Málaga CF

Cómo apagar el incendio

  • En una semana que ha zarandeado las estructuras del club hasta el extremo se ha visto una fractura ostensible entre los estamentos

Víctor, con gesto pensativo, en el entrenamiento de ayer.

Víctor, con gesto pensativo, en el entrenamiento de ayer. / Marilú Báez

Hace un mes y medio, en la presentación de Okazaki, el director deportivo del Málaga, José Luis Pérez Caminero, le pedía perdón al japonés por el retraso en la firma y pasaba la responsabilidad, sin nombrarle, a Al-Thani por la dilación en la firma del después fallido fichaje. El sábado era Víctor Sánchez del Amo quien sí verbalizaba los nombres de Caminero y Jofre para señalar que no se le había avisado en tiempo de la no tramitación de los transfers de Lorenzo y Benkhemassa. “Pero, claro, si está de vacaciones...”, era el demoledor mensaje a quien hace las veces de director general en el Málaga, que normalmente ha estado en un segundo plano en los últimos años, pero al que ya los focos le apuntan también.

En un club con un funcionamiento normal, sendos palos tan duros hacia sus superiores hubieran supuesto un despido. Claro que, en un club normal, seguramente no se hubiera llegado a esas situaciones. A día de hoy siguen en el cargo. Curiosamente, los mensajes más nítidos y prácticos han llegado desde los dos capitanes, Adrián y Luis Hernández. “Falta de fluidez en la información”, “cierta desconexión”, “el club debe pasar una reestructuración y sentar las bases para volver a Primera”, son algunas de las interesantes frases que pronunciaron en una ronda radiofónica el sábado. Reestructuración será un sustantivo que se oirá bastante en los próximos meses. No ha existido ese mensaje humilde y realista en ningún momento desde la propiedad ni en cargos de responsabilidad desde que llegó el descenso. Acaso, fue Muñiz, en un contexto diferente, quien más incidió en frenar la caída antes que pensar en subir. El jeque aún hablaba de la Champions en la entrevista que concedió a Marca semanas atrás.

Ha sido una semana horrible en Martiricos, desde el pasado lunes como colofón a un mercado nefasto, en el que se sacó dinero con traspasos pero de manera insuficiente para limpiar la carga económica que impide inscribir jugadores. Es algo que en el seno de la entidad se sabía desde el mismo momento en que el Deportivo eliminó al equipo en la fase de ascenso. Van quedando cada vez menos activos vendibles en la plantilla, a la espera de explosiones de jugadores canteranos que han asomado la cabeza en la pretemporada. La Academia ha dado en los últimos cinco años traspasos por valor de más de 50 millones de euros. Con la configuración actual de la plantilla, hay hueco seguro para que los canteranos se desarrollen, eso es seguro.

Víctor, al estilo Pellegrini el año de la Champions, se ha convertido en portavoz además de técnico en una situación límite. Lo lógico sería un replanteamiento de objetivos generales, pero su relato, hasta ahora, es el partido a partido, en una señal de supervivencia. Da escalofríos pensar en una jornada con virus FIFA (esta semana sin Munir, Keidi y Juanpi, esqueleto del plantel) y una plaga de bajas y de sanciones, coyunturas más que habituales en una temporada. La situación de Santander podría volver a repetirse. A esto ha llevado toda la tempestad.

El antes y el después que hay desde el cierre del mercado del lunes ha propiciado que aumente la unidad entre el cuerpo técnico y la plantilla con la afición. La respuesta fue de la hinchada en el preámbulo se hizo notar. La falta de fútbol de Primera hizo que tuviera más eco mediático a nivel nacional. Fue ya una tónica durante la semana, el Málaga volvió a sonar en las radios, esta vez de manera negativa. Pero hay muchas heridas que coser. Era interesante leer la reflexión de Gonzalo de los Santos, miembro del primer gran Málaga Club de Fútbol en Primera. “Ayer fui a la Rosaleda después de muchísimos años con mis hijos y me encontré con un Málaga dividido. Por un lado afición, entrenador y jugadores. Por otro, muy lejos, sus responsables directos de gestión. Una pena por la pedazo de ciudad, estadio y seguidores fieles partido a partido”, decía el que fuera centrocampista uruguayo, que ha trasladado su residencia a Málaga desde hace unos meses.

¿Y ahora qué? Es la pregunta en el ambiente. Hay un incendio en el club, con desconexiones entre estamentos y hay que, al menos, controlarlo. En el césped, ni Girona ni Almería, dos claros candidatos al ascenso, han pasado por encima del Málaga. El entrenador seguramente tenga que matizar su idea de juego con los jugadores que tiene en la actualidad y que no podrán cambiar, al menos, hasta enero. Él reconoció que distaba bastante de lo que se había hablado cuando decidió prolongar su compromiso una temporada más. Tiene, no es poco, amplísimo crédito en la afición, que le ha comprado su discurso, que ha sonado sincero aunque también era el que se quería escuchar. Alguien hablando claro y señalando déficits y culpas. Falta ver la paciencia que hay arriba en un momento de desgobierno.

A expensas de novedades institucionales (a finales de mes se espera el escrito aclaratorio del juez de lo mercantil que sentenció en el caso BlueBay), de ver si se desarrolla esa tercera vía propuesta de manera nada casual por el alcalde De la Torre, se trata ahora de apagar (o controlar) el incendio. Cuanto más se hable de fútbol, de si éste o aquél es bueno o malo, mejor señal después de una semana que ha zarandeado hasta el extremo las costuras del Málaga.

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