cuarto año de Historia. Este verano acaba la carrera. Cuando se le pregunta por su futuro laboral esboza una sonrisa y contesta: "Tengo que invertir en un máster o emigrar para encontrar trabajo". Ayer era uno de los manifestantes del 1º de Mayo. Confesaba que se debate entre la alegría de terminar la carrera y la tristeza de ver un panorama laboral extremadamente difícil: "Tal como está el mercado laboral, te invitan a irte. Nos estamos convirtiendo en el invernadero de Alemania. Aquí se están cultivando buenas mentes para que trabajen allí". Más atrás iba otro joven de 22 años que prefería permanecer en el anonimato. Este año acaba Trabajo Social y tampoco ve su futuro con optimismo. "Ahora las administraciones están sacando algunas plazas, pero es por las elecciones. No tengo esperanzas de poder trabajar. Tendré que seguir estudiando. La perspectiva de crecimiento económico no revierte en la clase trabajadora", decía. Unos metros más allá, otro joven, megáfono en mano, se desgañitaba para que los demás lo siguieran: "Es mentira, si hay dinero, lo tiene la banca; recortes cero". Iván Gavilán, de 22 y estudiante de Teleco, también formaba parte de la marcha. "Estoy aquí porque es una forma de mover ficha en el tablero de la política. Además, porque la jornada laboral de ocho horas se consiguió con manifestaciones y huelgas", apuntaba.

Entre los manifestantes había muchos cincuentones y poca gente joven; mujeres que defendían el derecho al aborto y trabajadores que usaban la manifestación como caja de resonancia de sus conflictos laborales. Entre ellos los de Torres Sport -que llevan más de cinco meses sin cobrar- o los vigilantes de una subcontrata de Adif. Alberto Aguado, de 37 años, reconocía que es de los afortunados que tiene un empleo. "Vengo a la manifestación por las condiciones de trabajo que hay en la actualidad y por el retroceso de derechos que se está produciendo", argumentaba. Relataba que tiene un contrato indefinido, pero aclaraba que tiene su sueldo de teleoperador congelado desde que se inició la crisis y que le han suprimido incentivos. Vanesa Urbano, de 31, también decía que ahora trabaja más y gana menos: "No tengo hijos, pero mi madre se quedó en paro al inicio de la crisis, tiene 62 años y no consigue trabajo. Así que la tengo a cargo hasta que se jubile y entonces solo cobrará una pensión asistencial".

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