Barrios ricos, barrios pobres

El avance de una investigación de la UMA revela que al principio fue un caos pero luego el virus eligió donde asentarse

Un avance presentado esta semana de una investigación en la que trabajan una decena de profesores de la Universidad de Málaga concluye que los barrios más pobres de la capital malagueña son a su vez los más castigados por la pandemia. Tampoco nos debería sorprender mucho por el comportamiento general de este virus, que se ha ensañado especialmente con las personas más vulnerables, los mayores que conviven en las residencias, en las que se habitan buena parte de la jornada en espacios reducidos para facilitar el control por parte del personal. En los centros en los que penetró el Covid, los ancianos que no enfermaron sufrieron, incluso durante meses, el aislamiento y la reclusión en sus habitaciones para limitar cualquier contacto humano.

Los Asperones, la Corta, Carlinda, Palma-Palmilla y algunas zonas de la Carretera de Cádiz, los núcleos señalados una vez más. Viviendas pequeñas que facilitan la transmisión de los contagios cuando cae alguno de los miembros de la familia. Núcleos con una elevada densidad de población y, por tanto, diana más fácil en cuanto se incrementa la movilidad. Pero, curiosamente, la investigación de los docentes malagueños asegura que la llegada del virus fue más "caótica". Accedió con la misma intensión o incluso más a través de las barriadas más ricas de la ciudad, las de la zona este. También en la conclusión puede aplicarse una cierta lógica. Una enfermedad importada necesita pasajeros que la desplacen y aunque el turismo es un ocio generalizado entre todos los estratos sociales, sin dinero o con pocos recursos se viaja menos.

El avance de este trabajo pide a las administraciones públicas un esfuerzo para compensar el impacto de la pandemia entre la población de estas barriadas más deprimidas. Seguramente, las derivaciones de esta investigación preliminar también servirían para concluir que también el paro y, en general, los desequilibrios sociales se habrán acentuado en este último año. El Covid también parece castigar cualquier rasgo de debilidad.

Hasta ahora, en los planes de vacunación se han contemplado fundamentalmente los tramos de edad de los llamados grupos diana, mayores a partir de 60 años y personas en riesgo, y los profesionales esenciales, como los sanitarios y los profesores. Las conclusiones de los representantes de la UMA no son definitivas e implementarlas, si se confirman, en la presente campaña de vacunación se antoja una quimera. Pero, desde luego, si la pobreza está ligada a la expansión del Covid 19 los esfuerzos de inmunización deberían tener como prioridad esos núcleos. Por el propio interés general.

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