Res Pública

José Antonio Montilla

montilla@ugr.es

Apatía democrática

Tras lo ocurrido en Italia se puede afirmar que la democracia pluralista está en riesgo

Aunque fuera esperado, es grave lo ocurrido en Italia. Podemos afirmar ya, sin circunloquios, que la democracia pluralista está en riesgo. Me refiero a la democracia que se ha desarrollado en los últimos setenta años y ha llevado a Europa a niveles de bienestar nunca vistos en la historia de la humanidad. El debate teórico desarrollado en los últimos años sobre el ocaso de las democracias (Ziblatt, Levitsky, Applebaum, entre otros) es ya una realidad política tangible. Pero, a diferencia de lo ocurrido en el siglo XX, este ascenso de la extrema derecha no es fruto de un entusiasmo colectivo con ideas nuevas sino el resultado de la apatía democrática. Nunca se había votado tan poco en Italia.

¿Cuáles son las causas tanto de la apatía democrática como del resurgir del pensamiento reaccionario? Ya he sostenido en este espacio el daño que está haciendo el discurso de la antipolítica. En las redes sociales es fácil ganarte el aplauso con un exabrupto sobre los políticos o la política. El efecto es que no se vota o se hace al más radical, al que se niega a cualquier acuerdo, como ha ocurrido en Italia. A esto se une en la actualidad el malestar social generado por la subida de los precios de la energía y, con ello, de la inflación. Las guerras se sufren en la vanguardia con la pérdida de vidas humanas y también en la retaguardia, con las consecuencias económicas. Y Europa ha decidido implicarse en esta guerra desde la retaguardia. El malestar social, además, lejos de racionalizarse para afrontar con serenidad los problemas se envuelve en un discurso apocalíptico. El caso de España es significativo. Cada día escuchamos que estamos al borde del hundimiento cuando las previsiones de todos los organismos internacionales es que creceremos en 2022 por encima del 4%, más que China. Y, finalmente, este malestar social acrecienta el nacionalismo, siempre refugio en tiempos de incertidumbre. El nacionalismo está de vuelta, como hace un siglo, con todos sus ingredientes dañinos para la democracia: xenofobia, antieuropeísmo, religión nacional, exclusión de la diversidad, etc. Es el cóctel perfecto para los Melloni, Orban o Abascal.

Frente a este retroceso democrático, debemos desenmascarar a todos aquellos que desde la antipolítica, el nacionalismo o el catastrofismo abren las puertas a la extrema derecha. Cuando en uno de esos programas de entretenimiento que alientan la antipolítica, Laura Pausini se niega a cantar Bella ciao porque es "política", hay que recordarle que es un símbolo de la lucha contra el fascismo y entre la democracia y el fascismo no cabe la equidistancia.

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