Un maestro para señalar el camino

Malagueños de hoy | El discurso del director

Perspicacia para anticiparse al futuro, calidad para marcar la diferencia, voluntad para derrotar la adversidad y talento para liderar desde la juventud y, con ellos, Manuel Alcántara

Antonio Méndez durante su intervención.
Antonio Méndez durante su intervención. / Javier Albiñana

Los Malagueños de hoy nacieron porque queríamos cubrir un hueco en la sociedad malagueña. Queríamos reconocer cada año a un grupo de personas y decirles: “Gracias por hacernos mejores”. Y daba igual que las cosas fueran bien o estuviéramos en la peor de las crisis. Siempre había gestos e historias de esfuerzo y superación en las que fijarnos. Lo único que necesita un periódico es la voluntad de contárselo a sus lectores. Por eso los premios han cumplido 13 años sin faltar a su cita.

Pablo Sánchez Blanes era fotógrafo. La cámara la heredó como sus genes. Su padre es el histórico Pepe Ponce. Contaban con importantes bancos de imágenes. Con su hermano pequeño Alejandro, se dieron cuenta de que cuando buscaban fotografías y recursos gráficos para diseño en internet todo estaba desperdigado. Crearon un sistema para enlazarlos y acabaron por generar sus propios contenidos.

Empezaron en 2012 y no han dejado de crecer. Suscripciones, publicidad, acuerdos... La bola de nieve sigue bajando. Este año facturarán 15 millones. Cuentan con más de 350 empleados entre los trabajadores de sus oficinas de Málaga y los diseñadores de medio mundo, que colaboran desde cualquier punto del planeta. El Financial Times los situó este año como la empresa europea con mayor crecimiento en el sector de nuevos medios tecnológicos y la número 23 de las mil con un desarrollo más rápido. Reciben 41 millones de visitas al mes y han llamado la atención. Pero, de momento, Pablo, su hermano Alejandro y Joaquín Cuenca, los tres socios, resisten las ofertas de compra. Su criatura se llama Freepik, con ella son uno de los líderes mundiales de la ilustración. Pablo sí que tiene clara una cosa: hacerle caso a tu hermano pequeño puede salir muy rentable.

Con 34 años es la responsable de la compañía La Phármaco, un colectivo que fundó en 2009 y que los expertos aseguran que ha firmado la revolución de la danza contemporánea de las dos últimas décadas. Ni siquiera le afectó la crisis. Cuando las compañías se cerraban y el no era la respuesta cuando se pedían ayudas para financiar los proyectos, los teatros se llenaban para verla.

En plena recesión, decidió cambiar de aires, se marchó a Guinea para montar espectáculos con bailarines africanos que luego presentó en Madrid. Sus solos han sido aclamados desde Berlín a Nueva York, en teatros, museos y salas de arte, y por supuesto en Iberoamérica. En 2013 recibió su primera nominación a los Premios Max; en 2015 obtuvo el Premio del Teatro Andaluz y el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España. Ha sido capaz de devolver a la danza su función social y arrancarla del narcisismo. Este año volvió a recibir una nominación al Premio Max y queda la convicción de que a la tercera irá la vencida.

A José Francisco Gómez Heredia le apodaron Bruce Lee al nacer. Por sus ojos achinados y porque movía sus puños. Pero su batalla en la vida ha sido con los libros. Estudio en el María de la O, en el poblado marginal de Los Asperones en el que vive. Hizo la primaria en el Luis Braille. Luego al Sagrado Corazón y al Jesús Marín. Quería ser historiador, pero acabó por hacer un grado superior en Animación. Ahora estudia Educación Social en la UNED. A los 21 años es el primer joven de los Asperones que ha logrado llegar a la Universidad y nunca ha ocultado sus orígenes. Quiera que se sepa que también en ese duro territorio hay cosas buenas.

Podría pasar tranquilamente por alguno de los millones de guiris que nos visitan cada año. Pero sin embargo es el pelirrojo de Málaga. Es un producto de los Guindos desde que llegara al Unicaja en 2006 en infantil. Seis años después debutaba en el primero equipo, pero para asentarse tuvo que hacer antes la mili en el Fuenlabrada y el Bilbao. Desde 2010 cosecha medallas en las categorías inferiores de la Selección española de Baloncesto y este año debutó en la absoluta.

Es especial, por su humildad, su tesón y sus ganas de trabajar. Joan Plaza dice que es un ejemplo no sólo para Málaga sino para cualquier equipo que juega la Euroliga. Ha mejorado en todas las facetas del juego y ya no le importa tomar decisiones y afrontar riesgos. Pero Alberto Díaz también es diferente. Decidió compatibilizar el deporte y sus estudios. Se graduó en Ciencias de la Educación, en la rama de Educación Física. Pero ha visto a otros compañeros que se han marchado a Estados Unidos y no entiende porque en España no se favorece la formación de los deportistas y se intenta evitar tanta fuga de talento.

En el año en el que ha sido noticia los problemas de cientos de escolares para practicar su deporte preferido, un niño malagueño y pelirrojo que daba botes con el balón en su colegio, lideró años después al Unicaja en la conquista de la Eurocup y fue proclamado mejor jugador.

La última historia la protagoniza un malagueño que nos conoce muy bien. “En Málaga siempre da la impresión de que sobra gente. Basta transitar por calle Nueva para que uno sospeche que hay personas que están repetidas”. Era su visión de la ciudad hace muchas décadas, no sé lo que opinará ahora cuando ve en qué se ha convertido calle Larios.

27 renglones en una máquina de escribir Olivetti desde hace casi 60 años. Más de 22.000 artículos desde entonces y todos con celeridad, porque como le urgía Fernando Fernán Gómez, los periodistas corren el riesgo de que cuando lleguen al último renglón ya no tenga actualidad el primero. Siete décadas en una profesión de riesgo, porque nunca olvidó que Wenceslao Fernández Flórez concluyó que escribir columnas era peligroso, porque era como vender el cerebro a trocitos.

“Nací un 10 de enero, martes, a las siete de la mañana, que no son horas para que un desconocido se presente en casa de nadie”, escribió una vez. Así que estamos celebrando sus 90 años y en este tiempo ha entrado en la cada de todos. Cuando le reprochan que se ha dejado la vida en el periodismo, siempre responde “que en algún sitio hay que dejársela. No se la va a llevar uno puesta”. Porque Manuel Alcántara es un gran amante de la vida, aunque ahora alguna vez se queje de que su cuerpo sólo le responda de cejas para arriba. Los libros también son su pasión: “siempre callados y jamás rehúyen conversación”. Para él, un articulista es un conversador por escrito y a mí personalmente me gustaría retener cada una de sus charlas, porque son tomos de una enciclopedia humanista que debería perdurar tanto como su palabra escrita.

Contó en 1998 que se tomó un Dry Martini en un bar del Palace que le costó 1.700 pesetas (11 euros. Dos puñaladas, expresó, la del Martini, que es un cuchillo disuelto y la del precio. Pero estaba feliz porque esperaba a un amigo con el que compartía aficiones: las copas y los libros. Hasta que descubrió que los libros que exhibía el bar eran solo forros. Manuel Alcántara está cosido a cuchilladas disueltas. Pero que nadie se equivoque, él bebe la vida a sorbos no a tragos. Y, además, no rechaza el agua, asegura que no hace daño, siempre que se tome en pequeñas dosis. Cita a Luis Rosales, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Alfonso Canales… Recuerda la preocupación por el futuro que le expuso Pablo Neruda en 1962 y hasta el jersey que vestía José María García el primer día que entró en la redacción de Pueblo. Y una vez corrigió a Severo Ochoa. “El amor es física y química”, fue una de sus frases más celebres del Nobel. “Física, química e incertidumbre”, le completó la definición Alcántara.

Con él la palabra maestro alcanza su auténtica dimensión. Es ganador de los premios Luca de Tena, Mariano de Cavia y González Ruano de periodismo. Su bosque, porque entiende que en la procesión de las letras se puede ir con un cirio o con una vela, pero hay que pertenecer a la cofradía. Como poeta fue reconocido con el Antonio Machado y el Nacional de Literatura. Es un enamorado del periódico, de todos los periódicos. Quizá porque sus páginas, además de con palabras e ideas, se elaboran, sobre todo en estos tiempos, con mucha incertidumbre. El grupo Joly, editor de Málaga hoy, cumple en este 2017, 150 años; así que, qué mejor homenaje que reconocer a un hombre que ya es historia del periodismo en España y que cada día dignifica la palabra periódico. 581.000 renglones después, renglón arriba o renglón abajo, y ni uno sólo torcido.

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