El Málaga tiene una relación fea con la Copa del Rey, donde está acostumbrado a sinsabores de todo tipo. Una gama amplia de eliminaciones a sus espaldas, muchas de terminar con la cara sonrojada. Aun así, siempre que se acerca este torneo, las emociones son contradictorias. Está el honor del escudo y los sueños que se tienen de reojo. Luego está la impertinencia del momento y el contexto.

Llega el Málaga a Coruxo para casi cerrar un 2020 extraño y del que se ha repuesto de manera milagrosa. Lo hará con algo de público en las gradas y jugando a la hora del telediario porque las instalaciones –de lo más coquetas a pie de una hermosa playa de arenas blancas– no dan para la merienda-cena. Será la última salida antes de culminar diciembre en La Rosaleda ante el Logroñés.

Cuenta Pellicer que ya se pensará en los riojanos cuando pase esta eliminatoria. Ya acostumbrado al alambre eterno, levanta la barbilla y dice que ya que estamos, habrá que competir. El triunfo llama al triunfo es su concepto. Luego todas esas intenciones habrá que plasmarlas en el verde, que es el que nunca miente.

Se lleva a 12 profesionales y seis chicos con dorsal del filial. Libran algunos pesos pesados, pero la convocatoria no dista mucho de las habituales. Tampoco hay más margen entre lesiones y limitaciones para convocar y vestir a canteranos. Avisa también de que algunos estarán tanto en O Vao como ante el Logroñés el próximo domingo.

A algunos podría venirles bien las horas de vuelo. Es el caso de Hicham, corto de piernas en su regreso ante el Almería. También el de Orlando Sá, que falló con el estoque ante el Cartagena y todavía se le espera. Se les puede unir Jairo, de inmensa calidad pero surtida a cuentagotas de momento.

También los chicos lo ven como una oportunidad, una más. Ale Benítez adquiere ahora mismo una dimensión mayor por la lesión de Calero. Julio y Larrubia llevan semanas con las oposiciones. Y Quintana y Juan Cruz se asoman.

El rival llega con la moral por las nubes después de pasar como un rodillo por encima del Pontevedra, un conjunto confeccionado para pelear por subir a Segunda División. A Pellicer no le pilla de nuevas el fútbol gallego. Antes de regresar a Martiricos estuvo en el filial del Dépor y conoce detalles que puede ser importantes para decidir quién se lleva la ronda.