YA no se puede decir modernamente eso de ¡vives como un marqués! En primer lugar, porque hay marqueses muy tiesos. Tan arruinados, que ya lo estaban en esa época cercana en la que todos los españoles nos creímos ricos, antes de que la crisis nos pusiera en nuestro sitio. Pero es que además el jefe de la cosa aristocrática, que es mismamente el Rey, nos sorprendió ayer con unos nombramientos que desmienten ese comentario popular, que identifica el marquesado con la buena vida y la holganza. Vargas Llosa, Del Bosque, Villar Mir y Menéndez son hombres que han trabajado muy duramente para triunfar en la vida. Y ¡vive dios que han triunfado! Ninguno de ellos tiene problemas de tesorería, en esta España sometida a una severa dieta de austeridad por el directorio europeo.

Complace ver a un escritor de la talla de Vargas Llosa con su Nobel reciente, elevado a la categoría de aristócrata moderno y nacional; es español de nacionalidad desde 1993. Disfrutó del Madrid de finales de los 50, con una beca de doctorado en la Universidad Complutense y sostiene que se hizo escritor en la Barcelona de los primeros años 70, en una ciudad bella, culta y divertida, a pesar del franquismo, en la que vivió cuatro años. Villar Mir y Menéndez tienen en común haber sido ministros tras la muerte de Franco. El empresario como ministro de Hacienda en el primer Gobierno de la monarquía, en la prórroga de Arias Navarro, junto a pesos pesados como Fraga o Areilza. Y el segundo en el primer Gabinete de Suárez, el de los penenes, aunque este catedrático de Derecho Mercantil ya frisaba los 50 años por entonces.

Hay otras coincidencias en este elenco de nuevos marqueses. Por ejemplo, el indiscutible madridismo de dos de los distinguidos. Villar Mir intentó sin éxito llegar a la presidencia del Real Madrid cuando Florentino Pérez dio la espantada en 2006. Y Vicente del Bosque fue jugador del Madrid durante once temporadas, en las que ganó cinco Ligas y cuatro Copas. Y como entrenador del mismo club ganó dos Champions y dos Ligas. Lo echó Florentino, que no es hombre con buen ojo para los marqueses modernos. Mayormente porque a su ojito derecho actual, José Mourinho, no se le ven muchas posibilidades de conseguir semejante título nobiliario, por muchos títulos deportivos que logre.

Del Bosque es un hombre noble de natural, sin necesidad que lo diga el Boletín Oficial. Es de esos deportistas a los que da gloria oír, por su humildad y consideración con los contrarios. Como Guardiola, como Nadal. Lejos de la arrogancia, soberbia y mal humor de niño consentido de Mourinho. Lo de Del Bosque seguro que ha caído bien a la generalidad de los españoles. Este marqués es un ejemplo de caballerosidad, serenidad y confianza. El tipo de liderazgo que hace falta en los turbulentos tiempos que corren. Y no sólo en el fútbol.

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