Uno.- Feijóo ha ganado las elecciones. Juro que por más que miro resultados, número de votantes, escaños, etc., no entiendo la perorrata de Sánchez el pasado domingo (al que, por cierto, eché en falta que sus primeras palabras fueran para felicitar al ganador como siempre vi hacer).

Dos.- Los pactos no dejan de ser un parche democrático. Democrático, por supuesto. Pero parche. Ningún ciudadano votante va a estar contento. El socialista, porque nunca eligió a Sumar. El popular, porque él no quería a Vox. Si no, les hubieran votado. Conviene no perder esto de vista, porque las euforias de atril y micrófono la noche electoral, no lo son tanto a pie de calle, y el ciudadano está un poco harto que se juegue de manera antinatura con su voluntad.

Tres.- No es momento de cambios y mucho menos si pretendemos cuestionar en el postpartido al entrenador. Es ridículo hablar a estas alturas de Ayuso, Juanma o el que sea. En este país tenemos tendencia a ser excesivamente futboleros, y por ende resultadistas. Me asombro ante tanto contertulio radiofónico que ahora, y solo ahora, dice que él sí que lo vio venir. Digo yo que lo callaría por un excesivo pudor mal entendido… Es tiempo de Feijóo. Le toca a él. Lo demás, repito, es de futboleros y oportunistas.

Cuatro.- Queda claro que en política conviene herir, pero nunca humillar. Las municipales se vivieron como una humillación para el socialismo, que hoy repone mínimamente el orgullo que en aquellas perdió. Sus votantes, aun con dolor, hicieron de tripas corazón y votaron socialismo. Sigo teniendo dudas que votaran Sánchez. Esta es la realidad: las elecciones nacionales sirvieron en la izquierda para minimizar pérdidas. Pero no para sentirse orgulloso de victoria alguna. Repito: ni Sánchez ni el socialismo ha ganado las elecciones.

Quinto.- Cuidado con los pactos. Es obvio, ¿verdad? Quizá sea el mayor temor del ciudadano. Que sus líderes no sepan o no encuentren los límites del estado de derecho a la hora de pactar. En estos años de mandato, hemos visto de todo, y tropelías al estado de derecho, más de las que imaginamos. No sabemos lo que quedará por ver.

Sexto.- Donde sí hay mayoría, y más que absoluta, es para apelar a nuestros políticos a que dejen ya de echarse en cara jugarretas y actuaciones del pasado y procedan, de una vez por todas, a reformar la ley electoral. Nuestra democracia, nuestro estado de derecho y nuestra sociedad lo necesita con urgencia. Lo demás, es vergonzoso.

Séptimo.- Aprender de los errores. La izquierda arrinconó en la extrema derecha a los populares por un posible gobierno con Vox para asi liberar un buen puñado de votos del centro. Nadie en cambio cuestionó, o no con la intensidad suficiente, las rupturas constitucionales, democráticas y perdidas de derechos y libertades que podían acechar a través de su probada comunión con una extrema izquierda que desprecia conquistas en más de cuarenta años. El día después en cambio, sí que polarizamos el miedo al riesgo de ruptura de nuestra integridad territorial por pactos que siempre fueron antinatura. Llega tarde.

Octavo.- Felices vacaciones. Váyanse tranquilos. En Agosto no habrá elecciones. ¿O sí?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios