Jugada maestra

Si hay algo más rebuscado que un catalán negociando es un gallego marcando los tiempos

En la batalla de Gaugamela, Alejandro Magno consiguió defenderse de todos los ataques de las tropas de Darío, dividirlos a posteriori y vencerlos finalmente. Fue la gran batalla histórica de los macedonios contra los persas y el principio del fin de las obsesiones imperialistas que traían los sátrapas del Este. Más de 2.300 años después volvemos a vivir en España las consecuencias de esas ínfulas independentistas y acaparadoras venidas desde el Este y como nuevamente quedan reducidas a la nada.

Dicen los expertos que la historia nunca la protagonizan los cobardes, y eso debió pensar Rajoy cuando le llegó la oferta de Puigdemont de elecciones a cambio de inmunidad. En ese momento se aprecia como el miedo ha invadido al contrario y como su única preocupación es no acabar con sus huesos en prisión. Pero esa debilidad provocó paralelamente la división de sus filas y, aunque después quisieron reconstruir la situación, la pantomima de la votación secreta fue el final del espectáculo. Todos salieron del hemiciclo con los glúteos prietos para esperar en las ventanas a que llegaran los tanques que, sorprendentemente, no llegaban. Y la plaza San Jaume se fue vaciando poco a poco, mientras llegaban de forma inmisericorde las progresivas comunicaciones de ceses. El independentismo había fracasado estrepitosamente y por ello pasará sin pena ni gloria, pero el ridículo nacional e internacional será difícil de olvidar en generaciones futuras.

La jugada ha sido maestra. Probablemente nunca estos supremacistas se percataron de que si hay algo más rebuscado que un catalán negociando es un gallego marcando los tiempos. Ni las ansias de Ciudadanos ni las dudas del PSOE modificaron una estrategia muy bien pensada. Todos esperaban un comportamiento más agresivo del PP que nunca se produjo, obligando a los secesionistas a tener que dar el primer paso y a cometer todos los delitos que ahora deberán pagar.

Durante estas semanas nos ha sorprendido a todos la falta de valor para asumir responsabilidades de los que han querido dividir a España y sus constantes abusos e incumplimientos legales. Sería conveniente que aquellos partidos que pretendan presentarse a elecciones en Cataluña y quieran reconstruir la situación, se alejen de estos líderes marcados por la traición y el engaño, porque de lo contrario difícilmente volverán la confianza, las inversiones y las empresas a esta tierra.

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