Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Monstruos del Halloween

Mientras Putin exhibe sus armas nucleares, aquí sacamos los fantasmas siniestros de nuestro pasado

Una cosa es celebrar con horripilantes disfraces fiestas juveniles e infantiles importadas y otra mostrar reales horrores actuales o pasados, a nivel mundial o nacional. Putin, por ejemplo, está celebrando su personal Halloween -no sé cómo se llamará en Rusia el día de los muertos- exhibiendo su arsenal nuclear, puesto en movimiento estos días en unas maniobras totales, desde los misiles intercontinentales que se dispararían desde sus bases en tierra o desde los submarinos equipados con ellos. Es verdad que la OTAN también celebra maniobras de respuesta nuclear, en este juego del Apocalipsis que creíamos no se iba a practicar en el siglo XXI, Putin es ya un muñeco siniestro, con sus crímenes en la sangrienta invasión de Ucrania. Puede exhibir, hasta ahora, para dar miedo de verdad, los millares de muertos, violaciones, masivas destrucciones de centrales eléctricas -para dejar que los supervivientes de su barbarie se mueran de frío este invierno-, hospitales, etc., amén del éxodo de un pueblo martirizado que supera a los de la II guerra mundial, originada por otro sátrapa sanguinario, Adolf Hitler. Y, además, sus seguidores pueden vanagloriarse de ello. Un parlamentario ruso aplaudía esta táctica de dejar morir de frío, hambre y sed a los ucranios y un comentarista de la televisión rusa, convertido en moderno Herodes, pedía matar a todos los niños del país invadido, barbarie que luego intentó corregir.

Tenemos, por tanto, monstruos reales en estos días que celebramos el recuerdo de los muertos y no son los que nos asaltan tras infantiles cabezas de calabazas. Monstruos capaces, dicen, de acabar con la Humanidad si es preciso. Aquí venimos sacando de sus tumbas a monstruos del pasado. En la historia española hay una infinidad, entre ellos Franco y Queipo de Llano, cuya represión en Andalucía fue pavorosa. Asustaron en su momento, millares de víctimas yacen en barrancos y cunetas sin reconocimiento, pero fue, por fortuna, un pasado superado de esta infernal España cainita tantas veces referida en mis comentarios y a la que dediqué un libro, todavía inédito, por incompleto. Un pasado que, naturalmente no se puede olvidar y hay que reparar, Pero una cosa es honrar a los otros mártires olvidados y otra sacar físicamente de sus tumbas a nuestros zombis para aterrorizar a las nuevas generaciones.

Por fortuna, son historia, trágica historia. Hoy, tenemos monstruos vivos, salidos de sus tumbas ideológicas, con sus deseos de sangre que les chorrea por sus bocas sanguinolentas como las máscaras de estos días. Solo que ellos son monstruos reales y las máscaras y disfraces de los jóvenes son simplemente ficción de una fiesta de la que Octavio Paz nos hablaba, referida al tribuno rendido por la sociedad mexicana.

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