De rones y buen beber

Una cata con el experto sensorial Juan Carlos Muñoz revela los secretos para aprender y disfrutar de esta bebida hecha a base de caña de azúcar

De rones y buen beber
De rones y buen beber

Contra el 'veneno' que sirven muchos hosteleros en forma de garrafón es difícil de luchar. Se identificará por su dura resaca y sólo cabe no volver a consumirlo. Pero catas más sibaritas no sólo sirven para degustar los caldos de la parra, es decir los vinos tranquilos como dicen algunos sumilleres, también para saborear todo tipo de destilados, “los espirituosos”. Es el caso del ron que, como cualquier otra bebida alcohólica, ofrece un producto distinto según su envejecimiento y tratamiento. En el mercado la única diferencia entre un ron añejo y otro extra viejo, es el precio, unos diez euros aproximadamente en favor del segundo, según las distintas marcas, pues no todas las firmas ofrecen distintas categorías. Pero detrás de cada copa hay un mundo, luego cada consumidor tendrá sus preferencias.

El ron 'Brugal', de origen y fabricación dominicana, ofrece en el mercado tanto el licor añejo como el extra viejo. El primero, el convencional que se suele ofrecer en los bares, se elabora con licores que suman hasta cinco años de destilación. El segundo combina “la juventud de los rones jóvenes con la sabiduría del viejo”, de hasta ocho años. Ambos tienen la misma graduación alcohólica aproximadamente, pero por lo demás son licores distintos, aunque su base sea común.

La cata de algunos destilados requiere la oxigenación del licor, como si de un vino se tratase. Ésto dependerá del director de la cata. Este periódico ha participado en una cata con Juan Carlos Muñoz, experto en análisis sensorial, quien estima que el extra viejo de Brugal bien lo merece por su intensidad. Se recomienda el uso de vaso ancho y el licor a una temperatura ambiente. Como toda cata, ésta constará de tres fases, la visual, la olfativa y, por supuesto, la gustativa.

A simple vista un ron añejo de otro extra viejo se diferencia por su color. Ambos ofrecen tonalidades ambarinas, en el caso de Brugal también reflejos de brillantez. Pero el segundo es más rojizo y denso. Parece más cremoso. En la fase olfativa primero procede su degustación sin agitar el líquido. Luego una segunda exposición al olfato tras su oxigenación. El primer golpe lo da el alcohol pero luego llega su sabor acaramelado. El olor del extra viejo es más armónico, apenas destaca ningún olor sobre otro. Todo es una crema de vainilla y frutos secos. En el añejo se percibe por fases. Ambos parecen un dulce trajo.

Y efectivamente el olfato no suele engañar. De hecho, es una de las bases de cualquier cata. Al paladar también hay diferencias. La principal el prolongado sabor que permanece en la boca tras catar el extra viejo, también algo más picante que el ron joven. La primera impresión es así, pero la sensación final resulta acaramelada.

El director de la citada cata, Juan Carlos Muñoz, ofrece algunos consejos a la hora de degustar su producto. Afirma que el mejor carbónico para combinar el ron es el zumo de genbibre, comercializado como Ginger Ale. Dice que es el refresco que menos adultera su sabor. Igualmente recomienda el vaso ancho. Pero defienden la gran versatilidad del ron, que puede combinarse con casi cualquier tipo de zumo o refresco. También como base para una gran variedad de cócteles. Beber tiene su ciencia, así se disfruta más.

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