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  • El guitarrista jondo egipcio Ali Khattab propone el más efectivo acercamiento con las músicas del Magreb

Ali Khattab. Producido por Ali Khattab. Nuevos Medios.

El camino de l diálogo, acercamiento o como lo queramos llamar de la música del norte de África, especialmente la heredera de los músicos de Al-Andalus, con las músicas hispanas ha tenido sus mejores resultados con Eduardo Paniagua y Omar Metioui, que han buscado en el pasado común, en el repertorio de las músicas de la Edad Media, el lugar adecuado para estos encuentros.

Los que se han dado en el ámbito del flamenco no siempre han arrojado resultados de interés. Podemos contar en esta línea los nombres de El Lebrijano, auténtico pionero de estos caminos, José Luis Montón o el propio Enrique Morente. Incluso Tomatito se atrevió, aunque con resultados controvertidos, con el repertorio de Erkan Ogur, peso pesado de la música turca contemporánea. Con todo, lo mejor por este camino han sido las incursiones de Lole Montoya en el repertorio de la cantante egipcia Umn Kulthum. Y la razón de este éxito ha sido que la cantaora ha respetado escrupulosamente los originales compuestos para Umn Kulthum, incluso ha llegado a grabar con las orquestas que originalmente acompañaron a la diva egipcia. Pues bien, he aquí un guitarrista de flamenco egipcio. Un disco flamenco registrado en El Cairo y con 16 músicos de allí. Aunque la base rítmica de algunas de sus composiciones es flamenca, incluso con el acompañamiento de palmas en el caso de los tangos, las melodías, con sus arabescos saltos melódicos característicos, son eminentemente orientales y están basadas, según el propio autor, en los maqamat, hijaz, rast, nawaathar y nahawand, es decir, en las músicas tradicionales del Medio Oriente. Los Tangos del Nilo combinan lo jondo con los ritmos malfus y karachi. La soleá que da título al disco fluctúa entre mayores y menores y el ritmo amalgamado clásico lo llevan el doff y el tar, al margen de contar con una variación melódica deliciosa a cargo del violinista Abdou Dagher. La rueda armónica tradicional de la soleá se combina con un tema puente puramente oriental. Algunas variaciones se van lejos de la armonía tradicional flamenca, con buen efecto sin duda. Esta soleá, este disco, es un viaje sinuoso pero de gusto, que se demora en el camino, deleitándose en la melodía, en la improvisación.

La pulsación de Ali Khattab es pulcra, sin la tensión jonda habitual, pero ofrece a cambio serenidad y solidez clásicas, que encuentra su mejor formulación en la taranta Sueño claro, el único solo del disco. La seguiriya es un dúo guitarra-oud, este último a cargo del virtuoso Omar Beshir, a los que más tarde se une el violín de Dagher, y encarna la esencia de esta obra, ese diálogo entre dos formas musicales, el ritmo y la armonía modal de la seguiriya con las variaciones sobre los modos rast y nahawand, entre otros, que en el fondo son lo mismo. Esencia del mediterráneo, sobre todo en los pasajes libres de ritmo, donde casi todo es una pura improvisación a cargo de tres virtuosos. No falta el homenaje a Umn Kulthuma través de Enta Omri, una de las melodías popularizadas por la gran cantante, auténtico ídolo de masas, que Kattab lleva a terreno de la rumba.

Una obra en la que, tal vez por vez primera, podemos hablar de fusión y no de yuxtaposición entre estas dos músicas, porque la fusión se da de forma natural en los individuos, en la persona llamada Ali Khattab.

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