La Ilusión de la Certeza

La música que programan las radios se produce siguiendo las pautas de fórmulas establecidas y algoritmos

De todas las actividades humanas, la más apreciada es la música. Nietzsche decía que una vida sin música era un error. Para los que aman la soledad, es lo único que mejora al silencio. Para quienes prefieren el arrebato de una emoción que les haga bailar, el impulso imprescindible para moverse. Para todos, melómanos, músicos o simples aficionados, se trata de la compañía que mejor les define. Si Putin y otros hubiesen escuchado más música, las bombas probablemente se habrían oído menos.

Ahora la música que programan las radios, la que alcanza los puestos más altos en los rankings, se produce siguiendo las pautas de fórmulas establecidas y algoritmos. Esto explica que todas las canciones suenen iguales y sean prácticamente intercambiables. Pero hubo un tiempo en que lo que vendía no eran los ritmos establecidos por las máquinas, sino que había amplios espacios para lo nuevo, por la sencilla razón de que lo diferente era un valor altamente cotizado. Hoy en día, debido a internet , la oferta musical , literaria y audiovisual , se ha ampliado hasta el infinito y conseguir atraer la atención del público es más complejo que nunca. Por ello todos los que aspiran a conseguirlo andan obsesionados con encontrar ideas, sonidos o historias, que les den la ilusión de que apostar por ellas será con certeza un éxito. Nadie valora las voces propias, todo consiste en clonar las claves de aquello que ha triunfado. Se conduce fijando la vista en el espejo retrovisor, no mirando hacia adelante. Únicamente sirve lo mayoritario; aquello que suene a alternativo se descarta inmediatamente. En un mundo en el que los gustos ciudadanos se han fragmentado y segmentado hasta el infinito , el tamaño de los aciertos es ahora menor y su duración no pasa de un par de semanas . De ahí que se acuda a fórmulas ya conocidas, más propias de loros que de pájaros cantores, pero que trasmitan a quienes toman las decisiones la ilusión de tener asegurado el éxito.

Pero mientras actúan así, vendrán nuevas generaciones que buscarán tener un lenguaje propio que les diferencien de sus predecesores. En alguna habitación hay ya alguien que está inventando las palabras y sonidos que lo cambiarán todo. Ningún algoritmo lo descubrirá antes de que sea un éxito, porque lo suyo es analizar datos del pasado, pero carecen de la imaginación para prevenir lo que vendrá. Sólo hay una certeza posible: que el futuro será diferente. Entonces, ¿por qué dirigirnos hacia él haciendo más de lo mismo?

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