Es mentira. Quien os diga que el tiempo pasa y no se puede detener no es sincero del todo. O no sabe lo que se pierde.

A veces sucede. Los del equipo, ese que igual ya solo se puede reunir al completo en una boda o en un funeral, sale a jugar. Se vuelve a calzar las botas, da igual que haga años que no se vean, se desenvuelven como siempre. La magia lo cubre todo y es en ese momento, o en ese infinito de momentos, cuando el tiempo no solo se ha parado, sino que incluso ha retrocedido. Y ahí se acaba el móvil. El trabajo. Las prisas. Y ese problema que realmente no es tanto, pero que rebota en la cabeza como las sacudidas de un maremoto.

Valga esta reflexión tras un error imperdonable y un día de éxtasis. He tardado cinco meses, cinco, en dar la enhorabuena a una gran amiga por su embarazo. Y en 12 horas recuperé muchos de los meses con esos amigos que a diario suelen vivir sobre las futiles excusas con las que nos acorazamos constantemente.

Hay aplicaciones que nos dicen el tiempo que usamos el móvil y el que destinamos a las redes sociales, aunque nunca podrán medir las renuncias que suponen, todo lo que dejamos de regar y cultivar tras la fugaz diversión de ver un meme, compartir un storie o bucear por el time line de Twitter.

Hemos asumido, casi como si fuera jornada laboral, que dedicamos un tiempo importante a estar actualizados de manera 2.0. Que el móvil es una necesidad, no una herramienta. Le hemos quitado jerarquía al café, porque ya no es que miremos el teléfono mientras nos lo tomamos, es que se nos enfría cuando perdemos la noción del tiempo con el cacharrito dichoso.

Incluso parece que diéramos por hecho que uno no se puede divertir o desconectar salvo que lleguen las vacaciones y los días de descanso. Total, desde el sofá o metidos en la cama antes de dormir podemos echar un par de risas que nos engañan y nos hacen creer que hemos aprovechado ese día. Y por si fuera poco, cínicos nosotros, le echamos la culpa a las prisas. El tiempo, esa obsesión ancestral, no se puede retuitear. Y es más inacabable que todos los stories que podamos subir. Y parece mucho más de verdad cuando no tenemos el móvil en la mano.

Perdón, Marina. Y gracias, equipo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios