El lanzador de cuchillos

Secuestro en el portal

En nuestro país y el resto de Occidente, las cosas ha cambiado y el sentido del humor se considera un privilegio

Pasamontañas ajustado, entramos en el portal, servicio de orden frustrado, nos llevamos al chaval…"; el estribillo aceleraba a ritmo de ska, "secuestro en el portal, secuestro en el portal". Era la España de la movida, aquel tiempo estimulante, gozoso y canalla. Una época de aparentes desmadres -el libertinaje contra el que advertían los nostálgicos recalcitrantes- que reflejaba, entre fuegos de artificio, el malestar y el desencanto por las promesas incumplidas de la ansiada democracia.

Hoy, en nuestro país y el resto de Occidente, las cosas han cambiado y el sentido del humor se considera un privilegio. Por eso, más de tres décadas después, activistas de diverso pelaje llevan a la práctica sin gracia lo que Mogollón dejó en gamberrada virtual. Ahí están, todos los años, fieles a su cita. Esta Navidad han robado y mutilado en Orense al niño del belén zombie. Antes fue en Roma, donde una muchacha de Femen, con las tetas al aire, se llevó airadamente a Jesusito por no llamarse Jesusita. Unas compañeras de la anterior se pasaron por donde ustedes se imaginan a Cristo crucificado, en una performance sórdida de porno sadomaso de convento, ejecutada a plena luz del día en la Plaza de San Pedro. Ejecutadas es como estarían las tres -y los ladrones y ladronas de niños del belén- si su valerosa actuación hubiera tenido lugar en La Meca o a la salida de misa de doce -o como se llame allí- en la mezquita de Kandahar, con la calle hasta la bola de turbantes. Pero eso no va a ocurrir -ni Dios lo quiera- porque el tonto gallego y la franquicia ucraniana del autoproclamado feminismo radical no son más que miedicas bovinos y sectarios disfrazados de iconoclastas con arrojo. Corrección política travestida de subversión.

Tengo un vecino facha y machista que dice que lo de las tetas es lo mejor del asunto, que es una oportunidad única de verlas en televisión en estos tiempos en que el colectivo gay ha tomado los platós. Y yo le digo que todo el mundo tiene derecho a salir por la tele. Y que si no le gustan los gays, siempre puede ponerse en YouTube el extinto programa de Pablo Iglesias, porque en Fort Apache homosexuales no hay. Ni se habla de ellos. Son gente seria y comprometida estos inquilinos catódicos del régimen de Teherán. Nada que ver con aquella juventud de la Transición, tan vacua, que aprendió el lenguaje de la democracia mientras tomaba copas en El Penta. La revolución requiere disciplina y reciedumbre, no es lugar para blanditos. Y mejor así, porque en la televisión iraní al maestro Joao lo habrían colgado de la jirafa.

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