Ménage à trois

Ciudadanos, en Andalucía, no sólo ha cambiado de pareja sino que se dispone a montarse un trío

Después de demostrar su sexualidad flexible en los pactos de gobiernos de los últimos años y mantener un noviazgo de casi cuatro con el PSOE de Andalucía, Ciudadanos, no solo ha cambiado de pareja, sino que se dispone a montarse un trío. Eso sí, sin querer.

A Abascal no le ha gustado que, después de haber compartido casa durante tanto tiempo con los de Casado, le quieran dejar de mero voyeur. Y Casado, que es un hombre sensible, lo ha entendido y ha confesado a Rivera que no le hace ascos a montarse un ménage à trois. Tras treinta y seis años a dos velas en Andalucía, tampoco hay que andarse con remilgos puritanos y es mejor abrirse a nuevas experiencias. Eso, y que no hay más remedio, salvo que quieran tener las citas de los próximos cuatros años en un céntrico hotel. Toda una declaración de amor para la que los naranjas no estaban preparados. Ellos son personas de un solo amor verdadero. Hombre o mujer, pero siempre de uno en uno; y este tipo de relaciones no saben explicarlas al otro lado de los Pirineos.

El próximo ejecutivo andaluz estará cargado de testosterona, de la que en Vox hay de sobra. El ataque a las políticas de género no es más que una muestra. Lo que en el fondo se discute es que se acepte el primer "que vas a hacer tú sin mí". Si cuela, luego será fácil el "niña, no vales nada" y "aquí mando yo". Lo que las denostadas feminazis califican como violencia de género psicológica y Vox, violencia intrafamiliar. Nunca habrán tenido más razón. Las cornadas también se darán dentro de casa. Como ejemplarmente explica el profesor Shameless, al comienzo de cualquier relación, por muy política que sea, lo importante es meter al menos la puntita. Ya se perseverará después y, una vez encerrados en la misma alcoba, está por ver quién es más activo. Los de Abascal están un poco vírgenes, pero no parece que les vaya el papel de pasivo. En cualquier caso, el amor todo lo puede y Ciudadanos no está dispuesto a que fracase su matrimonio antes de llegar al altar. Tras declarar que solo tiene ojos para los azules, se muestran dispuestos a mirar para otro lado mientras García Egea y Ortega Smith intercambian palabras de amor a puerta cerrada en Madrid. Solo hay un cortejo más apasionante, el que no mantienen Susana y Teresa Rodríguez. Empeñadas en demostrar quién es más machito de las dos, se están asegurando por muchos años el puesto de voyeur de este ménage à trois.

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