Desojando la margarita

Durante la pandemia la artillería interna del gobierno se usó para atacar al ministro de Sanidad

Los tiempos para cambios de ministros o, como se denominan en España, crisis de gobierno, deberían ser más habituales por ser siempre sanos en democracia. Si se tienen ocho o nueve colaboradores bien avenidos y, a veces, convienen los recambios y las incorporaciones, no digamos entre veintidós ministros permanentemente enfrentados. Lo curioso de nuestra situación es que siempre se actúa sobre el área más delicada, es decir, a quien muestra liderazgo o eficacia, se le corta la cabeza.

Durante la pandemia toda la artillería interna del gobierno se utilizó para atacar al ministro de Sanidad. En el momento más delicado para nuestro país, dichas críticas internas se dirigieron a Salvador Illa, que aguantó lo que pudo hasta que una ola, y no precisamente de COVID, se lo llevó para Cataluña. Ahora volvemos a vivir la misma situación con Margarita Robles, en plena invasión de Ucrania y con una enorme responsabilidad de mantenerse firme con el resto de aliados de la OTAN frente al siniestro y despiadado Putin. Cualquier político medianamente inteligente sabe que cuando los peores marcan los tiempos para destruir, los mejores tienen que estar preparados para construir. Y un ministro de defensa no se cambia en plena estrategia internacional.

Es evidente que la única razón para tratar de descabezar el ministerio de Defensa, en estos momentos, es la de debilitar a España y apoyar a Putin. Al ver quienes son las cartera ministeriales que atacan a Margarita Robles, y su obsesión porque no se ayude militarmente a Ucrania como ordena Putin, es fácil adivinar la estrategia seguida: detonar al gobierno desde las instituciones. Lógicamente esto es de primero de populismo, pero también lo es que la ministra de Defensa debería estar un poco más avispada y mejor asesorada, porque espiar a los demás es posible hasta que te pillan, y en ese momento pocas excusas valen.

Desde que en el 2013 se pidiera una comisión de investigación en Cataluña, por espionaje entre partidos a través de la agencia Método 3, el ambiente está demasiado enrarecido. Y hoy nos vemos inmersos en un espionaje de estado como en la guerra fría: Europa tiene enfrente a los herederos de la KGB, se han expulsado a cientos de soplones de las embajadas prosovieticas y ahora tenemos follones internos gracias al CNI. Desde luego los servicios secretos menos secretos de la historia están dando un espectáculo deplorable.

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