Crímenes silenciosos

El precio que se pagó fue más que suficiente para que ahora vengan otros radicales a imponernos su doctrina

Hoy, junto a la segunda ola del coronavirus, Francia vive paralelamente otra ola de terrorismo islamista. Y nuevamente son los más débiles: un profesor decapitado en plena calle de París, y un sacristán y dos feligresas acuchillados dentro de la basílica de Notre Dame en Niza. Deben haber sido cuatro enormes enemigos para algunas cabezas muy mal amuebladas, pero la conclusión es que hoy están muertos por la ignorancia y el salvajismo de aquellos que adornan sus acciones en el marco de su fe, pero que en el fondo no tienen el más mínimo respeto por la vida.

Evidentemente el insulto a las creencias de los demás, ya sea mediante panfletos o a través de caricaturas, es una falta de respeto y como tal debe ser criticada. Pero de ahí a que mostrar una imagen en clase, por parte de un docente, lo lleve a su condena y muerte por parte de un terrorista, hay un abismo. Las democracias europeas se han construido gracias a que muchos dictadores, que condenaban las enseñanzas de los profesores más liberales y los incomunicaban o directamente los asesinaban, fueron desapareciendo. Por tanto, el precio que se pagó en el pasado ya fue más que suficiente para que ahora vengan nuevamente otros radicales a imponernos su doctrina. Porque ya aprendimos que la educación que no se basa en la libertad, especialmente en la de cátedra, es el objetivo fundamental para el control de la sociedad y de su pensamiento, y por ello todos los extremistas desean hacerse con él.

El triste hecho de que los ataques más furibundos contra una muestra en clase de las caricaturas de Charlie Hebdo viniesen del presidente Erdogan no son casualidad. El otrora socio de la Alianza de Civilizaciones con el expresidente Zapatero se ha transformado en un gobernante alejado de las tesis europeístas y abrazado a los postulados más conservadores del islam. Poco le falta para que deje de ser reconocido como "presidente democráticamente elegido" y pase a ser algo así como "gobernante por la gracia de Dios", que tantos y tan tristes recuerdos trae para la historia de España. De ahí que un hermoso país como Turquía vuelva a desandar todo un camino que Atatürk supo recorrer y por el que ahora su sucesor se aleja y aísla inmisericordemente. Le vendría bien al actual presidente turco recordar las enseñanzas de su predecesor, cuando éste indicaba: "Aquellos que usan la religión para su propio beneficio son detestables".

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