Gobierno ‘gomaespuma’

Pese a que el Maximum Shemeless ya describió este tipo de gobierno, nunca los identificó con un nombre

Pese a que el Maximum Shemeless ya describió este tipo de gobierno en su vasta obra, nunca llegó a identificarlos con un nombre concreto. Sin embargo, podemos afirmar sin riesgo de equivocarnos que, si el insigne profesor hubiera vivido en la España de finales del siglo pasado, no habría dudado en denominarlos gobiernos gomaespuma. Y no por su flexibilidad, capacidad de recuperación y durabilidad excepcional –propiedades con las que los identificaría cualquier amante de la ingeniería de materiales y de la que algunos de ellos hacen gala–, sino por su paralelismo con el alcalde al que entrevistaba Carmelo Cotón, el reportero de pareja de humoristas que se llamó Gomaespuma, que dirigiendo los designios de un pueblo en el que solo vivía él, se veía obligado a ejercer al mismo tiempo de feroz oposición.

Los gobiernos gomaespuma son gobiernos que, convencidos de su sobrada capacidad, no necesitan de la oposición para llevarse la contra a sí mismos. Los cuatro años de la XIV legislatura dejaron claros ejemplos de este tipo comportamiento. Si su comienzo nos ilustró con un Pablo Iglesias empeñado en emular junto a Pedro Sánchez al dúo Pimpinela, retirado el primero de escena, el dúo de las ministras Montero (María Jesús e Irene) no pudo sino traernos a la memoria el conocido tema de Antonio Machín, Corazón Loco, y obligarnos a preguntarnos cómo se pueden querer a dos mujeres a la vez, y no acabar loco.

La necesidad de diferenciarse dentro de un gobierno de coalición obliga a los socios minoritarios, y a los partidos que sin formar parte le apoyan, a manifestar periódicamente sus diferencias con el socio mayoritario. Se trata de no sucumbir al abrazo del oso mientras que se presenta una mínima imagen de unidad para que aquello no parezca el camarote de los hermanos Marx. No parece que empiece mejor la XV legislatura. Si a Sumar le ha faltado horas para descalificar el nombramiento de la nueva directora del Instituto de la Mujer, a Ibarra y Montero, de Podemos, le han sobrado para pedir su dimisión. Y puede que con esto no hayamos hecho nada más que empezar. Sumar, que dentro de la coalición con Podemos, optó hasta el último gobierno por un perfil más sosegado y responsable que lo presentase como una alternativa a las salidas de pata de banca de sus socios morados, tiene cada vez menos necesidad de diferenciarse de ellos. Y esto es una ventaja, pero también una tentación.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios