El cine español se reivindica bajo la lluvia

Los Goya en Málaga

En la gala hubo mucho de agradecimiento, bastante de autocomplacencia, un poco de reivindicación y algo de autocrítica y humor ácido

Y a Andrey Buenafuente se le hizo corto

Mariano Barroso, el presidente de la Academia de Cine, durante su discurso.
Mariano Barroso, el presidente de la Academia de Cine, durante su discurso. / Javier Albiñana

Málaga/Parecía un día distinto, un escenario diametralmente opuesto, un lugar muy alejado del barro y la desesperación de la mañana. El Palacio de los Deportes José María Martín Carpena había mutado, se había convertido en un teatro de imagen poderosa y reluciente para acoger con mucha solvencia la noche del cine español.

Varias horas antes de que empezara la gala, la actividad entre bambalinas era tremenda. El personal de la organización, la prensa, los técnicos, los encargados del catering, los ordenanzas... se movían nerviosamente para tener todo listo. En julio parecía algo lejano pero llegó y puntual comenzó la gala que encumbraría a Dolor y Gloria como mejor película con 7 premiosDolor y Gloria.

Un montaje musical con Buenfuente y Silvia Abril hizo un recorrido por la historia del cine, con menciones a Bienvenido Mr Marshall, Jamón Jamón, El día de la Bestia, Tesis y Tadeo Jones, al cine remoto, pasado y presente. Con algunos de los artistas nominados sobre el escenario comenzó una gala crítica, en algunos momentos ácida, pero también larga y falta de ritmo en los agradecimientos de los premiados, en el discurso del presidente de la Academia.

Pero tuvo buenos momentos, aquellos que se salieron de la norma, las intervenciones más acertadas de los presentadores, las referencias a la tierra de acogida, el Goya que entregó Jorge Sanz desde la puerta del Carpena y para el que Abril tuvo que bajar las escaleras a toda carrera, el de mejor actor de reparto que se llevó en una bici de Glovo, la canción de Pablo Alborán, el recuerdo a los fallecidos con el piano y la voz de Jamie Cullum.

Guiño a los 'riders' en la gala de los Goya de Málaga.
Guiño a los 'riders' en la gala de los Goya de Málaga. / Javier Albiñana

Durante la ceremonia se habló del tiempo, como no podía de ser de otra manera, se mandó un abrazo a los afectados por las inundaciones en el Levante y en Andalucía, se habló de la mentira de la conciliación, de la acogida necesaria para el diferente y de la invisibilidad de las actrices a partir de los 40.

Silvia Abril hace de superheroína en gala de los Goya en Málaga.
Silvia Abril hace de superheroína en gala de los Goya en Málaga. / Javier Albiñana

Se metieron con las cejas de Luis Tosar hasta en un par de ocasiones y con el pelo de Almodóvar. Hubo mucho de agradecimiento, bastante de complacencia, algo de reivindicación y un poco de autocrítica, como todos los años.

El club de baloncesto Unicaja, cuya casa se convirtió este sábado en la del cine gracias también a su generosidad, hizo su particular aparición con un vídeo en la que se mostraba a los jugadores en un partido dentro de la sala 1 del Albéniz.

Y antes de comenzar, en la alfombra roja, Pedro Almodóvar hizo un spoiler y reveló en la alfombra roja que Penélope Cruz entregará el Óscar a Mejor Película Extranjera. Así se lo podría dar por segunda vez a su amigo Pedro.

Silvia Abril y Buenafuente, aunque les costó arrancar la risa en el Carpena, lograron algunos momentos divertidos, pero también lo fue la aparición de Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, los presentadores de la gala de 2018. Y Santiago Segura haciendo publicidad de su película, Padre no hay más que uno.

Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes durante la gala de los Goya.
Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes durante la gala de los Goya. / Javier Albiñana

El premio de actriz revelación fue el que abrió la noche y lo ganó Benedicta Sánchez por Lo que arde, una actriz de 85 años que dijo “que la vida te da sorpresas y esta es una muy grande en mi larga existencia”, comentó una veterana debutante que le faltaron palabras para agradecer el premio, un Goya, que dijo “es también es para mi Galicia”. A partir de ahí empezó la cadena de premios, de dedicatorias familiares y emocionadas, de emotivo recuerdo a los que siempre creyeron en ellos y ya no están, de minutos de gloria que juntos se hicieron un tanto interminables.

Las actuaciones vistieron la ceremonia, como la Canción de Marisol que cantó Amaia, uno de los grandes momentos de la gala, el que anticipó al Goya de Honor a la actriz malagueña, que declinó recoger su premio en persona. Su hija Celia le puso voz. “Hace más de treinta años que nuestra madre tomó la decisión de bajarse de los escenarios para siempre, hoy nos está viendo en un lugar tranquilo, y nosotras no nos podemos sentir más orgullosas de recoger este premio en su nombre, porque sabemos que ha hecho a mucha gente feliz en su carrera”, dijo la actriz e hija de Pepa Flores, María Esteve. Con su otra hermana sobre el escenario, Tamara Esteve, visiblemente emocionada agradecieron a la Academia este premio.

Julieta Serrano emocionó con su primer Goya a los 86 años

Después de esto, Julieta Serrano, una gran dama del teatro y el cine como dijo María Barranco, emocionó con su primer Goya a los 86 años. “Este reencuentro con Pedro es doble, porque también lo he tenido con Antonio Banderas, una persona excepcional”, comentó Serrano. “A mi edad me siento tan estimulada de haber hecho el camino hasta aquí”, agregó la veterana actriz.

Del equipo de Almodóvar también subió al escenario Alberto Iglesias a recoger su undécimo Goya por Dolor y Gloria. “El cine de Pedro me ha hecho más libre, ha contado cosas que son muy difíciles de contar y con la música he tratado llegar al corazón de la película”, dijo Iglesias, uno de los hombres del cine español más premiado.

Y el realizador sevillano Benito Zambrano, que habló de la importancia de seguir contando historias, le hizo su particular reverencia a “nuestra Pepa Flores”, a la tierra, a Andalucía y al cine “en este país de países”.

En la recta final de la noche, lo que parecería una activista espontánea contra el cambio climático era la actriz malagueña Paula Meliveo, que entregó el Goya al documental sobre Malikian, que habló de la riqueza que aporta la migración a los pueblos. Al filo de la una de la madrugada aún quedaba los premios más importantes que dar.

Paula Meliveo, una actriz convertida en activista en los Goya.
Paula Meliveo, una actriz convertida en activista en los Goya. / Javier Albiñana

Andreu Buenafuente y Silvia Abril volvieron a salir al escenario para enfrentar la recta final. “Pedro cada vez te haces más sintético, has pasado de hablar todo sobre mi madre a todo sobre mí”, dijo Buenafuente. Bromearon con su relación de pareja, con los papeles de actores y actrices protagonistas, con las nominaciones que nunca se “canjean” por Goyas, y de una nominación a actor masculino sin Javier Gutiérrez. “Tenemos dos Antonios, a Banderas y De la Torre, que los dos son malagueños y tienen más cosas en común, que cada vez que nominan a De la Torre, Banderas saca una colonia”, dijo Abril.

Vuestro talento nos hace sentirnos a todos muy orgullosos”, dijeron los presentadores para dar comienzo a los premios más esperados de la gala. Esos que arrancaron las mejores lágrimas.

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