To be or not to be

Un viernes, el tren puede ir hasta arriba de jovenzuelos dispuestos a quemar las naves

Como le digo, doña Rosita, de unos meses a esta parte, este país va de mal en peor. Y lo más grave es que no parece que tenga solución. Podía tenerla, pero con esta gente, no hay manera. Y es que no se va usted a creer lo que me ocurrió el viernes pasado a mi llegada a Málaga. Algo inconcebible. No tenía ya bastante con el cansancio del viaje, cuando me encontré con la huelga de taxis en la puerta de la estación de RENFE. Una vergüenza que ya podía haber arreglado el Sánchez ese. No había manera de coger uno. Y es que ya no respetan ni a los mayores. Aunque la verdad es que yo tampoco aparento la edad que tengo. Siempre me he conservado muy bien. Pero el caso es que ¿qué iba a hacer yo? Según me dijeron, allí mismo se puede tomar un cercanías, y a la hora que llegué todavía tenían que salir dos o tres en lo quedaba de noche. Pero ¿cómo iba a cogerlo? Un viernes a esas horas, el tren puede ir hasta arriba de jovenzuelos dispuestos a quemar las naves en la costa. Una cosa es que yo me mantenga joven y otra muy distinta, que me tomen por uno de ellos marchándome de botellón. También estaba el autobús. Otro verdadero despropósito. No te digo ya que se te siente al lado un micromachista de esos que se despatarran como si entre las piernas no les cupieran los tegumentos procreativos. Imagínate por un momento que me toca de compañero de viaje un rasta cargado de greñas y piojos. No tendría dinero para Zotal. Antes me voy andando. Pero son doce kilómetros, y a una, aunque todavía esta joven como le he dicho, no le gusta llegar tarde y ya la estaba esperando. Pero lo peor de todo: ni siquiera me avisaron de la huelga. Como lo oye.

Tenía que haber cogido un VTC. Se lo habían merecido. Haber quedado con él en un lugar poco sospechoso. En la puerta de uno de los hoteles que hay un poco más adelante. Me habría reconocido fácilmente y yo sabría que era él porque llevaría una rosa roja en el salpicadero. Resulta un poco sociata, pero habría pasado por una cita First Dates. Peores cosas se han visto en el programa. Pero no. Al final llamé a Manolo para que viniera a recogerme. Que como siempre fue el último. Y es que, en esta vida y tal y como dijo un tal Shakespeare, todo se reduce a un "To be or not to be. That is the question." O como lo tradujo nuestra querida exalcaldesa doña Celia Villalobos, dando voz a sientos y sientos de malagueños: "¿cómo coño llego yo a Torremolinos?".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios