Cultura

Sorpresas te da el 'dubstep'

  • ¿Ha oído hablar de James Blake? ¿Sí? Era de esperar. ¿No? ¿Pero en qué mundo vive, hombre? No se preocupe. Con casi toda seguridad, lo hará pronto

Dos epés -Klavierwerke y CMYK, ambos editados el pasado 2010- bastaron al londinense James Blake para generar una más que notable expectación en torno a su primer álbum, este disco homónimo que ahora aparece adornado por doquier con elogios y reseñas entusiastas al límite del paroxismo y, me temo, de la exasperación.

Pero mantengamos la calma... James Blake, el álbum, lleva al terreno de la larga duración -es un decir: se queda por debajo de los 40 minutos- las más significativas cualidades ya apuntadas con evidente acierto en aquellos pasos en corto. Esto es, fundamentalmente, una original y atractiva capacidad para superponer al dubstep-que-todo-lo-inunda -y con razón, pocos géneros han propiciado durante los últimos años semejante volumen de sorpresas- un inequívoco fondo y forma de soul con regusto clásico.

Tan en primera línea se destaca lo primero y tan enciclopédico resalta lo segundo que cuesta entender cómo un tipo de 23 años ha tenido tiempo y fuerzas para asimilar en tal medida, llegando hasta el tuétano del asunto, sendos pasajes de la historia de la música pop.

En su condición de pionero -no está solo, claro: los de Mount Kimbie son amigos y colaboradores ocasionales-, de moderno mago de un R&B en clave lo-fi trufado de esencias pop, Blake, ciertamente, destaca y hasta epata. O sea, que las loas, más o menos sinceras, resultan en cualquier caso justificadas.

A diferencia de los epés mencionados, en James Blake el londinense aparca cualquier atisbo de velocidad -es un decir, desde luego- para concentrarse en un espeso destilado de austeras bases, de ésas que ganan en consistencia creando atmósferas de densidad asfixiante. Entre ellas, siempre, su grave voz, a menudo tratada, doblada, exprimida, se muestra como una melódica tabla de salvación a la que agarrase durante la azarosa travesía (The Wilhelm Scream, conmovedora, o I Never Learnt to Share, con su orgullosa e ilustrativa línea de texto, ejemplifican lo dicho con emotiva exactitud).

De la filia al pop real quedan también buenas y sólidas pruebas. Y no sólo por esa exquisita versión de Feist, Limit to Your Love, que avanzó la edición de este singular álbum. Cortes como Give me my month o Why don't You call Me, ambos con el piano acústico como sustento armónico, señalan que las cercanías con el perturbador postulado de Antony and The Johnsons van más allá de la coincidencia tonal. Escuche: no lo dejará indiferente.

James Blake R&S Records. Dupstep / Soul. CD

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