Una Semana Santa para reflexionar

Hoy comenzará una evaluación, esperemos que profunda y ordenada, sobre los problemas acaecidos

Probablemente haya periodos que las diferentes religiones puedan establecer como más o menos espirituales, pero en el caso del cristianismo ésta es, sin duda, su Semana Santa. Tanto ha trascendido al mundo su importancia, que creyentes y no creyentes comparten estas fechas siguiendo las imágenes de la pasión de Cristo y visitando sus templos. Las controversias en las que se ve inmersa su organización serían, pues, irrelevantes si no olvidamos a quien estamos recordando: al rey de los más pobres de esta tierra y al que murió en nombre de todos nosotros.

Cuenta una de las autobiografías de Mahatma Gandhi que él, entusiasmado por los valores del cristianismo, fue a bautizarse a una parroquia. El sacerdote lo franqueo en la puerta y le indicó que la iglesia para los negros era la de enfrente. El que suscribe el artículo tuvo la oportunidad durante esta semana de acercarse a la cofradía del Sepulcro, invitado por la misma, para llevar la luz de Belén al encendido de los tronos. En la puerta uno de sus responsables impidió el acceso de insólitos modos, ante lo cual fue preferible desearle la paz y marcharse. Es evidente que estas personas no son los máximos responsables de su cofradía, a los cuales les agradezco su invitación, ni era el momento para explicar la simbología religiosa a alguien que sólo parapetaba la puerta. Pero las personas que velan por sus accesos sí representan a una institución y, por ende, a la Iglesia en general, como lo hacía el sacerdote que expulsó a Gandhi.

Hoy comenzará una evaluación, esperemos que profunda y ordenada, sobre los problemas acaecidos con el nuevo recorrido. Es de esperar que la respuesta no sea un "sostenella y no enmendalla" ni encomendar simplemente que los ciudadanos propongan soluciones. Para ello hay procedimientos tecnológicos más que conocidos que optimizan la movilidad en las ciudades, cumpliendo el objetivo de la seguridad, sin necesidad de que algún gurú traiga una solución mágica.

Si les sirve de algo, y tras estos episodios tan extraños que hemos vivido en esta semana anterior, me gustaría transmitirles a los Hermanos Mayores un consejo para su precisa y esperanzadora reflexión: "Si quieren dar la mejor solución para el futuro de nuestra Semana Santa, no dejen de ahondar en su origen más profundo, que no es otro que revivir la pasión, muerte y resurrección de Jesús el Nazareno ante toda la humanidad".

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