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El negocio ilícito de armas en Málaga: las favoritas de los narcos

La Policía decomisa cada año unas 100 pistolas, la mayoría vinculada al tráfico de drogas

Proceden de países como Bulgaria y Chequia, donde se fabrican subfusiles y el famoso AK-47

Dos de las armas incautadas por el Grupo de Atracos de la Policía Nacional de Málaga

Atracar un banco o una joyería ha dejado de ser un delito rentable. El negocio no es lo que era. Lejos queda ya la década de los 90, cuando el auge de las bandas de ladrones profesionalizados o advenedizos poco cualificados se saldaba, ametralladora en mano, con ambiciosos asaltos a sucursales. Hoy en día, con las fuertes medidas de seguridad, hay mucho riesgo y escasa recompensa. Así lo constata el jefe del Grupo de Atracos de la Policía Nacional de Málaga, quien resalta que los robos a bancos ya están, prácticamente, en extinción. Ahora, la nueva generación de atracadores, más sofisticados, se han reciclado poniendo su mirada en una vía más lucrativa: la de los vuelcos –o robos de droga entre bandas criminales–. Y ello ha fortalecido el tráfico de armas, el codiciado objeto de deseo del narco, que también las emplea para defender su mercancía en las llamadas guarderías –o almacenes de droga– y para ampliar su control territorial.

Desde el famoso Kalashnikov, y el Skorpion vz. 61 –un subfusil checoslovaco de 9 mm– hasta granadas de mano y artefactos explosivos fabricados con pólvora o plástico. La mayoría de las armas ilegales que se requisan están en manos de narcotraficantes. La Policía Nacional interviene cada año en torno a un centenar de ellas en la Costa del Sol. El 60% son cortas –pistolas o revólveres–, que resultan más fáciles de ocultar y transportar. En los primeros meses de 2022, ya se han retirado una quincena. “Para nosotros, el éxito es quitar de en medio un arma. Los cuidadores de plantaciones de marihuana siempre tienen una corta o una escopeta de caza que les permita espantar a los posibles competidores o a quienes pretenden robarles”, remacha el investigador.

Los agentes del Grupo de Atracos, afanados en descabezar a este tipo de organizaciones, están detectando cada vez más traiciones entre los delincuentes, que también protagonizan extorsiones y secuestros a punta de pistola, con un modus operandi similar en todos los casos. “Entran en una casa y buscan el dinero o la droga. No es un secuestro al uso, sino que dura unas horas, el tiempo en el que se localiza la mercancía”, detalla el policía. Las deudas que los criminales contraen son otro pretexto para perpetrar asaltos con armas de fuego, que a veces incluso acaban en tragedia. “Si uno ha perdido la mercancía, alguien tiene que responder”, sostiene el mando.

En estos casos, las víctimas no suelen denunciar. La Policía comienza a indagar a partir de confidentes –una figura que considera clave– o de informaciones que luego no se respaldan con declaraciones oficiales. De ahí que los investigadores se labren su propia red de contactos, aunque, matiza el jefe de Atracos, “sin cruzar ninguna línea roja”. “Se puede trabajar con confidentes marcando siempre las distancias. Ellos se protegen porque nos cuentan algo, nos dan un número de teléfono o nos dicen dónde se mueve un delincuente y, sin nosotros saberlo, se quitan competencia”, explica el experto, que incide en una regla inquebrantable: “Si delinques y te me cruzas, caerás. No vamos a darle nada a cambio de que hable”, apostilla.

Dos Scorpions con silenciador incautadas en 2019

Las armas de guerra, habituales en los robos de droga, también están en el punto de mira. Los autores de estos asaltos suelen hacerse pasar por policías o guardias civiles para simular que se trata de un registro y no de un atraco. Pero, ¿cómo consiguen los traficantes todas estas armas? El policía relata que la mayoría entran a España desde Europa del este y proceden de robos cometidos en Francia o Portugal. “Se diseñan en fábricas que van evolucionando”, precisa. Su precio en el mercado negro puede superar los 1.500 euros, pero “depende de la confianza que haya entre el vendedor y el comprador”. “Un arma sin comprobar que funciona se consigue por unos 500. La munición también es importante y saber con qué está uno jugando”, destaca.

Un arma "limpia" de otros delitos por 500 euros

Su coste se eleva si la pistola está “limpia”, como en el argot policial se denomina a que no esté relacionada con un hecho delictivo anterior. “Si uno quiere asegurarse que lo está hay que pagarlo. No es lo mismo un arma que ya ha tenido su historia y que nadie quiere. A otras les borran el sellado”, revela el investigador. También es frecuente encontrar armas simuladas o de fogueo, si bien el uso de estas últimas ha caído desde que se produjera un cambio legal que impuso restricciones a su venta. Las detonadoras, como también se les conoce, pueden transformarse. Están diseñadas para que sólo disparen pólvora, sin proyectiles, pero un experto con conocimientos mecánicos es capaz de manipular el cañón de forma que la convierta en un arma real. “No son muy seguras y pueden dar un susto. Aunque no tienen demasiado alcance, en distancias cortas pueden quitar a alguien de en medio”, apunta el responsable policial.

“El confidente es clave pero, si delinque y se me cruza caerá. No vamos a darle nada a cambio de que hable”

Pese a las apariencias, el mando insiste en que el tráfico de armas en la Costa del Sol “está controlado”. “Los malos nos respetan porque saben que estamos ahí. Ya no hay tantos tiroteos, aunque puede haber más armas porque las nuevas generaciones de delincuentes ya no respetan los negocios. Buscan defenderse entre ellos”, asevera el agente, que ve imposible cuantificar el número de pistolas que circulan en el mercado negro.

Un tema de 'faldas' tras un tiroteo en La Palmilla

Uno de los últimos éxitos policiales se remonta al pasado mes de noviembre, cuando se recibió el aviso de que se habían producido varios disparos al aire. “Era la madrugada de un domingo. Teníamos poco a lo que agarrarnos”, recuerda. Pero la pericia de los policías permitió descubrir que, en aquella ocasión, el origen nada tenía que ver con el tráfico de drogas. “El autor había sido un chaval que quería hacerse el gallito y le retiramos dos armas. Dio cuatro tiros en dos calles en La Palmilla. Era un tema de faldas”, narra el jefe del grupo.

Durante la operación, los investigadores se incautaron además de un kilo de cocaína y de 100 cartuchos correspondientes a dos armas: un revólver y una pistola de 9 mm paralelo. “Ese es nuestro trabajo casi a diario”, recalca el policía, que a renglón seguido subraya los entresijos de las investigaciones vinculadas al negocio ilícito de armas. Y como ejemplo recuerda que todavía se sigue buscando, dos años después, el Kalashnikov con el que mataron a un vecino al que le alcanzó una bala perdida cuando se encontraba en su casa en Palma-Palmilla.

Armas localizadas en un jardín junto a una vivienda

La Policía también se enfrenta a atracadores reincidentes. Se trata de delincuentes muy especializados que suelen volver a delinquir al salir de la cárcel. “El que tiene un arma es porque le gusta y confía en que llevarla le dará un plus en sus negocios. Si es reincidente actuamos con más precaución”, relata.

Armas subastadas o destruidas

El destino final de las armas incautadas siempre suele ser el mismo: acaban siendo destruidas. Solo en aquellos casos en que a su titular, caso de cazadores, entre otros, se le retire la licencia o fallezca pasan a ser subastadas por la Guardia Civil. “Si no ha participado en un hecho delictivo, el arma puede entrar de nuevo en el mercado. Hay escopetas que se retiran porque el dueño ha enfermado o no cumple los requisitos para tenerla. No se heredan; la licencia es individual”, precisa el experto.

La suerte de un atracador que halló abierta una caja fuerte

El veterano atracador que estos días ha sido detenido por un supuesto robo de 130.000 euros en una sucursal bancaria de la barriada de Ciudad Jardín, en Málaga capital, es uno de los pocos capturados en los últimos tiempos tras la caída en picado de estos asaltos. En su caso, el factor suerte fue determinante para hacerse con el botín. El presunto ladrón, de 67 años y con 26 detenciones previas, encontró abierta la caja fuerte. No obstante, llegó a intimidar a los empleados con un arma de fuego. Junto a él, la Policía Nacional también arrestó a su pareja sentimental y una hermana, de 50 y 57 años respectivamente, que le habrían ofrecido apoyo con funciones de vigilancia en las proximidades del establecimiento. El principal investigado está en libertad a la espera de juicio. Podría enfrentarse a una petición fiscal mínima de cuatro años de prisión. La pena se duplica en aquellos casos en que se emplea la violencia. Si no hay daño físico, el delito se considera leve. El castigo es irrisorio en los robos perpetrados en locales sin habitar. “Asaltar un camión con teléfonos casi resulta gratis”, apuntan las mismas fuentes.

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