Este título refleja la extraña manera que tienen algunos de interpretar el bien común a la hora de gobernar. Nadie es capaz de explicar cómo es posible que, ante las inundaciones permanentes que vive la ribera del Ebro, haya inconscientes que sigan rechazando un Plan Hidrológico Nacional por el hecho de haberlo propuesto la oposición. Y así seguiremos viviendo una tragedia constante mientras no haya cabezas responsables que pongan fin a este absurdo enconamiento.

Es bien sabido que nuestro país tiene un régimen irregular de aguas que requiere de pantanos y canalizaciones para poder equilibrar sus cuencas. Lo que no se puede hacer es seguir dándose golpes de pecho contra el cambio climático y la desertificación y, teniendo delante las soluciones, preferir que haya regiones pasando sed por tal de conservar los votos de las que se están ahogando. Téngase en cuenta que, tan solo con el exceso de agua que ha puesto en peligro a Zaragoza y que ha inundado todos los terrenos navarros y aragoneses a su paso, se podrían haber llenado los pantanos de España, evitando tanta tragedia. La solución, por muy simple y triste que parezca, está al alcance de nuestra mano. El poder hacer trasvases y embalses transitorios entre el norte y el sur de España, como los tienen muchos países del mundo, resolvería definitivamente el problema. Y un país con la mayor extensión de parques nacionales y zonas protegidas de Europa no debería seguir jugando con su futuro.

Ya quedan lejos aquellos manifiestos que pedían que, si el sur quería agua, que compartiese con el norte su sol. Esta expresión está superada desde que los grandes huertos solares fotovoltaicos están situados al sur de España, para el consumo energético de todos sus ciudadanos, por tanto, ya han pagado su parte de ese desigual contrato. Es interesante ver como los más radicales e intransigentes independentistas no reclaman la gestión de la Red Eléctrica Nacional, al saber que sus regiones son deficitarias en producción de energía y es mejor seguir sacando recursos del resto.

Pero últimamente parece que, ante el excesivo precio de la energía, los ojos se vuelven a dirigir a los enormes recursos del sur de España. Ya que la desastrosa promesa presidencial de que el precio de la electricidad sería el mismo a final de este año que del pasado, quizás sea el momento de ofrecer agua por energía, y así todos podremos estar contentos.