Lola Bermúdez | Agente del Grupo Operativo de Apoyo (GOA) de la Policía Local

La ‘espartana’ de la Policía Local

  • Lola es la única mujer del Grupo Operativo de Apoyo

  • Evitó que un hombre volara un edificio con su madre

La policía Lola Bermúdez

La policía Lola Bermúdez

Cuando los compañeros se refieren a Lola, en el ambiente se respira un halo de respeto y admiración, esa que ha sabido ganarse a lo largo de las casi tres décadas que lleva vistiendo el uniforme de la Policía Local de Málaga. “Es la que nos manda a nosotros”, afirma con tono jocoso uno de los agentes. “Porque soy la más veterana y, además, mujer”, responde ella orgullosa. De hecho, es la única que pertenece al Grupo Operativo de Apoyo (GOA), la unidad de élite, compuesta por una selecta formación de 44 efectivos, sometidos a situaciones de máxima exigencia.

Lola Bermúdez es la espartana de la Policía Local. La única que ha sido capaz de superar las rigurosas pruebas físicas de nado, velocidad y carrera que, entre otras, le exigían para entrar en la unidad. Solo tres mujeres –además de ella– han pasado, y de puntillas, desde 2012 por el GOA. Las otras dos que se presentaron no consiguieron entrar.

La agente accedió tras plantar cara al cáncer que padeció en 2015 y que, lejos de frenarla en su carrera, le impulsó para avanzar. “Siempre he sido muy positiva. Me operaron, recibí quimioterapia y radioterapia y a los 10 meses ya estaba activa. Los médicos no lo esperaban. La actitud ante la vida y la manera de afrontar los problemas ayuda bastante”, remacha.

Lola ha sido la única mujer capaz de superar las rigurosas pruebas físicas de nado, velocidad y carrera

En estos años, ha actuado en dos de las intervenciones más destacadas del GOA. Una de ellas, cuando les tocó evitar que un hombre hiciera saltar por los aires un edificio con su madre dentro. “Hago mucho de negociadora. Una vez hablé por la ventana con una mujer que le había dado una paliza a una persona mayor. Había que intentar llegar a ella, que estaba en un estado de bloqueo y locura”, resalta.

Desde que se colocara el escudo del GOA, la policía asegura no haberse sentido discriminada por ninguno de sus compañeros ni tampoco por los mandos. No recuerda un mal gesto, ni una palabra fuera de lugar ni tampoco una mirada incómoda. “En las prácticas, cuando repartimos gomazos, dan igual de fuerte que a otro y me lesiono igual que ellos. En artes marciales tampoco hay distinciones. Ni ellos se cortan a la hora de expresar nada ni yo tampoco”, apostilla. En la calle, la situación es distinta. “El malo, cuando le habla una mujer, se dirige al hombre. Un detenido, que estaba drogado, me quitaba la cara”, reconoce.

Pese a ello asegura que siempre se ha sentido “una más” en el grupo. “A mí no me sale ser feminista en la Policía. En otros planos tampoco hay que serlo, sino ver las señales del hombre que estás conociendo. No te quiere más porque vayas más tapada”, recalca.

"No me sale ser feminista. La mujer puede estar en todos los sitios”

Habla desde la experiencia, la misma que adquirió durante el tiempo que formó parte del Grupo de Investigación y Protección (GIP), que se centra en las víctimas de violencia de género y los menores. Ahí puso a salvo a una mujer a la que su pareja tenía secuestrada en una vivienda de La Palmilla.

“Nos llamaron los vecinos porque escuchaban un ruido. Al llegar, se asomó por una rejilla una niña de 3 años que no sabía hablar. La madre tenía la cara destrozada y llevaba dos semanas con una mano rota. Le pegaban con un palo de escoba. Yo intentaba entrar y me pedía que por favor no pasara. Le dije que quería ayudarla y que lo hiciera por su niña, a la que su padre solo dejaba decirle puta a la madre. Él no estaba y conseguí llevar a la mujer al hospital”, relata.

La víctima, agradecida, le abrazaba y le aseguraba que algún día sería policía como ella. “Tenía 20 años. Me impactó bastante. La dejé en una casa de refugio”, cuenta.

Hija y sobrina de policías nacionales ya jubilados, Lola lleva en la sangre el afán de proteger al ciudadano. Fue cuando dio a luz a su hija, con 20 años, cuando decidió dar el paso. Aprobó a la primera. “He formado parte de los dos grupos que exigen pruebas para entrar”, destaca la agente, que admite que aunque nunca ha aspirado a promocionar dentro del Cuerpo, tiene compañeras que han alcanzado la categoría de intendente. “Estamos demostrando que la mujer puede estar en todos los sitios”, asevera.

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