the monkey brawlios

La Cochera Cabaret. Fecha: 8 de noviembre. Creación y textos: Ery Nízar. Reparto: Javier Parra, Steven Lance, Javier Viana, Francis Valero, Ery Nízar. Aforo: Unas 50 personas.

Digámoslo rápido: The Monkey Brawlios es aquello que habrían terminado haciendo The Beatles si John Lennon nunca hubiese conocido a Yoko Ono. El comienzo es imponente: cinco tipos en un escenario con tantos pelos y tanto sudor entrañan una descarga hormonal para la que conviene ir preparado desde casa. Pero el de The Monkey Brawlios no es el espectáculo al que uno va con su novia. De hecho, todo aquí es tan insobornablemente masculino que casi da lástima, porque además nadie habla de fútbol en ningún momento. Más aún: por más que se trate de un espectáculo de humor, The Monkey Brawlios sirven en bandeja la tragedia perfecta sobre la extinción del varón en la sociedad postmoderna. Ya que no hay bares de hombres, estos cinco tipos han venido a reclamar lo que es suyo: apenas un rescoldo, la última lata de cerveza, el coletazo definitivo bajo un montón de sushi. Muchos años después de mandar The Beatles a hacer gárgaras, John Lennon le dio las gracias a Yoko Ono por haber comprendido al niño que había en él. Y sí, The Monkey Brawlios es la expresión pura de la infancia sostenida como resistencia. El hombre que se reivindica como tal en pandilla es, en el fondo, un mocoso que no para de idear cómo hacérsela pasar canutas al maestro. Escribir una crítica sobre esto es como querer rematar con nata una tapa de garbanzos con espinacas, pero, por si acaso, diremos que hay gags muy buenos. Algunos, como el del cartón de leche, ya los habíamos visto en otros espectáculos previos de Ery Nízar para compañías como Síndrome Dario, pero saben a nuevos y encajan bien. El más logrado, en mi humilde opinión, es de reciente factura: el del padre bohemio y escritor que se enfrenta en su casa de Ardales a su hijo agricultor y responsable. El reparto está para comérselo, pero, por favor, no entiendan esto de modo literal. Lo mejor de todo es la determinación anti hipster del quinteto. Bravo.