Libros

El secreto a voces de las librerías en Málaga

  • Las librerías de barrio son una verdadera especie en extinción en Málaga

  • Lafer, la última que sobrevive en Huelin, está a punto de desaparecer

Una cliente lee un libro infantil frente a la Librería Lafer.

Una cliente lee un libro infantil frente a la Librería Lafer. / JAVIER ALBIÑANA

Que las librerías de barrio están desapareciendo no es algo que sosprenda a nadie. Se ha convertido en un ruido de fondo al que nos hemos acostumbrado. Incluso en el centro, Libritos, la librería especializada en libros infantiles, fue sustituida por una tienda de deporte. Una cafetería reemplaza lo que fue un día Los Libros del Gato Negro. Entre todas estas se encuentra Libreria Lafer (C/Amadeo Vives, 9), la única librería de la barriada de Huelin que todavía sobrevive. Inmaculada Lara lleva 45 años detrás del mostrador. Rodeada de tomos y revistas y un telefono rojo de rosca que lleva desde los inicios y al que los niños confunden con un reloj, confiesa que "cuesta llegar a final de mes".

"Creo que como a cualquier autónomo no nos da la capacidad económica para tener empleados. Es más difícil porque tienes que hacerlo todo", explica Lara, "es una lucha diaria".

Cada día trabaja para ganar más clientes y reivindicar lo necesario de ser el único local del barrio que promueve la literatura. "Creo que la gente necesita de la lectura", declara. La situación se torna crítica cuando el alquiler sube de manera desorbitada. Su hermano, también dueño del local, falleció el pasado año. "Antes estábamos los dos y ahora... Nos han subido el alquiler una barbaridad, no sé si sobrevivirá la librería hasta el próximo año", confiesa. Lara defiende que Huelin es el nuevo centro cultural: "Es un barrio multicultural, el segundo más poblado. No me puedo ir, el libro es fundamental para el barrio", sostiene.

Años de dedicación la han convertido en una empresaria que busca detenidamente los libros que entran en su local. "No quiero a una editorial que envíe sin ton ni son", critica. Su criterio es claro; las editoriales singulares (como Taschen, una de sus favoritas) y una buena traducción. "Una mala traducción es una traición", dice parafraseando el proverbio italiano "Traductor, traidor".

El negocio se alimenta principalmente por una clientela extranjera que defiende el hábito de lectura que se crea entre las familias. "Compran libros para sus hijos pero al final leen todos juntos. El hijo de un cliente lee cuatro horas diarias", apunta Lara. También hay espacio para la fiel clientela que la conocen desde hace 45 años, "cuando era una niña".

"Me da pena que tantas librerías cierren", manifiesta la librera. "La ciudad está tomando un ritmo hacia los bares... Parece que hacer copas interesa más", reflexiona. Además, "lo tenemos difícil, tenemos muchos impuestos y el margen comercial los pequeños vendedores es muy poco", asegura.

Los libros infantiles son una buena herramienta para unir familias, pero también para lanzar mensajes necesarios a un público vulnerable. Las princesas también se tiran pedos de Ilian Brenam es uno de los más demandados en su librería. "El mundo infantil está lleno de maravillas; para la autoestima, para los niños que no quieren comer verdura, los hiperactivos, incluso para familia desestructuradas", explica Lara.

El barrio es quienes lo forman sus vecinos. Si se permite que muera lentamente, entonces... ¿Qué quedará?

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