Málaga

Los fumadores buscan su sitio en la calle

  • El primer día de prohibición para fumar en espacios cerrados y junto a hospitales o colegios se salda en Málaga con resignación y enojo por parte de los adictos al tabaco

El 2 de enero de 2011 era un día soñado por los no fumadores y temido por los adictos al tabaco y, al final, llegó. Desde ayer no se puede fumar en los espacios públicos cerrados ni en la cercanía de hospitales o colegios bajo multas que oscilan entre los 30 y los 600.000 euros. Las principales calles del centro de la capital estaban ayer repletas de personas haciendo compras navideñas y, de paso, tomando un aperitivo o almorzando en los restaurantes. No había nadie en el interior de los recintos fumando. De hecho, los restaurantes y bares quitaron todos los ceniceros, aunque sí se vio a numerosas personas fumando en las terrazas.

"Creo que en Málaga no va a haber tanto problema como en otras ciudades porque hace buen tiempo la mayor parte del año y a la gente no la va a importar tanto tener que salir a la calle a fumar", afirmaba Alfonso Guijarro, encargado del restaurante La Taberna del Obispo. Este profesional señaló que los ciudadanos estaban informados sobre la entrada en vigor de la nueva normativa hasta el punto que "solo una persona nos ha preguntado si se podía fumar dentro del local y le hemos dicho que no".

En La Moraga había cierta guasa entre los clientes por este asunto. "Varios nos han dicho que si podíamos aplicar la norma a partir del lunes y dejarles fumar y es verdad que hay gente que ha preguntado, pero en líneas generales todo el mundo lo tenía asimilado", destacó Natalia Jiménez, encargada del recinto. Junto a este establecimiento se encuentra un local llamado La Burguesita. Su dueño, Gonzalo Aquesolo, es además fumador y le encontramos echando un pitillo en la puerta. Como fumador afirma que la medida "me parece mal, pero es lo que hay" y cree que a partir de ahora se fumará menos. "El año pasado estuve en Nueva York y, como no podía fumar en ningún sitio, apenas me fumé un paquete en una semana y aquí en Málaga me fumo uno todos los días", dijo. Como empresario, Aquesolo confió en que la medida no sea negativa. "Creo que a los negocios pequeños nos va a venir bien porque tenemos pocas mesas y cuando la gente fuma tiende a relajarse y quedarse más tiempo, por lo que ahora podemos tener una mayor rotación de clientes".

José María Llama es el segundo maitre del restaurante El Chinitas, un establecimiento en el que los clientes suelen tener largas sobremesas de copa y puro o cigarrillo. "El sábado, el día antes de la prohibición, teníamos todos los ceniceros hasta arriba de colillas", apuntó Llama, quien esperó que "los clientes nos respeten y sigan viniendo igual a partir de ahora". No obstante, Llama defiende que se hubiera dado la posibilidad de abrir, por ejemplo, restaurantes solo para fumadores. Mientras tanto, ayer en El Chinitas colgaron varios carteles de Prohibido fumar y guardaron los ceniceros en un mueble. "Los vendemos baratos", decía un camarero entre risas.

A los fumadores habituales no les ha gustado el endurecimiento de la ley antitabaco, aunque la acatan con resignación. "Me parece absurdo, es una caza de brujas pero no me queda más remedio que cumplirlo", explicó Antonio Hernández, un fumador que se encontraba en la terraza de un restaurante en el centro. Ignacio Martín también es fumador pero estaba bastante más molesto con la medida. "Pago muchos impuestos en cada paquete de tabaco y creo que tengo derecho a tener sitios específicos para que pueda fumar", decía enojado. Víctor y Loli son de Tenerife y ultiman sus vacaciones en Málaga. Están fumando en una terraza. "Mi idea es dejarlo pero no porque me lo diga una ley. Cada año nuevo me lo pongo como objetivo pero no hay manera", afirmó. Ahora sí que tiene una buena excusa para dejar el tabaco.

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