Ejército multiusos

Pedro Sánchez ha decidido convertir a 2.000 militares en rastreadores, para localizar por teléfono a posibles contagiados

Si eras militar en España a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del XX tenías muchas posibilidades de verte involucrado en un golpe de Estado. Hasta ocho asonadas e intentos recogen los libros de historia en este convulso periodo. Pero con la democracia, afortunadamente el Ejército alejarse de la política fratricida y dedicarse a lo suyo. Multitud de misiones bajo el mando de la OTAN, las Naciones Unidas o la Unión Europea. El nombre de Málaga bautizó a una de las primeras agrupaciones que partió en 1992 al mando del coronel Zorzo. En la ex Yugoslavia protegían los camiones con ayuda humanitaria en un frente en el que croatas, serbios y bosnios reverdecieron la vieja Europa. Un conflicto bélico que no se recordaba desde la Segunda Guerra Mundial. Más de veinte soldados perdieron la vida en Kosovo. Treinta años después se cuentan por decenas los despliegues por el mundo.

En 2005 Zapatero decidió crear la UME, la Unidad Militar de Emergencias. El objetivo de dar una respuesta rápida en casos de catástrofe. Y, en aquellos primeros años, costaba entender que a los uniformados se les empleara para quitar la nieve de la calzada, cuando se originaban los grandes atascos en las carreteras. En las inundaciones de Málaga de 2018, varios cientos de efectivos de tres de sus batallones achicaron agua y lodo en viviendas, entre otras zonas, en Campillos.

A la UME también la hemos visto fumigando residencias de ancianos en Málaga y la estación de tren y el aeropuerto durante la pandemia del coronavirus, en la llamada operación Balmis. Y a unidades de La Legión, con sede en Ronda, patrullando calles de la Palma-Palmilla, que alguien debió pensar que era la mejor forma de disuadir a sus vecinos para obligarles a permanecer en sus casas durante algunos días del confinamiento. Pedro Sánchez activó a los ejércitos de Tierra, Mar y Aire. Y también hemos visto a los soldados transportar ataúdes y velar cementerios improvisados en pistas de hielo.

El presidente del Gobierno le ha cogido el gusto al caqui. Cumplen las órdenes sin rechistar. Y con todas las instituciones bajo mínimo en popularidad, las Fuerzas Armadas suponen una garantía de confianza. Por eso ha decidido convertir 2.000 efectivos en rastreadores. Militares para, por ejemplo, localizar por teléfono a los contactos de algún joven que ha dado positivo tras participar en una fiesta. ¿Imprescindibles o un nuevo golpe de efecto?

Un ejército multiusos. Pero la nueva misión es más civil que militar. Y mañana igual reclamamos su presencia para que coloquen las luces de Navidad. Y entonces habrá que designar a Teresa Porras nueva Jefa de Estado Mayor de Defensa, que es la domina los Servicios Operativos.

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